Capítulo V

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Fue una feliz velada. Aparte de Brownie, su abuela había traído también una pila gigantesca de táperes, llenos a rebosar de comida.

Su madre, al verlos, había protestado:

-Mamá, ya tenemos comida suficiente, de verdad no deberías haberte molestado...

-Sí, debería haberme molestado. Espero que alimentes bien a esta niña de ahora en adelante, ¡porque está en los huesos! Más te vale darle de comer...

Y María se había encontrado frente a un enorme plato de albóndigas hechas por su abuela, sin posibilidad de protestar.

Cuando se iban a ir, tanto su abuela como su abuelo la abrazaron varias veces, aplastándola con los brazos. A pesar de que solía evadir el contacto físico, María no opuso resistencia, sino que los apretó aún más contra sus brazos.

Según se cerró la puerta, madre e hija se miraron, sonrientes. Casi se podía palpar el lazo que las había unido esa noche.

-Vete a dormir.- Le dijo Alicia. -Ya es casi la una. Buenas noches.

-Buenas noches.

Ya en la cama, María cayó rendida por segunda vez en el mismo día.

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El sueño fue el mismo. María, ya cansada de aquella rutina irrefrenable, deseaba con todas sus fuerzas despertarse.

Otra vez se escuchó la Voz, aunque había vuelto a cambiar lo que decía.

-Un gran destino,

el futuro le depara,

la lealtad a sus amigos,

le llevará a la más difícil de las encrucijadas.

Traición, secuestro, asesinato y magia

son parte de lo que encontrará en el camino.

Sufrirá grandes horrores,

a causa de nacer de quien ha nacido.

Su papel en este reino

será lo que la destroce.

La pérdida de lo que más valora

será el precio de su goce.

María se estremeció al oír aquello. Y, de nuevo, algo cambió.

Una vez se encontró suspendida en el aire, levitando a unos metros del suelo, sintió como caía al vacío, una sensación que ya le era familiar. Atemorizada, recordó cierto sueño de cuando tenía diez años y se había imaginado una situación parecida, pero con una versión muy diferente de su amiga Sara y un anciano.

Pasados unos segundos aterradores que le parecieron horas, aterrizó en un extenso prado en la cima de una colina.

Intrigada, miró a su alrededor. Sabía que seguía soñando pero, a diferencia de antes, ya no estaba asustada, sino sorprendida y extrañada.

El sueño por fin había cambiado.

<<Eso significa que ya no tendré más pesadillas continuas todas las noches, ¿no?>>, pensó. Esperaba que así fuera.

El lugar era precioso. La hierba, en algunas zonas más alta que en otras, de un color verde intenso, crecía por todos y cada uno de los rincones del prado. También se escuchaba el cauce de un río, aunque no se veía por ninguna parte.

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora