ESPEJISMOS
Capítulo I.- Fin de carrera.
Betty camina ilusionada la poca distancia que separa su casa de la de los Mendoza, pues han quedado allá para ir todos juntos.
Ha conseguido convencer a su papá, el severo don Hermes, para que la permita vestirse más de acuerdo con la moda actual, y el buen señor ha accedido a regañadientes aunque no le convence el vestido entallado, ni siquiera ajustado, con la faldita sobre las rodillas, pero como el escote es muy decente y cerradito y doña Julia le mira con cara de pocos amigos, pues no le ha quedado otra que autorizarla a ir así a la fiesta.
También estrena zapatos con un pequeño tacón, y camina desnivelándose continuamente.
Lo que no ha conseguido es cambiar el peinado.
- M´hija, no debe transformarse más! A ver si no la van a reconocer sus amigos con tanto cambio... Usted está bien linda tal como es! – La dice don Hermes.
Y así sale de casa. Algo ha logrado y se siente mejor. Se dice:
“Bueno, Betty. Al menos has mejorado un poco de barbilla para abajo. Batalla a batalla... terminarás ganando la guerra.”Al llegar a la cancela del jardín coincide con los hermanos Valencia.
- Betty! Veo que finalmente convenciste a tu papá. – Exclama Marcela. – Me alegro, así estás mucho mejor.
- Es cierto, amiga. Poco a poco hay que ir cambiando la mentalidad de don Hermes.- Añade Daniel.
- Eso espero, chicos. Gracias.
Y haciendo conjeturas sobre lo que esperan de la fiesta a la que van a asistir, llegan en unos minutos ante la puerta de la casa de la familia Mendoza.
Pulsan el timbre y les abre la mucama.
- Buenas noches.
- Buenas noches, Diana. - Contestan los tres.
- Pasen al salón, por favor. – Y les indica con la mano.
Al entrar allá, ven que ya están esperando Mario y Nicolás, y Armando aparece tras ellos bajando las escaleras.
- Ya estamos todos menos Camila. Como siempre! Diana, por favor, dígale a la tardona de mi hermana que de nuevo ha conseguido tenernos a todos esperándola, así que no hace falta que se esfuerce más. – Se vuelve al grupo. – Hola, chicos! Cómo estáis?
- Pues, a pesar de la satisfacción por haber acabado la carrera... – Explica Daniel. – Os podéis creer que siento como un vacío en el estómago?
- Lo creo porque yo noto lo mismo. – Confirma Mario.
- Lo que ocurre es que sentimos inseguridad ante lo que se nos avecina: la responsabilidad del trabajo, considerarnos adultos... – Reflexiona en voz alta Nicolás.
- En una palabra: se espera de nosotros que sentemos la cabeza. – Resume Mario. – Pero supongo, Armando, que tú no tendrás problema, ya que siempre has sido muy juiciosito y un repelente empollón.
Marcela y Betty les escuchan sonrientes. Ellos cuatro han terminado sus respectivas carreras, pero ellas aún tienen por delante un par de cursos.
- Mario, yo tengo ganas de ir a hacer el master a Harvard para perfeccionar mis estudios y mi inglés, y volver a Bogotá para trabajar en Ecomoda. – Contesta Armando a su amigo.
Betty se apena al recordar que él va a estar lejos durante meses.
- Lo mismo alguna yankee te roba la inocencia. – Bromea Daniel.
Ella le mira atravesándole y piensa: “Dale ideas...”
- No, Daniel. Hasta que no termine totalmente los estudios, no voy a fijar mis ojos en ninguna chica. – Afirma muy seguro.
- Bien, Armando! No sigas el ejemplo de estos calaveras! – Le anima Betty.
- Chatatachán!!! Estoy lista! – Dice Camila imitando una fanfarria desde lo alto de la escalera.
- ALELUYA!!! – Exclaman Nicolás y Mario.
- Ya era hora, hermanita.
- Qué guapa estás, Cami! – La dicen Betty y Marcela.
En ese momento se abre la puerta de la biblioteca y sale don Roberto.
- Buenas noches, chicas, muchachos... Veo que estáis preparados para asistir a la celebración de fin de carrera de estos cabezas huecas.
- Buenas noches, don Roberto. Ya nos vamos. – Le contestan.
- Betty, sabes si tu papá asistirá a la junta de mañana?
- Sí! Le he oído decir que ha podido solucionar el problema y estará temprano en Ecomoda.
- Bien. Me alegro. Y tu padre, Daniel?
- Depende del avión. Si llega a su hora, estará con tiempo de sobra.
- Papá, ya nos vamos. Te gusto? – Pregunta Camila.
- Naturalmente, hija. Estás guapísima! Y cómo me recuerdas a tu madre! Lamento tanto que Margarita no pueda veros... – Se entristece.
- Vamos, papá! Te prohíbo pensar en el pasado. No te angusties porque mamá nos ve continuamente y está siempre con nosotros. – Le anima Armando.
Don Roberto se rehace con un gran esfuerzo de voluntad y les aconseja:
- Pasadlo rico y conducid con prudencia.
Salen, se distribuyen en dos coches y parten con la ilusión de pasar una gran noche.
Aparcan en un lateral de la facultad y entran por la puerta principal, dirigiéndose hacia donde suena la música.
Encuentran la gran sala perfectamente preparada para la ocasión y se encaminan a la zona cercana a las puertas del jardín, pues se nota calor al entrar.
Saludan a los conocidos y compañeros con los que se cruzan, y de inmediato todos salen a la pista a bailar.
Todos menos Betty y Armando. Ella por su timidez y complejo de feíta, y Armando porque es tan empollón que no sabe ligar, ni se atreve a invitar a ninguna chica.
Ven que los otros disfrutan y les animan a unirse al grupo.
- Betty, vamos a hacerles caso para que nos dejen en paz! Anda!
- Bueno. Así dejaremos de estar acá plantados como dos pasmarotes.
- Fijémonos en ellos y les imitamos, sí?
- Key, pero vamos a la pista pequeña del jardín, que habrá menos gente. Qué pena con todos!
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Historias de Betty, la fea. II
FanficDisfruten la parte II Estas historias no son de mi autoría, son de una plataforma llamada Tapatalk, las subo porque muchos foros ya han desaparecido y ustedes tiene que leerlas son maravillosas,cada una diferente pero con el mismo amor al escibirlas...