Capítulo XXII.

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[Hermit the Frog]


Camila

Viernes 16 de diciembre.

—¿Estás segura que no quieres ir con nosotros, Camila?

La madre de Taisei nos había invitado a su casa, a una cena familiar, para conocernos a mamá y a mí, en especial ahora que todo mundo sabía que mamá estaba embarazada, y que, para colmo de males, tendría una niña. O mejor dicho, dos niñas.

Tendría gemelas.

Su médico le había dicho en su última revisión, que había dos latidos del corazón en lugar de solo uno, lo que explicaba porqué cada día se veía más grande, a pesar del poco tiempo que tenía gestando. Según sus cálculos, cerca del mes de abril, ya tendría a dos bebés en casa.

Si bien no me emocionaba, tampoco lo pasaba por alto, quizás podría darle una oportunidad a las bebés, ¿cierto?

El más entusiasmado de todos era Taisei, obviamente. Ya había comenzado a comprar cosas para bebés, cualquier tienda que se le cruzase por el camino, era víctima de su tarjeta de crédito.

Mamilas, ropa, chupetes, toallitas húmedas, pañales, toallas de tela, bañeras, cangureras, zapatitos, juguetes, pañaleras, dos cunas exactamente iguales…

Todo, absolutamente todo aquello que le parecía lindo o necesario, lo compraba para sus dos bebitas sin pensarlo dos veces. Y claro, todo lo almacenaba en su habitación, a este paso se quedarían sin espacio.

Pero como mamá seguía sin hablar conmigo, cosa que ya comenzaba a preocuparme, no quería ir a la estúpida cena, aunque la mujer al teléfono sonaba muy amable, no iría.

Además, tenía demasiada tarea pendiente.

—Déjala —se entrometió Makoto—, si ella no quiere ir es su problema.

—No seas grosero con tu hermana —lo reprendió Taisei de regreso, dándole un tirón de cabello lo bastante fuerte, como para hacer que dejara de caminar—. Aún estás a tiempo de cambiar de opinión, ¿sabes?

Eran casi las cinco de la tarde, debían estar en casa de la mujer a las seis treinta, efectivamente, aún tenía tiempo, pero no quería.

—Como sea —Makoto venía entrando, dejó su mochila en el suelo y luego fue a la cocina, dónde dejó un puño de sobres de papel, la mayoría eran cuentas y cartas para Taisei y mamá—, tienes correspondencia.

Giré la cabeza tan rápido como pude, justo para ver cómo su cara cambiaba a una de realización, poniéndose pálido y abriendo mucho los ojos, se suponía, que era un secreto el hecho de haber respondido las cartas de mi abuela. Y saber que ella de vuelta a mí, ni hablar.

Me levanté aprisa del sillón y tan solo entré, levantó los sobres del resto y me los lanzó sin más. Los atrapé en el aire justo a tiempo antes de que mamá entrara a la cocina, igual de apurada que yo.

Como si supiera lo que Makoto había dicho, y lo más probable, era que lo había escuchado.

—¿Sucede algo? —le pregunté tranquila, aún con las cartas en manos, pude ver de reojo que una era de mi abuela y la otra de Valentina.

—Nada —respondió, en un tono cortante antes de revisar lo que había en la mesa, buscando, lo que yo ya tenía. Después de tanto tiempo, era lo primero que me decía.

Miré a Makoto y él de regreso a mí, en un silencio cómplice. Me volví a la sala a recoger mi mochila antes de irme a mi habitación, dónde me daría el tiempo a leer.

Teenagers [Chifuyu Matsuno x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora