Kyla llamó suavemente a la puerta con los nudillos, y se sorprendió al oír un débil murmullo en respuesta. No esperaba que Nía estuviera despierta. Abrió suavemente, con una bandeja de comida en la mano, y la encontró ahí, tumbada en la cama, mirando el techo con sus ojos marrones.
-¿Puedo pasar?- Preguntó, y vio como la chica se encogía de hombros, casi imperceptiblemente. Kyla levantó la bandeja que le habían mandado llevar.- Te he traído comida. Eh...soy Kyla, por cierto.
Entonces la otra la miró.
-Nía.- Se presentó, con expresión precavida.
Kyla cayó en la cuenta de que Nía no sabía que ella formaba parte del Ejército, aunque eso fuera más por obligación que por voluntad propia.
-Em... Que sepas que ahora estás a salvo y todo eso. Somos del Ejército.- Sintió raras aquellas últimas palabras en su boca.- Estamos ahora mismo en casa de Brandal.
La mirada de la convaleciente se relajó, para luego dirigirse hacia la puerta, como esperando a alguien más.
-¿Y sabes dónde está Amaranthi? Necesito hablar con ella...
Esa pregunta le sentó a Kyla como una patada en el estómago. No, no estaba allí, sino en algún lugar de la capital, probablemente en el castillo, apresada por Melaneia. Y era su culpa. No había podido salvarla porque se había desmayado después de derrotar a ese estúpido guardia.
Pudo ver que la otra la observaba con ojos entrecerrados, seguramente creyendo que le había mentido con lo de que era de los rebeldes.
-En la capital.- Dijo, con tono arrepentido.- La capturaron.
Nía bajó la cabeza.
-Fue mi culpa, ¿no? -Musitó.- Seguro que terminé diciendo algo... Es decir, no sabía dónde estaba Amaranthi, pero me hacía una idea sobre sus posibles escondites y todo... No recuerdo haber contado nada, pero posiblemente...
Kyla la interrumpió.- No, no fuiste tú. Estábamos Amaranthi, Olgar, Axel y yo en un callejón que daba a la plaza, viéndolo todo. Ella arremetió contra la reina en cuanto pudo reaccionar.
Nía alzó sus ojos almendrados, que a pesar de tratar de aparentar seguridad se podían percibir al borde de la desesperación, hasta posarlos en los de ella, suspirando aliviada. Kyla los observó. Parecían vacíos, tristes. Aquello que había hecho la reina la había dejado exhausta y sin ánimos. Su mirada descendió hasta posarse en su cuello, donde la palabra "TRAIDORA" estaba ya cicatrizando, quedando grabada en su carne de forma permanente.
La voz de la otra, aún algo quebrada, la sacó de sus pensamientos.
-¿Has dicho Axel?- preguntó.- Hace mucho que no lo veo...
Una sensación extraña que no supo identificar se asentó en el pecho de Kyla. Como una punzada molesta. Pero respondió igualmente, ¿por qué no iba a hacerlo? Era comprensible que preguntara, parecían ser amigos.
-Está en su cuarto, seguramente entrenando o algo así. En los cuatro días que llevamos sin poder salir al exterior, no hace mucho más. Si quieres voy a llamarlo.
Sin esperar respuesta, Kyla salió, dejando la bandeja en una mesita cercana al catre de la chica, y fue a la puerta de Axel. Dudó un momento, puesto que no sabía si el chico querría recibir visita en ese momento, y menos de quien hacía unos días le había gritado unas cuantas veces, pero al final se decidió y llamó.
<<Si no quiere verme que cierre los ojos.>>, pensó antes de que se abriese la puerta.
Sorprendentemente, no estaba haciendo ejercicio, sino que estaba con sus ropas de siempre, y un libro en la mano, en el que había colocado un dedo haciendo las veces de marcapáginas. Kyla trató de ver el título, pero Axel movió la mano y depositó el libro en algún lugar fuera de su campo visual, seguramente en una mesa o algo así.
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Arcanum: La heredera perdida
FantasyLIBRO UNO (📚 saga Arcanum) María es una huérfana desde que tiene uso de razón. Los demás siempre han notado en ella algo...extraño. Algo que les incita a apartarse de ella. Sin embargo, el día de su decimosexto cumpleaños, todo cambia... ¿Existe ot...