Capítulo X

56 8 7
                                    

Kyla estaba agotada. Habían pasado ya cinco días en los cuales ella y Axel no habían hecho otra cosa que caminar, recorriendo entre treinta y cuarenta kilómetros al día.

Según Axel, aquel día llegarían ya a la linde del bosque, a lo que Kyla suspiró, aliviada.

Efectivamente, ya era por la tarde cuando divisaron el conjunto de árboles que marcaba el inicio de dicho bosque. Llena de felicidad y adrenalina, la chica aceleró el paso, y en menos de una hora, se internaron en la maleza.

Cuando el muchacho llegó con ella, le indicó que siguiera hacia delante con un gesto, a lo que Kyla obedeció, extrañada.

Continuaron la caminata. En un momento dado, la joven no pudo aguantarse y preguntó;

-¿A dónde vamos ahora? Creía que se trataba simplemente de llegar al bosque...

Axel la miró, casi con una disculpa en los ojos.

-Bueno... Había que llegar al bosque, sí, pero la reunión es en una zona específica de él, llamada Pinar Oscuro. Celebramos todos los encuentros allí, porque nadie va, debido a la gran cantidad de magia que tiene esa parte del bosque. Pero esa no es la cuestión. Resulta que... el Pinar Oscuro se encuentra a unos doce o trece días de aquí.

-¿¡QUÉÉÉ!?

-El bosque es inmenso y...

-¿¡POR QUÉ NO ME LO HAS DICHO ANTES!?

-No me lo preguntaste, y preferí no comentarlo.- Replicó él, secamente.

-¿¡Y POR QUÉ ME DIJISTE QUE HASTA EL BOSQUE HABÍA DOSCIENTOS KILÓMETROS?

-Porque los hay. No doscientos exactos, pero aproximadamente son doscientos, sí.

Frustrada y algo enfadada con el chico, Kyla continuó la marcha en silencio, sola con sus pensamientos.

Pasaron los días. Kyla, que no había aguantado más de dos días sin dirigirle la palabra al chico, todavía seguía algo resentida con él por el pequeño engaño.

Axel calculaba que en tres o cuatro días llegarían al punto de reunión del Ejército de la Corona, que, según le explicó, era el nombre que los arcanienses que buscaban a la reina legítima de Arcanum utilizaban para referirse a sí mismos. El resto de arcanienses simplemente los llamaban rebeldes.

Cuando terminaba el día, después de una larga caminata, buscaban un sitio más o menos escondido entre los árboles, donde cenaban y se acomodaban como podían para dormir.

Sus comidas consistían en algunas bayas o hierbas comestibles que se encontraban en el camino, de las cuales Kyla ya conocía unas pocas gracias al herbolario que había cogido en la biblioteca, que iba leyendo en los ratos libres que encontraba. Otras veces, Axel cazaba algún animalillo despistado, como una ardilla o un conejo, y encendían una hoguera para asarlo en la cena.

Aunque Axel le había ofrecido enseñarle a cazar, la chica se había negado en rotundo. Mientras pudiese evitarlo, prefería no ser ella quien matase a esas pobres criaturas inocentes.

Esa noche, después de tomar los restos de la carne de conejo que sobraban del día anterior, acompañada de unas setas que habían encontrado a los pies de un gran árbol, Kyla se dispuso a sacar uno de los libros de su alforja. Se había terminado ya el "Herbolario del Glorioso Reino de Arcanum", aunque a pesar de ello todavía no conocía demasiadas plantas arcanienses. Tras un rato decidiendo cuál de los otros libros leer, se decantó por el "Bestiario del Glorioso Reino de Arcanum".

Lo extrajo, y acarició la portada color escarlata. Observó en ella, hermosamente dibujados, representaciones de corzos, aves, y otros animales que no distinguía con claridad, posiblemente debido a que no había visto jamás bestias de esa clase. Le impresionó especialmente el detalle que tenían los dibujos; sin duda, habían sido realizados con mucha atención y esmero.

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora