Capítulo XVIII

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Cuando por fin se terminó su turno de guardia, Tylen salió de allí lo más rápido que pudo, todavía con todo lo que le había dicho Amaranthi en su cabeza, atormentándole y enfureciéndole enormemente.

<<"- No sé qué es lo que Kyla ve en ti para considerarte su amigo...">> Las palabras de la chica se repetían una y otra vez en su mente. Él tampoco lo sabía, pero sí que era consciente de que cualquier rastro de afecto que había sentido Kyla por él, se había esfumado por culpa suya cuando se encontraron en el Pinar Oscuro. Cuando mató a aquel chico. Korsh. Jamás iba a poder perdonarse por aquello.

<<" -...Tenía una hermana de siete años y otro de diez. Huérfano. Inocente. Joven. Y tú lo asesinaste sin pestañear.">> Saber todo aquello hacía que resultase más doloroso todavía. Y saber que no habría pasado de haber sido capaz de gestionar sus emociones lo volvía aún más lacerante, si era posible.

Se odió a sí mismo. No podía sino sentir repugnancia hacia su ser, hacia lo que había hecho. Conocía perfectamente el porqué de su reacción desproporcionada al ver a Kyla allí, con los rebeldes. Pero eso no lo justificaba.

<<" -...Hablemos de Axel y Kyla. Cómo se miran, cómo se hablan...">> Tylen apretó los puños. <<" - Cómo se cogen de la mano...">>. Recordar aquello sí que lo hizo enfurecer.

Era consciente de que la prisionera bien podría haberse inventado aquello, y que probablemente lo había dicho con el propósito de provocarle, pero eso no evitó que consiguiera su objetivo.

Entonces supo lo que hacer. Quería causar a Amaranthi tanto dolor como el que sus palabras habían originado en él. Y se dirigió al salón del trono, a hablar con Melaneia.

-Su Majestad.- dijo, nada más llegar, arrodillándose frente a ella. La reina no le prestó especial atención, pero él sabía que le estaba oyendo. Exhaló aire lentamente. Estaba tan enfadado con Amaranthi que no pensó en si luego se arrepentiría de aquello.- Sé cómo hacer hablar a la prisionera.

***

Nada más despertarse, Kyla comenzó a sentirse cada vez más nerviosa. Habían pasado varios días desde que habían capturado a Amaranthi, y estar encerrada en aquella casa únicamente le agobiaba y frustraba, al no poder hacer nada por su amiga.

Decidió que ese mismo día saldría de aquel lugar. Se vistió con su ropa de cazadora, es decir, la que había usado todos esos días en los que habían estado en el bosque: pantalones ceñidos, camiseta verde, cazadora marrón de cuero y botas negras del mismo material, todo lo suficientemente cómodo como para pasar bastante tiempo a la intemperie sin problemas.

Sacó la alforja en la que había metido los libros que tenía, e introdujo también, con cierta dificultad de espacio, una manta de lana que había en la habitación. Sólo le faltaba el cuchillo de Axel, que ignoraba dónde estaba. Y, a ser posible, algo de provisiones de la cocina, si podía cogerlas.

Se dirigió a la puerta de Axel, y llamó repetidas veces.

-¿Qué quieres a estas horas...?- protestó, abriéndole la puerta mientras se ajustaba el pañuelo que le cubría la cara. Se interrumpió al abrir y ver a Kyla con la alforja y la ropa del bosque, preparada para salir. Comenzó a mover la cabeza de un lado al otro.- No. Kyla...

-Me voy a buscar a Amaranthi. No podemos dejar que siga prisionera allí.

-Ya pensaremos algo. Tenemos a todos los guardias siguiéndonos, es peligroso y...

-Oh, por favor. Sabes que a los guardias sólo les importaba llegar hasta Amaranthi. No digo que se hayan olvidado de nosotros, pero no nos buscan con tanto ahínco.

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora