25. La Voz.

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Como cada noche desde que Zigor falleció salimos a la calle a mirar al cielo. Vemos la estrella brillar hasta que desaparece y no vuelve a aparecer.

Se siente bien verla, aunque tan solo sean unos minutos, verla brillar y pensar: «lo consiguió, está con su luna».

Aunque no sé si realmente está con ella, solo espero que allá donde esté sea feliz.

Yannick y yo somos los que nos quedamos casi toda la noche mirando al cielo mientras hablamos o nos miramos sin decir nada. Tan solo con eso sentimos que él está con nosotros y nos reconforta pensarlo.

Muchas personas piensan que después de la muerte no hay nada, que te mueres y ya, dejas de existir, puede que ese sea el camino más fácil, el que te haga no pensar en que habrá, aunque, si realmente hay algo ¿Qué es lo que hay?

Son preguntas que nunca obtendrás la respuesta hasta que fallezcas.

-¿Cómo se supone que un hombre aguanta tanto sin tocar a su mujer? Yo es que lo pienso y no se darle una respuesta -fruncí el ceño y reí -no te rías, tengo ganas.

-Y yo tengo ganas de acabar con todo esto -me terminé por tumbar en la cama.

Eran pasadas las cuatro de la madrugada.

-Hay una cosa de ti que no sé -me di la vuelta y lo miré.

-¿Qué cosa?

-¿Cuando es tu cumpleaños?

-Todavía queda -Volví a darme la vuelta.

Sentí el peso de Yannick en mi cuerpo, giré un poco la cabeza y lo miré.

-¿Cuando es?

-El 10 de octubre. Ya son 20 años

Apoyé la cabeza sobre mi mano y cerré los ojos.

-¿Y por qué no me lo dijiste? Digo, cumpliste los 19 y yo no lo supe -noté en su voz algo de molestia.

-No tenía yo la cabeza como para pensar en eso -me excusé.

-Lo podías haber dicho igual -se levantó de encima.

-¿Cuando es el tuyo? -Me senté en la cama.

-Ya pasó -elevé las cejas y reí negando -. ¿De qué te ríes?

-Te quejas de que yo no te dije mi cumpleaños, pero tu tampoco me lo dijiste.

Nos quedamos mirándonos a los ojos, pero un grito nos hizo levantarnos de golpe.

Por los nervios caí al suelo haciéndome daño, bajamos corriendo las escaleras y vimos a Eros subido encima del respaldo del sofá.

-¿Qué pasa? -Pregunté asustada.

-U-un g-gato -tartamudeó.

Miré a Yannick y comenzamos a reír.

-¿Por eso pegaste ese grito?

En menos de tres segundos ya estaba toda la manada en la sala.

-¿Qué pasó?

-A Eros le dan miedo los gatos -dije y toda la manada comenzó a reír.

-No tiene gracia -dijo él aún subido en el respaldo del sofá -. Sacarlo de aquí por favor -lloriqueo y todos volvimos a reír.

-Esperar -fruncí el ceño -. ¿Cómo mierda a entrado un gato en mi casa? -Todos me miraron.

-Por la puerta tal vez -dijo Yannick divertido.

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