18. Llegar A La Felicidad.

142 19 7
                                    

Zigor.

La vida te puede cambiar de un segundo para otro.
Hace dos días no conocía a mi luna y ahora siento un vacío enorme al saber que nunca la podré; abrazar, besar, decirla cuanto la quiero. Nunca podré decirle todo lo que un día soñé. Muchas veces me puse a pensar que se sentiría tener a tu luna al lado, verla despertar cada día, que cuando ella estuviera mal la pudiera agarrar de la mano, mirarla a los ojos y decirla que todo estará bien, que yo estaría con ella en todo momento, que nunca la faltaría.

Saber que ahora eso es imposible, que por mucho que quiera y desee eso será imposible.

Que vacío se siente, que mal se siente despertar y saber que nunca la conocerás. Lo peor de todo esto es que aún sin conocerla, sin haberla visto, todo lo grande que algún día podría haber sentido se había reducido a cenizas; todo era dolor, un nudo en la garganta, un vacío enorme en el pecho.

La amaba, aún sin conocerla la amaba, así éramos los hombres lobo y en estos momentos odiaba serlo, lo odiaba con todas mis fuerzas.

-Pequeña -acaricié la foto que tenía en mi móvil -ojalá pudiera conocerte -limpié las lágrimas -odio sentirme así, odio ser tan débil en estos momentos -agarré fuerte el móvil -nunca te sentí, tú si lo hiciste conmigo -reí limpiando mis lágrimas -saber que algún día me viste, aunque solo fuera en tus sueños ya me hace sentir bien, me hace feliz que me sintieras reina -cerré los ojos negando.

Nunca lloré, nunca sentí este vacío en el pecho, el nudo en la garganta que no me dejaba casi respirar.

Un día me juré encontrar a mi luna, hacerla feliz y ahora lo único que me toca es aprender a vivir con ese dolor y con el saber que nunca la podré tener.

-Hermano -la voz de Yannick me hizo limpiarme las lágrimas rápido -. Vamos todos hacia la fuente, Zenda se quedará contigo -negué levantándome.

-Que vaya contigo, pasar el mayor tiempo que podáis juntos Yann, no sabes cuando la puedes perder y créeme que duele mucho no tenerla a tu lado -puse mi mano en su hombro -hermano hazla feliz, quiérela con toda tu alma, no la pierdas nunca Yann. Daría lo que fuera por poder tener a Alejandra a mi lado -giré la cabeza hacia un lado.

-Zigor -negué sonriendo.

-Iros Yann -sonreí -prométeme algo hermano -él asintió poniendo su mano en mi hombro -prométeme que serás feliz y que la harás feliz -él asintió.

-Te lo prometo hermano -nos dimos un abrazo y salió de la habitación -Te quiero hermano.

-Yo también lo hago Yann.

-No somos hermanos de sangre -. Sonreí

-Pero si nos queremos como tal -. Sonrió.

-Hasta nuestro último aullido -dijimos a la vez.

Reímos y el salió. Unos segundos después entró Zenda con una media sonrisa en los labios.

-Fosforito -sonreí mirándola.

-Carbón -nos dimos un abrazo.

-Cuídate, no tardaré, estaré contigo en cuanto vuelva -la di un beso en la frente.

Zenda y yo nos habíamos hecho muy buenos amigos, la quería mucho, era una muy gran amiga.

Anclada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora