Epílogo

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Seis semanas después

Axel no podía más. Habían intentado de todo para escapar de aquella maldita cabaña, sin éxito.

Se encontraban en una cabaña al lado del mar, a las afueras del bosque Selenil, rodeados constantemente de guardias. Sin armas, con poca luz e incomunicados. No habían salido afuera desde que los trajeron allí, sin Kyla.

Le volvía loco no saber nada de ella. Al principio se había pasado los días aporreando la puerta, buscando salidas, e intentando escapar por las minúsculas ventanas. No dejaba de pensar en todo por lo que estaría pasando, ya fuera sola o con esa bruja y su corte. Todos estaban preocupados. Y él no podía si no repetir las palabras del Espíritu en su cabeza. <<"...no la dejes sola. Bajo ningún concepto. Y evitad a toda costa la Sala del Trono...">>. Se odiaba a sí mismo por no haber prestado atención a aquello.

También estaba enfadado, a decir verdad. Había hecho ese trato estúpido comprometiéndose a permanecer allí siempre que ellos estuviesen fuera de allí y a salvo. Por supuesto que lo estaban, pero eso no era ni de lejos lo que pretendía Kyla. Seguramente ni sabría qué era de ellos. Lo cierto era que Melaneia sabía muy bien cómo manipular y jugar con las palabras para conseguir lo que quería.

Sólo esperaba que Tylen estuviese con ella. Nunca habría creído que deseara algo así de ese guardia, pero confiaba en que él la ayudase. Era un pensamiento desesperado, sabiendo cómo la había tratado aquel día en el Pinar, pero también su único consuelo.

A su alrededor, el resto tampoco se veía mucho más animado. Se encontraban todos en silencio, cada uno haciendo algo para tratar de matar tiempo. Nía hacía flexiones, Olgar meditaba y Amaranthi dormía. Últimamente eso era todo lo que había hecho. Dormir. Sea lo que sea que le hubiese pasado en el castillo, había drenado toda su fuerza. No había querido compartir lo ocurrido, y el resto habían respetado aquello.

De pronto, una luz proveniente de la puerta iluminó la estancia. Habían abierto. Como cada vez, se colocaron todos rápidamente en los puestos que habían planeado para intentar atacarlos y salir, pero los guardias ya lo esperaban. Cerraron rápidamente y los inmovilizaron en cuestión de segundos. Había tantos que ni estando en sus mejores condiciones físicas habrían podido tumbarlos, pero igualmente lo intentaban.

-Ese.- Dijo uno, señalando a Axel, que se quedó confuso.

Los guardias que lo sujetaban lo levantaron y comenzaron a llevarlo a la salida.

Axel se giró hacia Olgar, preguntando con la mirada si resistirse o dejar que se lo llevaran. El viejo le indicó que se dejara llevar.

La luz del sol lo cegó por unos minutos. Llevaba tanto sin salir que sus ojos todavía no se acostumbraban a su entorno. Se movía con torpeza y sin ver nada.

Cuando por fin pudo ver con claridad, supo que se encontraba en una carreta tirada por caballos, con seis guardias a su alrededor. No dudó un segundo y trató de saltar fuera del vehículo, pero un golpe en su estómago lo dobló hacia adelante. Un guardia le agarró del pelo para mantenerlo sujeto. No podía escapar. No con un guardia aprisionándolo y otros cinco a su alrededor para bloquearle el paso.

-Muévete otra vez y usaremos esto.- Le enseñó un poulevien.- A tu amiga Amaranthi le encantó.

-Capullo.- Masculló el chico entre dientes.

Después de unos cuantos días de trayecto, llegaron a la capital, lo que extrañó a Axel. Luego cayó en la cuenta de que allí seguramente estaría Kyla, y comenzó a pensar en un plan, sin importarle en absoluto que usaran el poulevien con él.

Sin embargo, apenas tuvo tiempo de ponerlo en marcha, puesto que en cuanto paró el traqueteo del vehículo, lo bajaron a empujones y lo metieron en el castillo.

Los sirvientes y otro personal del castillo se quedaron estupefactos al verle pasar, y la mayoría retrocedieron con miedo. Él los ignoró, centrado como estaba en memorizar el camino por el que le estaban llevando.

Llegaron a una sala no demasiado grande, con una chimenea y un amplio e indudablemente caro sofá en el centro. Cuatro de los guardias se apostaron en las dos puertas de la habitación, mientras que los otros permanecían a cada lado.

La puerta a su espalda se abrió con un crujido. Lentamente, comenzó a girar sobre sus talones, preparándose para encontrarse con el hosco rostro de Melaneia.

Sin embargo, no fue ella a la que terminó encarando, sino a una muchacha de largo y sedoso pelo negro y ojos verde jade. Esos ojos. Se quedó inmóvil, mirándola fijamente.

Cuando por fin reaccionó y dio un paso hacia ella, notó las fuertes manos de los guardias agarrando con firmeza sus brazos, pero él no luchó por quitárselos de encima, sino que se quedó contemplando a la chica.

Estaba más delgada que de costumbre, y tenía profundas ojeras que habían intentado tapar con maquillaje. A pesar de ello, estaba hermosa. Iba ataviada con un vestido simple, color malva, que dejaba expuesto su blanco cuello, en el que se apreciaba un collar dorado. Habían trenzado hebras doradas en su pelo color azabache, peinado hacia atrás en un recogido elegante, pero simple. Y portaba una tiara dorada sobre su cabeza.

En cuanto la miró a los ojos, Axel supo que algo andaba mal. Tenían un brillo extraño, como si estuviese teniendo una lucha interior que la estaba devastando. Sin embargo, su expresión era serena, a pesar de la ligera confusión que cruzaba su rostro.

-Kyla.- Exhaló el muchacho, aliviado al verla. -¿Estás bien? ¿Te han hecho daño? ¿Necesitas...?

El sonido de su suave voz cortó la frase de Axel.

-¿Quién es Kyla?

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora