CAPITULO XII: La Cabeza de Puerco

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Maratón (2/2)

These Boots are Made for Walking- Nancy Sinatra

Carina
08 de Octubre de 1995, Hogsmade

—¿Estás segura de que es aquí?— chilla Daphne por tercera vez observando la entrada de la taberna.

Un deteriorado letrero de madera colgaba de un oxidado soporte sobre la puerta, con la figura de la cabeza cortada de un cerdo salvaje goteando sangre sobre la tela blanca que la rodeaba. El letrero rechinó con el viento dándole un aire todavía más tétrico al lugar.

—Hay que entrar rápido antes que alguien nos vea— exclama Carolina viendo a nuestro alrededor— Sí Draco y los chicos nos ven aquí, nos matan.

—¡Bah! Necesitamos un poco de rebeldía— se ríe Daphne.

—Dijo la que no ha parado de temblar— me burlo poniendo una mano en la puerta— La señorita Malfoy tiene razón, dejémonos de tonterías y entremos.

Al abrir la puerta, la esperanza de que el lugar por dentro luciera mejor murió.

El sitio no era como Las Tres Escobas, cuya larga barra daba la impresión de limpieza y calidez. La Cabeza de Puerco era una pequeña, desaliñada y muy sucia habitación que olía fuertemente a algo que muy bien podrían haber sido cabras. Las ventanas salientes estaban tan incrustadas en la mugre que apenas si entraba algo de luz en la habitación, la cual en vez de eso estaba alumbrada con cabos de vela colocadas en ásperas mesas de madera. A primera vista, parecía que el piso estuviera comprimido en la tierra, pero al caminar sobre él, se notó que la piedra se encontraba bajo lo que parecía ser porquería acumulada por centenares.

—Es horrible— susurra Daphne frunciendo la nariz.

—Chist— la silencia Caro viendo a nuestro alrededor— Vamos a la barra y busquemos al grupo.

—No hay necesidad de buscarlos— puntualizó apuntando a la visible aglomeración de alumnos— Están por allá.

—Oh vaya— exclamó Daphne con sorpresa— Son bastantes.

La rubia no mentía, tanto Hermione como yo pasamos la voz a varias personas que podrían interesarles aprender sobre Defensa.

En su mayoría, los alumnos eran obviamente de Gryffindor, pero también había muchos de Hufflepuff y algunos de Ravenclaw.

Al ser receptoras de la mirada incrédula de varios, caí en cuenta que éramos las únicas de Slytherin presentes.

Lo cual no era de extrañarse.

—¿Qué hacen ellas aquí?— chilló Ernie Macmillan con temor y algo de desprecio.

Aprieto la mandíbula y me plantó un paso por delante de mis amigas.

—Lo mismo que tu Macmillan, así que cierra el pico y ni nos voltees a ver— espetó de mala gana.

Antes de que pueda replicar, la puerta vuelve a abrirse y por ella entran los gemelos Weasley seguidos de Lee Jordan.

—¿Un par de personas?— dijo Harry encarándose con Hermione— ¿Un par de personas?

—Sí.., bueno, la idea se volvió bastante popular...— señaló Hermione feliz— Ron, ¿quieres traer más sillas?

El cantinero se detuvo en el acto de limpiar un vaso con un trapo tan sucio que parecía que nunca había sido lavado. Probablemente nunca había visto el negocio tan lleno.

—¡Hola!— saludó Fred, llegando a la barra y contando con la vista rápidamente— ¿nos podría dar veinticinco cervezas de mantequilla, por favor?

•kairosclerosis• | fred weasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora