El amor todo lo puede

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Holis mores, ¿Cómo andan? Yo nerviosa que en unas horas comienzo exámenes, les quería dejar esta historia por acá que no recuerdo si ya la subí y tengo sueño para revisar, si ya la subí me dicen y si no pues también jsjsjsjs (descarada la niña) se les quiere mucho por acá y que tengan un lindo inicio de semana.

Pd: gracias por estar siempre acá a pesar de todo.
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Es el último día que Betty estará en Cartagena, ya han pasado dos semanas desde que abandonó Bogotá, después de la fatídica junta en que se descubrió todo. Estos días que ha pasado en esta hermosa ciudad le han devuelto la vida y lo que es más importante, la confianza en sí misma. Todavía se sorprende cuando se mira al espejo, no puede creer que esa mujer que le sonríe sea la misma Betty que llegó unos días atrás, triste y deprimida.

Se cepilla la larga y lacia melena, debe darse prisa ya que ha quedado con Doña Catalina para ir al odontólogo y para hacer unas compras de última hora, pues a la mañana siguiente, bien temprano, debe regresar a Bogotá y enfrentarse con aquella gente.

La idea de volver a su ciudad, no la hace muy feliz, pero después de hablar con su amigo Nicolás Mora y que este le contara el escándalo que organizó Don Armando en su casa, comprende que no puede esperar más y que tiene que solucionar esa situación de una vez por todas.

Baja al hall del hotel y ya está allí, Doña Catalina, esperándola :

Catalina.- Buenos días, Betty ¿cómo se siente hoy?

Betty.- Buenos días, Doña Catalina. Pues...bastante mejor, la visita de ayer, a las Islas del Rosario, me ha ayudado mucho, me ha dado fuerzas para volver y poder enfrentarme a todo.

Catalina.- ¿A todo Betty?.... ¿A él también?

Betty.- Creo que sí... no sé... la verdad es que lo único que quiero, es terminar con esto, lo antes posible y no tener que volver a acordarme de Ecomoda en toda mi vida.

Catalina.- Bueno Betty, verá como todo se soluciona. ¿Qué?...
¿ preparada para decirle adiós a sus brackets?

Betty.- Si, Doña Catalina ¿vamos?

Catalina estaba decidida a que en aquella mañana, el cambio exterior de Betty, fuese ya completo.

Una vez terminada la visita al dentista, que no fue tan terrible, como Betty imaginó. Catalina le aconsejó que comprara algo de ropa, más apropiada para el clima de Bogotá, bastante más frío que el cartagenero, debido a la altitud.

Betty.- ¡Ay Doña Catalina, que pena con usted!, voy a tardar años en devolverle la plata que está gastando en mí.

Catalina.- ¡Betty!, otra vez con esas, ya le dije que no se preocupara por nada, ya me lo irá pagando cuando pueda y ...¿sabe qué?, también es hora de cambiar esas gafas. Mire, aquí hay una óptica.

Betty.- ¿Pero...Doña Catalina...?

Catalina.- Pero nada... Betty. Venga, entremos.

Después de elegir un moderno modelo de gafas, quedan en volver dentro de una hora para recogerlas. De la óptica se dirigen a una tienda de ropa que hay por allí cerca.

Mientras miran algunos modelos, Betty empieza a sentirse mal, no sabe que le pasa, le duele el vientre y tiene sudores fríos, no quiere decirle nada a Doña Catalina, bastante ha hecho por ella, para ponerse ahora a quejarse por un dolor de barriga. De todos modos, desde que salió de Bogotá, no se ha sentido bien, piensa que es producto del disgusto, pero la falta de fuerzas, y una casi constante jaqueca, no la han abandonado. Respira hondo y traga saliva, quizás se le pase, intenta relajarse, pero de pronto un fuerte calambre la hace doblarse sobre sí misma.

Historias de Betty, la fea. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora