Capítulo II.

211 20 1
                                    

[Bleeding nose]

Camila

Jueves 04 de agosto.

Aún no terminaba de acostumbrarme al nuevo huso horario, seguía despertando en plena madrugada como si nada. Terminaba mirando televisión hasta conciliar el sueño de vuelta, para lo cual demoraba cerca de media hora. 

Mamá había conseguido empleo a los pocos días de yo comenzar la escuela; un hombre la había contratado como la enferma personal de su esposa, que estaba en recuperación de un parto muy complicado, según me dijo mamá, casi muere la pobre mujer con su bebé. De modo que también debía cuidar de un recién nacido mientras el hombre trabajaba durante el día. Mamá regresaba a casa cerca de la media noche y se iba todos los días después de yo irme a la escuela. 

Tenía poco más de un mes asistiendo a clases. 

—Me alegra mucho que ya sepas usar el metro, Camila —honestamente a mí me llenaba de orgullo, considerando que me había perdido en dos ocasiones—. Así me preocupo menos de llevarte a todos lados. 

—También me alegra, así puedo hacer yo las compras como antes —estábamos almorzando juntas como todos los días. El televisor hacía ruido de fondo en las noticias, por lo poco que oía, una aparente pelea entre pandillas había dejado a un chico hospitalizado. 

—¿Ya hiciste más amigos? —la pregunta me tomó por sorpresa, pues solamente era amiga de Yada, los demás chicos de la clase no tenían mucho interés, se sintió como ser un juguete nuevo: te ponen atención un par de días, y después terminas en una caja con más juguetes. 

—Solo con Yada —respondí—, los demás son un poco... aburridos —me miró levantando una ceja—. Quiero decir, es muy monótono todo. Todos son tan reservados, tan callados...

—Ay, Cami —se compadeció—, no estás acostumbrada, eso es todo. Ya verás como unos días más, encajarás perfectamente con todos. 

Dudaba mucho de eso. Era bastante incómodo cuando reía, no tenía una voz suave, delicada y pequeña como el resto de las chicas de la clase, Yada aseguraba que podía escucharme perfectamente desde el pasillo, incluso si intentaba ser silenciosa. No solo eso, o yo era bastante torpe o el mundo era muy pequeño, siempre estaba chocando con lo que se me atravesaba y terminaba tirando todo a mi paso. 

En uno de sus múltiples intentos por integrarme a este nuevo estilo de vida, mamá estaba empeñada en volverme la persona más puntual que jamás había conocido. Quería que llegara a todos lados con media hora de anticipación, a pesar de que yo no salía mucho, pues solo hablaba con Yada y asistía a la escuela. Además, no era como que mamá me recibiera en casa al regresar de clases. 

—¿Y qué hay de esos dos chicos que mencionaste la otra vez? —se había levantado a lavar su plato— Tal vez deberías hablar con ellos.

—Yada dice que son pandilleros. 

—Jamás dije que te unieras a una pandilla, Cami.

Miré el reloj sobre el televisor, marcaba las 7:30 a.m., eso significaba que debía irme. Levanté mi plato y lo lavé, para después ir al baño a lavar mis dientes y revisar que mi uniforme estuviera limpio. 

—Ya me voy —avisé, poniéndome los zapatos cerca de la entrada—, ¿quieres que haga las compras cuando vuelva?

—Si, Cami —me dijo desde la cocina—. Te dejaré el dinero y la lista en la mesa del comedor. 

Actualmente vivíamos en un pequeño apartamento, en lo que era un complejo. Era bastante cómodo para dos personas, tenía tres habitaciones, dos baños, en la cocina se encontraba el comedor (que era solo una mesa que mamá insistía en llamar comedor) y conectaba con la sala. Era relativamente diminuto a comparación de mi antigua casa. 

Teenagers [Chifuyu Matsuno x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora