La promesa

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Holis amores yo de nuevo por acá ¿me extrañaron? JAJAJAJA yo sé que no he estado subiendo tantas historias como antes pero he andado muy pero muy ocupada con cosas del colegio ¡en dos semanas salgo ya de vacaciones! Entonces nos dejan más tarea de lo usual por esa razón no he estado por acá pero ustedes saben que siempre intento contestar todos los comentarios pero son muchísimos si más de alguno se me escapó perdón.

Les cuento que hoy no iba a subir esta historia pero una niña muy desesperada me escribió por Whatsapp diciéndome que actualizara que no tenía nada que leer JAJAJAJA esta historia esta dedicada para ella gracias por estar todos presentes sin más que decirles espero que disfruten de esta historia tanto o más como yo la disfrute.

saben hace unos días les puse un reto a mis amigas la primera que terminara de leer la historia "Mucho más que amigos" le dedicaría la historia siguiente que subiera  y bueno se lo tiene ganado por las horas no dormidas #MelanyFomentandoLaLectura JAJAJAJA.

saben hace unos días les puse un reto a mis amigas la primera que terminara de leer la historia "Mucho más que amigos" le dedicaría la historia siguiente que subiera  y bueno se lo tiene ganado por las horas no dormidas #MelanyFomentandoLaLectura ...

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Capítulo 1: Quiero que me hagas una promesa.Un dedo tembloroso pulsó el timbre de aquella puerta de maderaoscura. ¡Dios mío! ¿Pero qué hacía ella allí? Cumplir una promesa, esohacía... Cumplir la última promesa que le hizo a su marido... Está bien,Betty, cuando él abra la puerta se lo preguntas, él, por supuesto tecontestará que no, tú le darás las gracias y te marcharás... Sí, esoharía. Esperaba que Don Armando estuviera en casa, si no todo aquellotendría que esperar, y ella debería volver a pasar por la ardua tarea devolver a mentalizarse para el reencuentro... Michel, ¿por qué me hicisteesto?, se preguntó lamentándose mientras alzaba la vista al cielo.Hacía ya casi dos años desde la última vez que vio a Armando Mendozaen aquel día en que él le informó que renunciaba a EcoModa para queella misma no lo tuviera que hacer. Él se marchó, tal y como leprometió, y ella... ella acabó su gestión como presidente de EcoModa, sela entregó a Don Roberto sin ninguna deuda, y se marchó a Cartagena,con Michel...Al pensar en él una sonrisa acude a sus labios... Michel... 

¡Dios, cómolo extrañaba! Hacía tan sólo dos meses que él se había ido, y a ella lehabían parecido una autentica eternidad. Lágrimas de tristezaacudieron a sus ojos, y Betty parpadeó repetidamente paraahuyentarlas. Ahora no era momento de ponerse triste. ¿Qué pensaríaDon Armando si se la encontraba en su puerta llorando? Creería que sehabía vuelto loca, oj oj oj oj.Sin querer sus pensamientos viajaron hasta el momento en que le hizoa su marido aquella extraña promesa. Llevaba ya año y medio viviendoen Cartagena compartiendo el apartamento con él, cuando Michelcomenzó a sentirse mal y a tener aquellos fuertes dolores. Tras muchoinsistir, él por fin accedió a hacerse un chequeo completo, siendo losresultados del todo inesperados, a la vez que demoledores. Michel teníauna leucemia muy avanzada y los médicos no le daban mucho tiempode vida.Fue entonces cuando sucedió. Él le volvió a pedir matrimonio, y esta vezella no pudo negarse. No, no podía dejar de hacer feliz al que se habíaconvertido en su mejor amigo. Por que Michel era su mejor amigoademás de la persona que mejor parecía entenderla.Hasta ahora todos los intentos de acercamiento por parte de él habíansido rechazados de manera amable por Betty, pero esta vez no podía. Élla amaba y ella lo sabía, pero aunque lo deseara con todas sus fuerzas,Beatriz no podía corresponderle. Y seguía sin poderlo hacer, pero a él nole importó. Tan solo quería ver su sueño cumplido, casarse con el amorde su vida aunque después de la boda su relación siguiera como hastaentonces, disfrutando de su mutua compañía, pero por las noches cada uno en su propia habitación... Y en una soleada mañana, en una de lasplayas de Cartagena, ambos se casaron.Betty pensó que esto ayudaría en la recuperación del francés. De hechose tomó la salud de él como un reto. No hacía más que decirle en quedaba igual lo que los médicos dijeran, que si él luchaba podría vencer ala enfermedad, lograría vencer a su propio cuerpo que parecía estarlegastando una mala pasada... Michel sonreía débilmente y le asentíapara mostrarle que estaba de acuerdo con ella, pero en el fondo sabíaque eso no ocurriría, y que él finalmente moriría. Por ello ideó un plan,un plan para que su dulce esposa no se quedara sola. Betty era de esaspersonas que necesitaba marido e hijos para ser feliz, aunque ella lonegara rotundamente.Así que uno de sus últimos días de vida, tumbado en la cama delhospital, comenzó la conversación que haría iniciar ese plan.Michel: Betty, tenemos que hablar –dijo con voz algo entrecortada perocon una sonrisa en los ojos a pesar del dolor que sentía.Betty, siempre pendiente de él, se levantó del sillón situado a suderecha y le cogió la mano. ¡Dios, qué delgado y frágil estaba! Su cuerpose había consumido de una manera demasiado rápida, tanto para élcomo para ella. Betty acarició suave y dulcemente la mano que teníaentre las suyas.Betty: ¿De qué quieres hablar? –preguntó también sonriéndole, ningunode sus tristes pensamientos se reflejó en su semblante.Michel: ¿Tal vez de lo que va a ser de ti cuando yo muera? –intentóbromear, pero por lo visto a ella no le hizo ninguna gracia.Betty: ¡No digas eso! –exclamó furiosa-. ¡Tú no te vas a morir!Michel: Beatriz –la reprendió con cariño-, seamos realistas, ¿deacuerdo? Tú lo sabes y yo lo sé...El tono con que Michel afirmó aquello, hizo que un nudo comenzara aconstreñirle la garganta. No era furioso, ni irritado, ni tan siquieraapenas disgustado. La aceptación que había en él la asustó. Michelparecía hasta feliz por aquello. Feliz por descansar de una vez, por dejarde sufrir aquellos insoportables dolores, lo veía y lo leía en sus ojos. Sinpoderlo evitar dos lágrimas comenzaron a deslizarse por las suavesmejillas.Betty: Pero yo no quiero que te mueras... –murmuró prácticamentesollozando contra la mano de él.Una sonrisa triste acudió a los labios de Michel. Con un esfuerzo que lepareció titánico, alargó su otra mano y levantó el mentón de Betty paraque ella lo mirara.Michel: Cariño, da igual lo que tú quieras, el hecho es que va suceder...Yo ya lo he aceptado, tú también tienes que hacerlo...Betty: Pero... –intentó protestar, revelarse contra la realidad, hasta quele vio guiñarle uno de sus azules ojos con complicidad. Entoncesdesistió.Michel: No llores, ¿sí? –le pidió con una sonrisa-. Haces que yo meponga más triste.Betty asintió, se sorbió ruidosamente la nariz, y con las manos trató desecar la humedad que había en su rostro. Después compuso susemblante y le regaló una sonrisa.Betty: Ya... ya no lloro.Michel: ¡Esa es mi chica! –musitó orgulloso.Como recompensa la sonrisa de Betty se ensanchó.Michel: Hemos sido felices este tiempo, ¿verdad Betty? –continuó él.Betty: Sí, lo hemos sido –asintió conforme.Michel: Y yo quiero que lo sigas siendo una vez me haya ido. Bueno, yasé que te quedan mis millones –bromeó alegre quitándole seriedad a loque le iba a decir-, pero cómo se dice por ahí, ¡el dinero no lo es todo!Beatriz le dio un golpe de protesta en el brazo.Betty: ¡Oye! –exclamó fingiéndose indignada, pero después decidió queél no era el único que podía bromear-: Aunque bueno, ahora que nosestamos poniendo sinceros, te diré que heredar ese dinero fue la razónque hizo que esta vez aceptara casarme contigo.Michel: ¡Lo sabía!Betty lo volvió a golpear al tiempo que una pequeña carcajada salía desu garganta. La risa de él se unió a la de ella y tras unos instantes,cuando cesaron las carcajadas, ambos se quedaron mirando a los ojos,compartiendo un silencio cómplice que duró unos segundos o tal vezminutos.Michel: Betty –rompió finalmente el silencio-, quiero que me hagas unapromesa, ¿sí?

Historias de Betty, la fea. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora