Cap. 5 Dudas

21 4 0
                                    

Durante todo el camino hasta su departamento, Jimin no pudo sino observar hacia la calle a través de la ventana, de esa manera había evitado que el Alfa se diera cuenta de su cara de idiota cada vez que lo veía.

El chico del gato le había dicho que buscaría un hotel para pasar la noche, pero Jimin se negó rotundamente. No le iba a hacer gastar dinero, además del tiempo que ya estaba perdiendo en ir a verlo. Sabía bien que el Alfa tenía una agenda muy apretada debido a su trabajo y que cada minuto que le dedicaba era precioso.

Cuando por fin Jung-Kook detuvo el auto fuera del departamento de Jimin, ambos se quedaron en silencio. El Omega no se podía mover, por más que le pidiera a su cuerpo que hiciera algo, éste no respondía.

-¿Todo bien bebé? ¿Estás seguro de que quieres que me quede en tu casa? Todavía puedo buscar un hotel y venir a recogerte más tarde para ir a cenar algo-. Dijo Jung-Kook mientras acariciaba el cabello ahora negro del Omega con cariño.

-¡NO!- gritó Jimin mientras volvía su rostro hacia Jung-Kook. -Quiero que te quedes conmigo, es s-solo que estoy muy nervioso, lo siento- contestó mientras hacía puño sus manos y las llevaba a su regazo.

-Tranquilo bebé, aquí no va a pasar nada que tú no quieras- contestó el Alfa de modo tranquilizador.

Fue Jung-Kook quien bajó primero del auto, se acercó hasta la puerta del copiloto y la abrió para Jimin mientras le ofrecía su mano para salir, éste la tomó con timidez y salió del coche. Mientras abría la cerradura, Jung-kook fue por su pequeño equipaje que guardaba en la cajuela del auto. No le tomó ni un minuto estar de nuevo al lado del Omega, quien le esperó con la puerta abierta.

-Lamento no tener mucho qué ofrecer, se que es pequeño pero es lo mejor que puedo pagar con lo que gano- soltó Jimin mientras entraba en el departamento dejando espacio para que Jung-Kook lo siguiera.

Jimin tenía razón en algo, su departamento era pequeño compuesto de dos pequeños espacios y el baño. Al entrar se encontraba un espacio que servía tanto de estancia como de recámara, donde había un pequeña mesa baja que usaba de comedor y una cama individual, además de un escritorio donde estaba su computadora portátil, su silla en la que trabajaba y una pequeña cómoda donde había un televisor. A la izquierda estaba la puerta del baño donde solo había una regadera sin bañera, que estaba separada por un cancel del baño y a la derecha una pequeña cocina con una sola encimera para guardar alimentos y una lavadora pequeña para ropa. Eso era todo, ese era su hogar.

-Bebé, he venido a verte a ti, no ha juzgar tu casa, además me parece acogedora y te puedo jurar que es un palacio comparado al departamento que tenía antes de entrar al restaurante- le dijo el chico del gato al mismo tiempo que se acercó hasta donde se había quedado parado.

Lo tomó de la cintura y sin mediar palabra lo besó de nuevo, está vez el beso no fue tierno, fue más necesitado y pasional. El Omega no se resistió y se dejó hacer mientras cerraba los ojos y cogía por la cintura al Alfa. Sus besos le sabían igual que la esencia que desprendía de tabaco y menta, una mezcla que se le antojaba deliciosa a pesar de que él, por obvias razones, no fumaba.

No supo cuanto tiempo estuvieron besándose de pie en medio del pequeño departamento. No le importaba nada, ni el viento frío que azotaba la ventana, ni que fuera la primera vez que veía a ese hombre y ya se estaba besando con él como no lo había hecho con nadie. Estaba hechizado por los labios de Jung-kook, que le besaban de manera experimentada, y por esos brazos fuertes que le sostenían porque sus piernas comenzaban a flaquear y no estaba seguro de cuánto tiempo más podrían sostenerlo.

Y menos le importaba su celular que vibraba insistente en la bolsa de su pantalón. Quiso ignorarlo pero era demasiado insistente. Jimin maldijo por lo bajo ¿Quién demonios le llamaba en ese momento?. Contestó la llamada molesto.

-¿Bueno? ¿Quién eres y qué quieres?- dijo con brusquedad a su interlocutor.

-Jimminie, lo siento ¿Estás ocupado? No ha sido mi intención molestar- Era Jang Hyuk quien llamaba y al instante el Omega cambió su actitud, era raro que el Beta le llamara, debía ser algo importante.

-Oh, no, para nada, dime ¿está todo bien?- contestó Jimin mientras se alejaba un poco del Alfa que aún le sostenía por la cintura.

-En verdad lamento molestar, pero me acaban de llamar del colegio para decirme que hay un problema enorme con uno de mis grupos, al parecer las notas que he subido esta mañana no se han registrado y los padres se están quejando, el problema es que ahora mismo no estoy en casa y no podré llegar en mucho tiempo, he tenido que acompañar a mi hermana a la sala de urgencia pues ha tenido una complicación en su embarazo ¿Crees que pueda dictarte las calificaciones y puedas subirlas tú?- dijo preocupado el profesor quien solía ser muy ecuánime pero que había perdido la calma ante las circunstancias.

-¿Pero qué dices? espero que todo esté bien con Hye Sun. Pero qué digo, si está ingresada no debe estar bien, ¡lo siento!. Claro que te ayudo, me estoy sentando en la computadora en este momento, pero necesito tus datos de acceso.- Le dijo a su amigo mientras se separaba del Alfa quien le miraba con expresión confundida.

Jimin tapó el micrófono del teléfono y se dirigió a Jung-Kook. -Lo siento, no tardaré-.

Mientras se sentaba frente a la computadora, el Alfa se recostó en la cama frente a él, sonriéndole de manera maliciosa al mismo tiempo que desabotonaba su camisa y dejaba ver un abdomen musculoso y lleno de tatuajes. Jimin lo vio y solo pudo abrir muy grandes los ojos mientras se removía nervioso en su silla, tratando de recuperar el hilo de lo que le decía su amigo por teléfono.

No supo en qué momento el Alfa se levantó de la cama para acercarse a él, fue hasta que sintió la respiración caliente en su cuello que se dio cuenta que Jung-Kook estaba detrás de él inclinado hacia su cuello, oliendo la zona donde se encontraba su glándula Omega y aspirando el aroma que él creía no tener pero que el chico del gato parecía encontrar deliciosa.

Mientras escribía datos en la computadora frente a él que Jang Hyuk le dictaba al oído, el Alfa le besaba descaradamente el cuello y le acariciaba las piernas con desesperación. Sus manos apretaban su muslos y sus respiración se volvía pesada. A Jimin le costaba cada vez más poner atención a lo que tenía que escribir, por lo que se equivocaba y tenía que empezar de nuevo. No lo podía evitar, los besos y caricias de Jung-Kook lo descolocaban, le hacían querer aventar el teléfono lejos y corresponder a esos besos y caricias. Su entrepierna se sentía atrapada debajo de sus pantalones ajustados y maldijo por llevarlos puestos.

-Eh Jimin, ¿Está todo bien?- Preguntó Jang Hyuk después de tener que repetir la misma calificación tres veces. -Si quieres lo podemos dejar para más tarde, en verdad me sabe mal molestarte por esto-.

En ese momento Jung-Kook abrió sus pantalones y metió la mano para tocar su erección por encima del boxer, mientras le preguntaba al oído si podía continuar. Jimin gimió en aprobación, gemido que también escuchó Jang Hyuk.

-En verdad colega, si estás ocupado puedo hacerlo más tarde en casa, que esperen los papás y los alumnos- dijo apenado a un muy sonrojado Omega que apenas podía mantenerse cuerdo ante la llamada.

-Hyuk, termina de decirme los malditos números de una vez, no seré yo quien te deje tirado en este momento, pero dímelos aprisa- soltó Jimin apresurado.

Jang Huyk terminó de dictar los últimos números y con un simple gracias colgó. Jimin se quedó aún con el teléfono pegado a la oreja y los ojos cerrados, sin percatarse que ya no era necesario. Estaba perdido en la sensaciones que la mano de Jung-Kook le provocada con cada ligero movimiento en su miembro.

Fue cuando el Alfa metió la mano debajo del boxer que Jimin despertó de ese trance en que había estado. Sentir sus dedos abarcando su pene desnudo le ocasionó un escalofrío que le recorrió toda la espina dorsal. Abrió muy grandes los ojos, dejó caer el teléfono y ahogó el grito que empezaba a formarse en su garganta.


Mi vida sin miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora