Capítulo XI

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Sin pensárselo dos veces, echó a correr en dirección contraria, buscando alguna vía de escape. El pinar era tan tupido que apenas se veía lo que tenía a unos metros, así que no resultaba fácil saber por dónde ir.

Decidió arriesgarse, y eligió una dirección al azar para salir corriendo, con tal mala suerte que chocó contra alguien, terminando ambos en el suelo.

Cuando alzó la cabeza, se encontró cara a cara con otro rostro familiar; unos profundos ojos azules, pertenecientes a un anciano de barba y pelo blancos, la observaban con extrañeza.

Apenas tuvo tiempo de procesar quién era aquel hombre, cuando oyó la voz de Axel no demasiado lejos:

-¡Kyla!

Se levantó como pudo y trató de huir, pero el anciano se interpuso en su camino más rápidamente de lo previsto.

Entonces cayó en la cuenta; era el mismo hombre que estaba con Sara cuando ocurrió aquel "sueño".

Cerró los ojos con fuerza, deseando despertar otra vez en su cama y olvidarse de toda aquella pesadilla, inútilmente.

-María...- oyó la voz de Sara a sus espaldas, y notó cómo una mano se posaba en su hombro.

-¡No me toques!- exigió ella, soltándose bruscamente de su agarre.

Luego se giró para encararla, con fuego en los ojos:

-Así que aquello que pasó cuando viniste al orfanato no fue cosa mía, ¿no?- le espetó, fulminándola con la mirada. Sara negó con la cabeza, mirándola, con el rostro impasible. -¡Realmente me pegaste, drogaste y arrastraste a este lugar, para luego hacerme creer que todo era producto de mi imaginación!- Esta vez la muchacha asintió, con la misma expresión indiferente de antes. Kyla no sabía si le molestaba más descubrir que no había sido un sueño o la clara falta de remordimientos en el rostro de su "amiga". -¿¡Sabes lo que fue tener que superar el hecho de no saber si lo que estaba viviendo era real o no, o tener que tratar de evitar pensar que todo aquel que se acercaba a mí iba a ser un guerrero asesino que me iba a llevar a un bosque oscuro para hacerme preguntas estúpidas!? ¿¡O lo que fue pensar que me estaba volviendo una loca paranoica que tenía un serio problema y demasiada imaginación!? ¿¡O lo que fue...!?

-María, deja que te lo explique todo.- La interrumpió Sara, cortante.

Ella le dedicó una mirada asesina.-Es Kyla.

-¿Qué?

-Que me llamo Kyla, Sara.

-De acuerdo, "Kyla". Y yo me llamo Amaranthi, si no te importa.- Replicó ella, poniendo énfasis en el nombre.

La tensión entre ambas era palpable. Axel, que hasta ese momento había permanecido al margen, resopló:

-Y yo que creía que os llevabais bien...

-¡CÁLLATE!- le gritaron las dos, al unísono.

Él levantó las manos, en señal de rendición.

Después de un incómodo silencio, Kyla inquirió, mirando a Amaranthi:

-¿Y qué me tenías que explicar, si puede saberse? ¿Me vas a soltar un discurso que has preparado alegando que todo lo que hiciste tenía una buena causa y cosas así, o vas a optar por la excusa barata?

-Ahora mismo no puedo aclararte nada. La reunión va a empezar, y es muy largo de contar.

Dicho esto, se dio la vuelta y volvió por donde habían venido, al igual que lo hicieron Axel y el anciano que le había cerrado el paso. Kyla puso los ojos en blanco. A pesar de haberle gritado a Amaranthi todo eso en la cara y fingir que no le intimidaba, lo cierto es que estaba asustada. De ella. De lo que era capaz de hacer.

Arcanum: La heredera perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora