CAPÍTULO 13

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Alex despertó dolorida y desorientada. Intentó estirarse un poco pero su cuerpo parecía pesar toneladas y los músculos le dolían como si hubiera tenido una práctica de baile extenuante.
Sintió el calor bajo su mejilla y su mano acarició la suave piel sobre la que estaba recostada, y una risita se escuchó sobre su cabeza.
Levantó el rostro para encontrarse con los hermosos ojos azules mirándola con amor, como si llevara horas admirándola en silencio, y luego le acarició la espalda dándole un pequeño beso en la frente.

— Hola... — Piper sonrió.

— Hola... ¿Te aplasté así toda la noche? — la pelinegra se movió hasta estar en la almohada de al lado.

— Sí, — asintió acariciándole el hombro — me abrazaste cada minuto y fue maravilloso.

— Debes estar cansada... Lamento haberme apoderado así de ti. — Alex se giró para buscar sus gafas.

— Puedes apoderarte de mí como quieras las veces que quieras, solo digo... — Piper sonrió.

— Eso suena increíble...  — ronroneó acercándose a sus labios para darle un beso largo y tranquilo. — A este paso jamás saldremos de la cama y estás advertida.

Las manos de Piper atrajeron a Alex por las mejillas hasta tenerla nuevamente pegada a su cuerpo, y la pelinegra de inmediato sintió su piel arder con esa cercanía.
Le había besado el cuerpo entero la noche anterior, y los labios de Piper habían también explorado cada rincón de ella misma, pero por alguna razón eso solamente había avivado más la necesidad entre ambas, como si hubieran colocado un temporizador que les hacía contar los minutos hasta poder estar juntas de nuevo.

La pelinegra había aprendido mucho esa noche, ahora sabía que le gustaban mucho los sonidos de Piper mientras le besaba el cuello, y también la forma en que gemía con fuerza intentando contenerse sin lograr hacerlo ni un poco, y ella quería más, siempre quería más de Piper.
Le besó la mandíbula y paseó su lengua por el cuello de la rubia, copiando lo que ella había recibido la noche anterior y despacio fue bajando entre mordiscos y besos delicados por la piel de Piper que ahora era su lugar favorito para pasear.
Lamió y besó sus pechos alertas mientras sentía los dedos de la rubia hundirse en su cabello, y se degustó por su abdomen que lucía como una curva preciosa por lo arqueada que estaba su espalda, no estaba segura de hacerlo bien, pero la excitación de Piper siempre era el incentivo que necesitaba para sentirse más aventurera y continuar explorando.

Al llegar a su monte de Venus, la rubia se deshizo de la sábana que las cubría para poder ver a su amante hacer lo que planeaba y sonrió al notar la devoción con la que Alex paseaba la lengua por su piel que ardía de deseos por ella.
Muchas veces había hecho del sexo su ritual matutino, pero aquello se sentía mas como una clase de honor, como si estuviera siendo premiada a saber por qué, pero de la mejor manera posible.
Los ojos verdes se enfocaron de pronto en los azules y la lengua de Alex no se hizo esperar para saborear la humedad que ella misma había conseguido en Piper, quien ansiosa por sentir más, llevó una de sus manos hasta su vagina y separó los labios frente a los ojos abiertos de la pelinegra que pasó saliva mirando a detalle los pliegues goteantes de su amante, y es que en realidad jamás había visto una vagina así de cerca, y la noche anterior no había tenido mucha oportunidad de prestar atención, pero le parecía preciosa.
La rubia sonrió al verla tan quieta y con suavidad deslizó su mano libre por los mechones oscuros y la atrajo para pegar el rostro de Alex a su propio sexo que anhelaba por sentirla.

Meció sus caderas sintiendo la boca de Alex darle placer, y no pudo mantenerse mirándola, porque no quería que aquello terminara tan pronto.
Los ojos verdes de la pelinegra eran intensos, como los de un felino cazando a su presa, y la noche anterior Piper había descubierto que eran su debilidad.
Adoraba mirar la forma en que se transformaban a un par de llamas ardiendo por ella y lo perfectos que lucían quemándola en cada centímetro que miraban, pero no podía soportar mucho esa mirada.
De nuevo era como si su piel estuviera hecha de pólvora y Alex tuviera el fuego que la encendía completamente.
Apretó sus dedos casi encajándole las uñas en el cuero cabelludo y jadeó su nombre un montón de veces entre monosílabos agitados que se convertían en gemidos, hasta que no pudo más y con ambas manos se aferró del cabello de Alex y sus caderas se dispararon del colchón para moverse contra su rostro de forma desvergonzada deseando correrse en su boca.
Abrió los ojos y notó esa expresión de placer en Alex, que de pronto deslizó sus manos por el abdomen de la rubia hasta alcanzar sus pechos y apretarlos mientras seguía degustando todo el manjar que Piper era.

MORE BEAUTIFUL FOR HAVING BEEN BROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora