Capítulo II

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Con el tiempo, y gracias a la insistencia de Sara, ahora se llevaba con Alan y Elena, además de con otro chico nuevo, Eric.

Habían pasado casi seis años desde el extraño sueño que había tenido. Eso le generaba cierta inquietud al mirar a Sara, pero esa sensación se disipaba rápidamente al recordar que eran grandes amigas.

Sin embargo, aquella noche, cuando el sueño vino a visitarla, se encontró en una habitación extrañamente familiar.

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Era prácticamente oscura y vacía. La única zona iluminada era un atril en el que se apoyaba un libro, de portadas doradas.

Como si sus piernas no la obedecieran, María caminó hasta el interior de la sala, con un pánico creciente en su pecho.

Como si sus brazos actuasen por sí mismos, María abrió el extraño manuscrito, que estalló en llamas.

Como si sus manos no siguieran los impulsos de su cerebro, metió las manos dentro del libro y comenzó a pasar páginas, a pesar del fuego que las envolvía.

Curiosamente, no se quemó con las lenguas de fuego, y las páginas tampoco. Al contrario; era agradable poner las manos dentro de ellas, sentir la energía que emanaban...

Y como si su boca se moviera sola, comenzó a pronunciar unas palabras en un extraño idioma.

Le daba la sensación de que estaba leyendo lo que estaba escrito en el libro, pero no lo sabía, puesto que lo único que veía eran extraños símbolos pintados meticulosa y elegantemente.

De pronto, sus pies se elevaron, y comenzó a levitar a unos pocos centímetros del suelo.

Ascendía, ascendía, ascendía...de repente, paró, y se quedó suspendida en medio de la curiosa sala, con un profundo terror atenazando su corazón, y encogiéndolo en un puño.

A la vez, se encontraba maravillada con la situación.

Era bellísimo... pero aquella extraña pesadilla de hacía cinco años volvía a su mente.

De pronto, se escuchó un eco de voces reverberar por la estancia.

-No está completa,

no está preparada.

Una parte importante

a esta criatura le falta.

Amor de una madre

es lo que la frena,

mas no hay que ser impacientes

porque el día llega.

No está completa...- y se volvía a repetir, una y otra vez, en incesantes susurros pronunciados con una voz sugerente, profunda, y tremendamente extraña.

Era muy confuso; se oían muchas voces, pero a la vez una sola...

María hizo acopio de valor y preguntó, con voz trémula:

-¿Qu-qui-quién es?

En ese momento, fue como si la Voz se diese cuenta de que la chica podía oírla, y sentir su presencia.

Muy bruscamente, María sintió cómo esa presencia huía corriendo (suponiendo que pudiese correr), y cayó al suelo con estrépito, haciéndose daño en los codos y las rodillas, que fueron los que recibieron el impacto.

Acto seguido, las llamas que aún rodeaban el libro se hicieron más intensas, y comenzaron a prender sobre el libro, devorando la encuadernación dorada, las finas páginas cuidadosamente decoradas...todo.

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora