Teenagers [Chifuyu Matsuno x Oc]

Capítulo IV.

[Rainbow]

Camila

Viernes 05 de agosto.

A la mañana siguiente desperté escuchando el sonido de la lluvia, unos diez minutos antes de que sonara mi despertador. Abrí un poco la ventana y al mirar la calle, en efecto estaba lloviendo, era el clima perfecto para quedarse en cama a dormir todo el día en lugar de ir a la escuela.

Pero tenía un asunto que resolver, así que no podía quedarme en cama.

Me levanté y fuí directo a mi armario, saqué mi uniforme, una blusa térmica de manga larga color blanco y unas medias completas de color negro, en realidad a la escuela no le importaba mucho ese aspecto, nuestras medias podían ser de cualquier color sin problema. Luego de vestirme, tomé mi mochila y salí a la cocina. Mamá estaba almorzando ya.

Se había servido lo que dejé de los macarrones. Tenía el televisor encendido y ya estaba vestida con su ropa de trabajo, una pijama completa de color rosa pastel, tenía el pelo atado en una coleta baja y llevaba un poquito de labial y rímel. Mamá era una mujer delgada, ni siquiera tantos años fuera de Japón le habían añadido un solo kilo, había tenido una hija y ella seguía viéndose como en sus años universitarios.

—Buenos días —me serví un poco de cereal con leche para el desayuno, como recién había despertado no tenía tanta hambre.

—Buenos días, Cami —ella estaba revisando el periódico, quizás en busca de un nuevo trabajo para cuando terminara su actual contrato—. ¿Hiciste galletas ayer?

—Sí —tragué el bocado a medio masticar de cereal—, hice de nueces para ti y de colores para Yada.

—Y de chispas de chocolate también —la miré, ella seguía muy empeñada en ese periódico, ¿como sabía que había hecho más galletas?

—¿No...?

—Bueno —dijo, dejó el periódico de lado—, entonces el paquete de chispas en la basura debe ser producto de un fantasma.

—Fue un aluxe, lo juro —era en vano hacerme la tonta, mamá sabía que había traído a alguien a casa.

—El señor y la señora Yuzuki dicen que vieron a alguien salir del departamento ayer por la tarde —ellos eran nuestros vecinos, una pareja de adultos mayores a quiénes mamá les pedía que me vigilaran mientras ella no estaba—, ¿tuviste un invitado?

—Bueno —quise sonar lo más natural posible—, apenas te iba a contar: la profesora me pidió que ayudara a un compañero en mates y ciencias. Ayer comenzamos a estudiar —no pareció creerme—, dijo que si lograba que subiera sus notas en esas materias, ella subiría la mía en lengua.

—Entonces, si tuviste un invitado.

Mamá no era tonta.

—Sí —me rendí, seguí comiendo mi cereal—, Chifuyu necesita mucha ayuda en química y-

—¿Chifuyu? —levantó una ceja— Camila, ¿trajiste a un chico a la casa?

—¿Sí...? ¿Qué tiene de malo?

—Estabas sola —no estaba molesta, pero sabía que tampoco estaba feliz, y si lo veía desde su punto de vista, tampoco había sido muy prudente de mi parte—, con un chico que apenas conoces. Tú sabes muy bien que uno nunca sabe.

Eso me molestó.

—Chifuyu no es así —respondí, era un pandillero sí, pero él no era el tipo de chico que se aprovechaba de los demás—, él no haría eso.