El día que cambió mi vida

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HC3.- EL DÍA QUE CAMBIO MI VIDA. CATA

Introducción"

Esta historia comienza el día en que Betty llega por primera vez a Ecomoda en busca de un trabajo como secretaria... Las cosas también podrían haber sucedido así... ¿cierto?
Capítulo 1. Olvidó poner una foto en su hoja de vida.

Cuando bajó de la buseta temblaba cual hoja movida por el viento. Estaba segura de que perdía el tiempo y que de nuevo le dirían eso de “ya le avisaremos”. Había enviado por correo su hoja de vida y deliberadamente había omitido la foto. Si veían su aspecto en una empresa de modas, seguro que la rechazaban. Claro que para el caso era lo mismo porque cuando la vieran ahora no la admitirían. ¿Qué imagen iba a dar a los clientes? Suspiró ostensiblemente y se dispuso a acceder al edificio. Ya iba a entrar cuando llamó su atención un imponente “Mercedes” descapotable que estaba parqueando delante de la puerta de la empresa.

Del interior del vehículo bajó una rubia oxigenada muy exuberante que, con un gesto casi instintivo, movió la cabeza dejando flotar al viento una preciosa cabellera. La muchacha iba vestida con una falda de esas que su papá llamaba “cinturón”. Y es que más que una falda corta parecía un “cinturón ancho”. Apenas tapaba nada y dejaba al descubierto las largas y bien torneadas piernas de su propietaria.

Al darse cuenta de que la rubia tenía la intención de entrar en la empresa, aceleró el paso y entró en el edificio. Una vez dentro se dirigió a la recepcionista, una muchacha de pelo rizado, con una falda también ”tipo cinturón” y un pronunciado escote.

Betty: Bu... buenos días, señorita. Tengo una cita con el jefe de personal. Me puede indicar cómo llegar hasta él.

Aura María Fuentes, que así se llamaba la recepcionista, abrió unos ojos como platos cuando vio al adefesio que tenía delante y que con voz gangosa le había hecho la pregunta.

Aura.: ¿El jefe de personal? –Con una sonrisa sarcástica en los labios- ¿No me diga que está buscando trabajo como modelo?

Betty.: Oj oj oj oj. No, señorita. ¿Cómo cree? ¡Con estas fachas! Vengo por un trabajo de secretaria.

Aura.: ¡Ahhhhh! Ya entiendo...

Pero lo cierto es que no entendía nada. Porque ella sabía los “gustos” de ese baboso del jefe de personal y por nada del mundo admitiría a alguien con el aspecto de esa muchacha que tenía delante. ¿Será que iba recomendada por alguien? Bueno, eso no era asunto suyo. Se disponía a indicarle a esa señorita dónde estaba el elevador y la planta a la que debía dirigirse, cuando una voz fuerte de mujer le hizo girar la cabeza.

Patricia.: ¡Hola! Soy Patricia Fernández. Estoy buscando a Marcela Valencia. ¿Me puede indicar?

Aura.: Buenos días, señorita. Vea, esta señorita va a la misma planta.

Patricia le dirigió una mirada altiva a esa muchacha tan horrible que estaba al lado de la recepcionista. Pero se abstuvo de decir nada.

Aura.: Deben subir en el elevador hasta la segunda planta y allí vuelven a preguntar.

Betty.: Muchas gracias, señorita.

Patricia.: Sí, gracias.

Cuando se abrieron las puertas del elevador, Betty muy cortésmente cedió el paso a Patricia. La muchacha le dirigió una mirada condescendiente y musitó un “gracias”.

Durante el trayecto no se dirigieron la palabra la una a la otra. Al llegar a la planta ejecutiva salieron del elevador y fue Patricia la primera en preguntarle a una muchacha muy alta con un peinado muy anticuado.

Historias de Betty, la fea. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora