El lunes por la mañana, Jimin se sentía tan mal que no se levantó de la cama para ir a trabajar, ni siquiera llamó a la escuela para inventar alguna excusa. Simplemente se quedó tumbado en la cama todo el día.
Cuando llegó la noche, su teléfono estaba lleno de mensajes y llamadas perdidas, había un par de In Na, varias más de Hyuk y muchísimas de Jung-kook, pero él no quería saber nada de nadie.
Se sentía cansado, estaba harto de intentar salir adelante una vez más. Estaba cansado de luchar contra el destino que le decía una y otra vez que él no merecía ser feliz, que no importaba cuanto lo intentara, simplemente la felicidad no estaba hecha para él.
Así que decidió que ya no lo intentaría más, simplemente se dejaría estar y ya, que el mundo girara fuera de su casa, a él ya no le importaba.
Aunque recordaba lo que la diosa luna le había dicho, en este momento estaba convencido que había sido sueño, un juego de su mente para hacer más llevadera la pena. Pero ahora ya nada le importaba, estaba tan cansado que ya ni siquiera era capaz de sentir dolor, o quizá el dolor era tan grande que le había entumecido emocionalmente y ya no era capaz de percibirlo.
Ni siquiera podía sentir a su lobo, él también estaba cansado y conmocionado y se había hecho ovillo en el fondo del pecho de Jimin, su Alfa lo había traicionado y sentía que ya no tenía razón de ser en el mundo.
Para el martes, tampoco se levantó de la cama y tampoco llamó al trabajo para avisar de su ausencia. Ya nada le importaba, solamente quería dormir, porque cuando cerraba los ojos, ya no había lagos, ni bosques, ni madres amorosas que le arrullaran, solo había oscuridad y por fin, en medio de esa nada, el dolor se iba. Por lo menos mientras dormía no sufría.
Para el tercer día que no se presentó al colegio, tanto In Na como Huyk se preocuparon al extremo de que, al terminar el día escolar, se instalaron en su puerta y golpearon como si quisieran tirarla. Pero Jimin no abrió, se tapó los ojos con una almohada y se quedó ahí tendido, en su cama.
Estaba dejando que la vida se fuera de paso porque ya nada le importaba, no comía, apenas si bebía un poco de agua y no hacía nada más que cerrar los ojos y dormir.
El quinto día de su reclusión voluntaria, fue Jung-kook quien llegó a tocar a la puerta. Cuando Jimin supo que era él, se hizo bolita en el rincón más alejado de su pequeña cama y comenzó a sollozar de nuevo.
No solo lloraba por lo que el Alfa le había hecho, lloraba por todo lo que había vivido los últimos dos años. La partida de Busan dejando a sus mejores amigos, su enfermedad, la muerte de su madre y la traición de quien creía era el amor de su vida. Simplemente era demasiado y él ya no podía con tanto dolor.
Fue la voz de Jung-kook que lo sacó del pozo oscuro donde comenzaba a caer.
-¿Bebé? abre por favor, necesito verte, necesito saber que estás bien.- suplicó.
-Hyuk me llamó para decirme que no has ido a trabajar en una semana. Todos estamos preocupados, por favor, sólo déjame saber que estás bien. Si no quieres hablar conmigo me iré, solo déjame verte... ¡Por favor!.-
Jimin siguió acurrucado en la cama.
-Amor, si no abres, usaré mi llave para entrar.-
Jimin apretó más fuerte la manta que lo cubría cuando escuchó la llave en la cerradura. La luz del sol se ocultaba detrás de las montañas y la oscuridad comenzaba a invadir el pequeño departamento.
Pudo escuchar los pasos lentos de Jung-kook al entrar, después hubo silencio por un segundo, quiso abrir los ojos para saber qué pasaba, pero estaba tan débil por la falta de alimento, que simplemente no pudo. Eso podría haberlo espantado, pero ya ni eso le importaba. Al contrario, sintió cierto placer al pensar que el final se acercaba, por fin iba a poder ver a su madre de nuevo, casi sonrío.
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Mi vida sin mi
Fanfiction¿Qué pasa cuando lo vida que llevaste resultó ser una mentira? Nada ni nadie puede sacarte del remolino que te arrastra cada vez más profundo sin dejarte respirar. Jimin, un dulce pero solitario Omega, cree que ha encontrado al amor de su vida en el...