Correos de amor

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A-* Venga, no me moleste ahorita, ¿si?, yo tengo que contarle algo a usted...yo no me siento ya satisfecho con las mujeres con las que estoy, no me llenan, ni Marcela, ni Claudia, ni las modelos... ninguna, si las veo, y si quiero estar con ellas y ya rápido, pero después yo las veo y ya, las veo y nada, no me producen nada... solo vacío...
C-¿Y usted nunca ha sentido atracción por un hombre?
A-Tan chistoso, no, Sigmund Freud. ¿Qué voy a sentir atracción por un hombre? Yo... yo no se, lo que pasa es que si yo sumo a todas las mujeres de mi vida, pues lo mejorcito es Marcela, me da estabilidad, tranquilidad, pero yo no se...
C-Bueno, pero esa duda significa que usted está dejando la puerta abierta para que, no se, entre una mujer y lo llene de amor y de felicidad, lo llene...
A-No se, yo soy muy escéptico a eso, que llegue una mujer que me llene, la que me enamore, yo ni siquiera se que es el amor...
C-Bueno, bueno, escepticismos no, mire en el mundo hay 3500 millones de mujeres y usted no ha estado ni siquiera con 2000, el promedio está muy bajito...
A-Sí, muy mal...
C-Pero quien quita, de pronto un día llega esa mujer, y ojalá que llegue antes de que usted se case...
A-Si me voy a casar ahorita, hombre, yo estoy muy cerca de casarme y ya no llegó, la mujer con la cual yo voy a sentir amor, ya no llegó...*
C-Hermano, no sea tan terminante, además sino llega búsquela usted, presidente...
A-Ah no pues, ¿y qué estuve haciendo según usted? Yo no voy a poner un aviso en el diario...
C-Existen otros métodos...
A-A ver cuáles, Calderón...
C-Por si usted no sabe esta es una época en que la tecnología se encuentra a nuestro servicio, solo hay que saber utilizarla. El internet...
A-Usted está loco, yo no pienso chatear con nadie si eso es a lo que se refiere. ¿Qué tal que entable una relación con una mujer que me parece divina, ponemos una cita y cuando la voy a conocer es un adefesio? No, no, Calderón, yo no estoy para esas cosas...
C-No sea tan extremista, usted ya conoce a la mujer más fea de planeta y está dentro de esa cueva que ve allí...
A-¿Betty?
C-Su mostrete, ninguna mujer puede ser peor que ella, y como ella no puede ser, no creo que se muera del susto al verla...
A-Mi respuesta sigue siendo NO, Calderón, yo jamás voy a hacer una cosa así...

Todas las esperanzas que Beatriz podía tener al escuchar aquella conversación se fueron al trasto con las palabras de Calderón, ella siempre sería la fea y Armando nunca se fijaría en ella.

Salió de de la cueva y se despidió de Armando que le había dado el día libre, después de haberla dejado encerrada toda una noche en esa cueva oscura, porque él necesitaba concretar con Claudia Bosch. Esa mujer de la cual ahora, casi no recordaba el nombre.
Apenas Beatriz dejó presidencia Calderón volvió con lo mismo:
C-No le digo, no puede existir en el mundo una mujer más fea que vampirín...
A-No se si no hay una más fea, pero que a Betty no hay por donde mirarla, no hay por donde, hombre...
C-¿Si ve? Hágame caso, el ciberespacio lo espera, hermano...
A-No me moleste más, Calderón, no me moleste más con sus bobadas...
Calderón va saliendo de presidencia pero antes le dice:
C-Pienselo, piénselo...
A-YA, YA...-le hace el gesto con las manos de que se vaya de una vez, cuando éste le hace caso, se queda pensativo-. ¿Ciberespacio?...Ciberespacio...

Beatriz acaba de acostarse en su cama y comienza a escribir en su diario:
"...Anoche pasé una noche infernal, para Don Armando no existo como mujer. Para él, siempre seré su asistente, su amiga, pero nada más que eso. Me muero de la impotencia al oírlo decir que aún no encontró a la mujer de su vida. Me gustaría poder gritarle que aquí estoy yo, que lo amo y puedo hacerlo feliz. Pero con esas palabras, no haría más que lograr el destierro, un destierro desolador que me alejaría de su lado. Prefiero amarlo en silencio y permanecer junto a él. Este amor es solo mío y así será por siempre..."

Días después...
Todo había salido mal con la colección, entonces Armando había decidido confeccionar la prenda sobre el establecimiento comercial, tendrían guardado un as en la manga en caso de que Ecomoda vaya de mal en peor. Betty al principio se resistió a realizar la prenda pero luego como siempre accedió a los pedidos de su jefe. En medio de semejante huracán, Marcela había regresado de Palm Beach y estaba furiosa con lo sucedido, como siempre el flanco de sus ataques había sido Betty. Ésta no hacía más que soportar y mantenerse en silencio, ¿para qué enfrentarse a Marcela Valencia? Ella lo tenía todo, era bonita, accionista de la empresa, y por sobre todo, la novia de Armando Mendoza y su futura esposa. Las cartas ya estaban echadas, y nada cambiaría el destino.

Historias de Betty, la fea. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora