No sé quién eres.

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Pov Poche

—¿Por qué te ríes?—Calle me preguntó confundida.

—Por qué…Tú jamás me creíste a mi, no quisiste ni siquiera escucharme, pero…siempre le crees y escuchas a otras personas, Daniela, si Cataleya nunca te hubiera contado la verdad de las cosas, tú jamás hubieras dejado tu estúpido orgullo y me hubieras escuchado a mi, aún tengo las palabras que me dijiste ese día en el evento grabadas en la cabeza, ¿Crees que es bonito acostarte todas las noches llorando por no ser suficiente para la persona que amas?, ¡NO Daniela, no lo es!

En este momento sentía una mezcla de rabia y tristeza, les juro que en todos estos días, esto era lo que más deseaba, que ella me dijera que se equivocó, que confía en mí, pero…no de esta manera, no por terceros.

—Poche, no es así…escúchame—Calle quiso tomar mi mano, pero yo no deje.

—Já, ¿Quieres que te escuché?…¡Que ironía!, Pero claro, dime Daniela, te escuchó.

—Sé que me equivoque, se que no debí haber actuado de esa forma, se que te lastime mi amor, soy una imbécil, una imbécil que está desesperada en este momento porque no quiero perder tu amor, desde que te conocí mi vida es mucho mejor—Daniela dio un suspiro profundo, se acercó a mí, intento tomar mi mano pero yo rápidamente la alejé—Poche, dejemos esto atrás sí, olvidemos que alguna vez peleamos, yo te amo.

—Daniela, te entiendo pero entiendeme a mí, te rogué, te supliqué una y otra vez, me dolió tú indiferencia, me dolió demasiado y aún me duele, me duele estar lejos de ti, porque sin ti yo no estoy completa, eres la parte que le hace falta a mi vida para poder ser completamente feliz, pero en este momento no puedo volver como sí nada halla pasado entre las dos, esto no es cuestión de orgullo, créeme…es más, por amor propio. Sí quieres que volvamos tienes que esforzarte más, gracias por este detalle de adornar y todo pero…

No pude terminar de hablar porque Daniela se abalanzó a mí, tomo mis mejillas y tomo mis labios con los suyos, me odiaba a mi misma por no poderme resistir a ella, mi corazón empezó a latir como loco y mi piel se erizo al probar de nuevo sus labios, no tenía el control de mí. Mis labios siguieron el ritmo de los suyos, el beso se tornó apasionado, yo caminé hacia atrás, Daniela se sentó a horcajadas de mí, apreté su cuerpo contra el mío, ella jadeó y mordió mi labio inferior, Daniela empezó a besar mi cuello, yo levanté la mandíbula para darle un mejor acceso, apreté sus glúteos, ella empezó a mover sus caderas en un vaivén sobre mi pelvis, el deseo empezó a incrementarse, me sentía muy excitada, deseaba tener a Daniela una vez más, sentirla tan mía.

—Calle…porfavor—dije con la voz entrecortada.

—Quedate esta noche Poche, porfavor no sabes cuanto te necesito, tú sabes muy bien que nos pertenecemos, yo sé que tú me deseas a mi, tanto como yo a ti—ella mordió mi labio inferior y después lo chupo con su boca.

En este momento deseaba tener fuerza de voluntad, pero con Calle me es inútil, ella es mi debilidad, estaba excitada y la deseaba mucho, cuando la calentura se hace presente el cerebro no razona y menos si es con la persona que amas.

—Ven—Daniela se levantó de mi regazo, tomo mi mano y me llevo hasta su habitación.

No sabés en lo que te metiste Daniela.

Entramos torpemente a la habitación, coloqué mi mano en la nuca de Daniela y la atrajé hasta a mí, metí mi lengua en su boca, ambas lenguas se encontraron y empezaron a serpentear. Empuje a Calle y cayó sentada en la cama, me arrodille enfrente de ella, abrí sus piernas, coloqué mis manos en medio de sus muslos, ella estaba impaciente, sonreí con picardía al ver la cara de disfrute de Daniela, deslicé mis manos de arriba hacia abajo lentamente, subía hasta su ingle y después volvía a bajar, acerque mi boca y mordí lentamente su muslo, ella emitío un sonido de placer, sonreí y después pase mi lengua en el lugar en donde había mordido, ver la cara de placer de Calle aumento mi excitación, subí mucho más su vestido hasta poder ver sus bragas, coloqué mi dedo índice y lo utilice como pluma, empecé a moverlo de arriba hacía abajo despacio sobre las bragas de Calle, no tienen idea de cuánto disfrutaba escuchar su respiración agitada, verla morder su labio, hice sus bragas por un lado, acerque mi lengua y la pase lentamente entre sus labios menores, Calle se sacudió y soltó un gemido.

Mi pequeña delincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora