34. La Bestia.

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—Camino A, casa C —murmuraron los dos brujos a la vez.

—¿Qué? —Miré a los demás.

—Sabemos dónde está —se levantaron de golpe —. Pero tenemos que ir bien armados, puedes ser peligroso —Roberto miró a Alex.

—En marcha, Jonh quédate con Yannick, cualquier cosa aúlla fuerte. Los demás a por todas las armas que podáis llevar, los chalecos antibalas puestos y en posición. Debemos capturar a esa bruja y a quien les esté ayudando —todos asintieron y nos pusimos en marcha.

Cada uno llevaba dos armas, una pequeña y otra más grande. El chaleco puesto, los oídos bien agudizado y mirando hacia todos los lados.

Todos seguimos a los brujos. No entendía que habían querido decir con: «Camino A, casa C». Ellos parecían tenerlo muy claro así que serían nuestros guías.

De algo estaba seguro, y es que, donde quiera que esté, era fuera del pueblo, a la lejanía.

Desconocido.

—¡Mami! —El grito de Fredy me hizo levantarme del sofá —. La manada está cerca —abrí los ojos sorprendida.

—Ataca a quien sea ¡corre! Debemos sacar a Zenda de aquí, se la llevarán —corrí hacia Zenda.

Fredy salió corriendo de la casa. Cogí a Zenda en brazos.

—Vamos pequeña, no nos separaran nunca —salí con ella de la casa.

Fredy.

Corría con la escopeta en mano. Tenía que hacerle caso a mami, acabaría con toda la manada. El primer disparo fue hacia un chico de pelo amarillo, creo que era el mano derecha del alfa, pues es el que ahora mismo estaba al mando de la manada.

Solo la mano derecha del alfa podía ser el alfa temporal si algo le pasa al principal.

La bala no le hizo nada, solo le hizo quejarse del dolor.

¿Qué mierda? Volví a disparar, no le hacía nada.

Más disparos hacia toda la manada.

¿Por qué no se morían? Miré hacia atrás y eché a correr. Yo era humano y con solo un zarpazo de esos hombres lobo estaba muerto. Entre en la casa y me escondí. Miré por la ventana.

Escuché un gruñido detrás mía y comencé a gritar, Mursef estaba despierto y convertido en lobo.

—No me hagas daño por favor, solo cumplo órdenes —lloré mirándolo al lobo.

Desconocido.

Tuve que dejar a Zenda en el suelo, el cansancio se estaba apoderando de mí cuerpo.
La respiración se me había acelerado muchísimo y casi no respiraba. Mis manos comenzaron a temblar.

¿Por qué me pasaba esto? Intenté coger a la reina pero mis fuerzas de habían ido. Miré hacia atrás y pegué un grito.

¿Qué mierda era eso? Era alto, muy alto, todo su cuerpo estaba cubierto de pelo, sus ojos negros, un negro muy intenso, las garras de sus manos eran muy grandes, sus pies gigantes.

¿Qué criatura era esa? El gruñido que dio esa cosa me hizo temblar del miedo. Nunca había visto cosa igual. Miré a Zenda que comenzaba a despertarse. Dos días enteros estuvo durmiendo, puede que igual me pasara un poco con el acónito.

Anclada✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora