Capítulo XXII

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Penúltimo capítulo🙃

Deambularon por las callejuelas de la capital, guiados por Nía, cubiertos todos con capas, túnicas o cualquier elemento que escondiera sus armas y rostro sin llegar a quedar fuera de lugar. En cuanto llegaron cerca de su destino, se adentraron en una estrecha y oscura calle, para permanecer escondidos hasta que se fuese la luz.

Ya caía el sol en el horizonte cuando salieron por fin de aquel lugar. Kyla se colocó un vestido beige que había cogido del carromato del mercader. Para evitar quedar desprotegida, se lo puso encima de sus ropas de cazadora y sus armas (que, dadas las consecuencias, ya no consistían sólo en el cuchillo de Axel, sino que ahora incluían tres dagas y otro cuchillo algo más pequeño). Lo de cambiar su vestimenta se lo había propuesto Nía, arguyendo que, como tendría que vigilar el camino desde la mazmorra de Amaranthi hasta la habitación de la princesa, por donde se accedía al pasadizo, sería mejor que pareciese una sirvienta o cualquier doncella del castillo. Ella accedió, pensando también en revisar los armarios de la princesa por si acaso encontraba algún delantal u otro que le permitiese pasar más o menos desapercibida.

Llegaron rápidamente a la parte trasera del castillo, y, para evitar un enfrentamiento que pudiese delatar su posición, esperaron a que pasara un grupo de guardias, y luego corrieron hasta el alto muro. Nía comenzó a tantear las piedras nerviosamente, buscando frenética la que abría el pasadizo. Una vez la encontró, sacó su cuchillo y, sin titubear, se abrió un corte en la palma de su mano y la restregó contra el suelo de piedra ante la mirada atónita del resto. Poniendo los ojos en blanco, presionó la piedra y esperó.

***

Tylen apretó los labios mientras caminaba junto al otro soldado hasta la mazmorra de Amaranthi. Esperaba que lo que había escuchado no fuera cierto.

En cuanto se abrió la puerta y vio la expresión de desconcierto en la cara de la prisionera mientras su compañero liberaba sus muñecas de los grilletes, aclaró con un tono frío y distante:

-La reina solicita vuestra presencia.

La verdad, no pensaba que a la chica le quedase fuerza suficiente para caminar hasta allí, vista su cara extenuada. Toda ella se veía en un estado lamentable: delgada, temblorosa, y con la piel grisácea, el pelo enmarañado y los labios agrietados.

Aun así, la chica asintió con la cabeza, con una determinación inquebrantable en sus ojos.

-No me la acerquéis demasiado.- Siseó, y luego se encogió ligeramente de hombros..- No querría dejaros sin vuestra reina.

***

Después de lo que pareció una eternidad, por fin hubo movimiento. La piedra que había presionado Nía desapareció, como si alguien la hubiese arrancado desde dentro. Acto seguido, cayeron las de alrededor de la misma, abriendo un agujero en el muro del castillo, dentro del cual se apreciaban unos escalones de lo que parecía mármol que bajaban hasta perderse en la oscuridad.

La morena les hizo un gesto de asentimiento, indicándoles que entraran. Así hicieron. Pasó Nía delante, luego Olgar, y en cuanto Kyla puso un pie en la escalera...

-¡Kyla!

El sonido del grito desesperado de Tylen le hizo darse rápidamente la vuelta. Vio a su amigo corriendo en su dirección con la vista clavada en ella. Axel se tensó y sacó la espada apuntando al chico, y Nía los instó para que entraran, puesto que en cualquier momento llegarían los guardias que patrullaban los alrededores del castillo.

Kyla apartó suavemente a Axel, que estaba colocado delante de ella, y le obligó a meterse en el pasadizo. Desde dentro del mismo, el chico se giró para mirarla, esperando a que entrara, pero ella tenía los ojos clavados en Tylen. En cuanto llegó, lo hizo entrar también, y finalmente desapareció ella por el hueco en la piedra, que se cerró mágicamente a sus espaldas.

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora