Capítulo III

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María se quedó allí donde estaba, aún agarrando el mango de la puerta, sin saber qué hacer.

-Toma asiento.- La instó la señora Brookwood con ese marcado acento inglés que tanto la caracterizaba. Sus ojos azules relucían, y parecía que su pelo gris estaba más canoso de lo normal. Era bajita y regordeta, por lo que tenía su silla lo más alta posible.

En comparación, la desconocida aparentaba ser más joven. Tenía unos ojos verdes, un cabello marrón claro y una piel inusualmente blanquecina, como la de María.

La chica se sentó. Notaba los ojos de la mujer clavados en su perfil, pero dirigió su mirada únicamente a la directora.

Después de dirigir varias miradas primero a una, y luego a otra, repetidas veces, la directora habló:

-María, ¿te suena de algo esta señora?

-No. ¿Por qué?

La señora Brookwood resopló, dirigiéndose ahora a la desconocida:

-Está bien, Alicia. Habrá que empezar por el principio.

La desconocida, que parecía llamarse Alicia, comenzó a hablar:

-Te llamas María Allard. ¿No es así?

-Sí...- empezó a decir.

-¿Sabes cómo se conocieron tus padres?

-No. No sé casi nada de ellos.

-Pues verás: tu padre, Allexandre, conoció a tu madre mientras ella estaba en un viaje por París.

>>Se enamoraron, y decidieron venir a vivir a España, donde se casaron. Pasaron los años, y te tuvieron a ti.

María asintió. No comprendía el rumbo de la conversación.

-¿Y sabes por qué te trajeron al orfanato?

Ella negó con la cabeza.

-Tu padre trabajaba como banquero, y tu madre no trabajaba, puesto que con el sueldo que ganaba tu padre, tenían suficiente. Pero el banco en el que trabajaba tu padre quebró, y echaron a todos los trabajadores.

>>Como tu madre no trabajaba y apenas tenían ingresos, se fueron empobreciendo. Mientras tanto, tú apenas habías cumplido los cuatro meses de edad.

Con el tiempo, la relación entre tu padre y tu madre se volvió más tensa, hasta que decidieron darse un respiro. Tú te fuiste con Allexandre, y él, viendo que no podía mantenerte, te dejó en este orfanato sin consultarlo con tu madre. Poco después, se reencontraron, y tu madre se enteró de lo que él había hecho. Se puso furiosa, pero al final comprendió que era lo mejor.

Decidieron que, en cuanto tuvieran dinero suficiente, volverían a por ti.

Pero pocos días después de que tu padre te hubiese dejado en este orfanato, y le hubiese dicho a tu madre que bajo ningún concepto volviera a por ti si no tenía suficiente dinero como para alimentarte, Allexandre sufrió un accidente de coche en el que murió.

Desde entonces, te quedaste aquí, y tu madre intentó buscar trabajo en alguna parte para que en cuanto pudiera, recogerte.

María se quedó pensativa. Alicia inquirió:

-¿Sabes cómo se llamaba tu madre?

-No. De mi madre no sé nada. Mi padre me dejó en el orfanato con una nota, pero en ella no la mencionaba. Ni siquiera hablaba de él. Sólo contenía una estúpida palabra.- Contestó, frustrada.

-¿Qué palabra era?

-Menesre-, se sorprendió a sí misma contestando. No solía pregonar, y menos aún a desconocidos, nada referente a la nota de su padre. Y menos aún desde ese sueño.

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora