CAPÍTULO 5

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Piper había querido evitar a toda costa investigar sobre esa mujer los días siguientes.
Recordaba perfectamente su nombre, después de todo, había pasado buenos momentos con ella, pero jamás se enteró de que tuviera una familia, cosa que ahora le había llegado como un golpe en la cara y se dio cuenta de que las hijas de esa mujer no eran demasiado pequeñas, a decir verdad, Piper le ganaba a penas con unos años a Ruth, o eso quería pensar por lo que se veía a simple vista.
Pero un día de tantos, después de pasarse cada minuto posible dentro de su cabaña intentando no toparse también con la gruñona mujer misteriosa y madre de Robbie, no pudo evitarlo, y poco a poco comenzó a dejarse llevar por sus instintos de investigación, e hizo lo que no había hecho años atrás.
Abrió su computadora y comenzó a teclear letra por letra el nombre de la mujer con la que había estado en aquella ocasión después del bar y con la que había venido a encontrarse en el lugar menos pensado.

Aguardó unos momentos que le parecieron interminables hasta que la información le apareció en pantalla, sin duda, ahora esa mujer tenía una carrera exitosa en la política, y de primera plana aparecían fotos de su madre, Red, con quien aparentemente compartía todo, y también de sus hijas Ruth y Hayley.
Observó las fotografías con cuidado y leyó la biografía a grandes rasgos, intentando no pensar demasiado en lo jodido que era volver a encontrarse con ella y en esas condiciones, sobre todo en el lugar que Piper había elegido para despejarse de su vida en la ciudad, y ahora a demás venía a encontrarse con una mujer que de la noche a la mañana había dejado de hablarle o frecuentarla, que había cambiado su número y había desaparecido de la ciudad sin decir ni siquiera a dónde rayos se iba.
No es que fueran novias, pero la rubia sentía que merecía más que una simple desaparición así como así.
Tampoco es como que estuviera especialmente interesada en esa mujer, simplemente necesitaba saber a qué se estaba enfrentando ahora y con qué iba a tener que lidiar mientras estuviera ahí.

Piper sabía, por sus años de entrenamiento en el FBI que allí había enterrados secretos mucho más profundos que los de ella misma, pero no estaba segura de si en verdad quería comenzar a cavar para sacarlos a la luz, porque no sabía bien a qué grado todo aquello podía desmoronarse y dañar a otras personas, incluida ella misma.
Pero ya tenía la pala en mano, y había comenzado a limpiar la superficie con eso de indagar en internet, pero decidió dejar de lado aquello y cerró de golpe su laptop para salir a despejarse un poco.
Ni siquiera estaba de ánimos para correr, pero pensó que al menos podía caminar en el bosque y así distraerse un poco de las complicaciones que estaban cayendo sobre ella como una avalancha.
Además, tenía días de no sentir siquiera el sol en su rostro, así que pensó que le vendría bien.

El paisaje de aquel lugar parecía de ensueño, había color verde por cualquier sitio donde ella miraba y los rayos del sol dibujaban esas formas entre las rendijas que le hacían vislumbrar la belleza de la naturaleza haciendo su trabajo de siempre.
Mientras caminaba, escuchó a personas que cantaban alegremente alguna canción de repetición sobre unos patos, y por supuesto que pudo distinguir perfectamente dos de las voces principales en aquel coro.
Una de ellas por su acento ruso, y la otra, por la dulzura y emoción con la que entonaba las rimas de aquella canción infantil, y atraída por el sonido, se acercó hacia el claro de donde provenía aquel sonido y se encontró de pronto con Red ofreciéndole una taza de algo y tanto Ruth como Hayley recostadas en una manta cantando con Robbie que parecía estar especialmente contento ese día.
Era la primera vez que veía al niño con las chicas, pero era de esperarse que lo conocieran, pues además de que el pueblo era pequeño, Robbie era muy apegado a Red.

No quiso interrumpir demasiado y se sentó un poco alejada de ellos, recargada en la base de un gran pino que sobresalía en el camino.
Los observó un momento y luego escuchó como Robbie se disculpaba con ellas para levantarse de su pequeña reunión y lo observó caminando fielmente hacia ella como hacía todo el tiempo cuando se la encontraba en algún sitio.
Se sentó en una de las raíces que sobresalían de la tierra y como siempre, sus ojos verdes se quedaron mirando directamente a la rubia sin decir ni una sola palabra.
Piper lo miró y sonrió, estaba ya acostumbrada a que el niño disfrutara solo de su compañía y que algunas veces solo le gustara mirarla, incluso ya le parecía bastante tierno.
Él enfocó sus ojos en los azules de Piper y se recargó un poco en ella como gesto de cariño.

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