CAPÍTULO 1

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"La vida no se mide por el número de respiraciones que tenemos, si no por los momentos que nos quitan el aliento."

Piper conducía sin mucho entusiasmo por un camino poco transitado en el que no había estado desde hacía ya mucho tiempo atrás.
Sus ojos deberían estar maravillados con la hermosura de la naturaleza a su alrededor, pero la verdad era que no estaba lo suficientemente convencida de estar viajando hasta ahí.
Sentía los ojos pesados, como si de pronto se hubieran nublado entorpeciendo su visión, y aunque sabía que era cosa de su mente, tenía un enorme pesar acumulándose en su pecho y secándose la garganta.
Tomó una fuerte respiración y entonces fue consciente de que, para terminar de empeorar todo, se había perdido y no tenía ni la menor idea de cómo llegar hasta el sitio donde se había propuesto ir.
No es que fuera demasiado orgullosa, pero no se sentía con suficiente confianza de aceptar que estaba perdida ante las personas, si es que las había aunque no se veían por ningún sitio, pero no quería detenerse a preguntar a nadie que se encontrara por la pequeña carretera donde su lujosa camioneta transitaba.

Todo parecía exactamente igual por todos lados.
Lleno de árboles y naturaleza que le hacían pensar que incluso podría haber estado conduciendo en círculos, y es que el GPS no tenía la suficiente señal como para poder ubicar en dónde ella se encontraba, y su ubicación espacial era casi tan buena como su orientación en la vida en general.
Siempre de un lado a otro, sin nada que le hiciera tomar el rumbo adecuado, mientras sus siempre preocupados padres la presionaban, hasta que había conseguido el trabajo de sus sueños, pero luego, la tragedia se había apoderado de sus días de nuevo, como una nube gris que cubre una hermosa ciudad en su día más soleado.

Intentó ubicarse un poco bajando la velocidad, seguramente debía haber algún anuncio o algo que le hiciera ver que era un sitio diferente al que había estado viendo mientras avanzaba por aquel rumbo desconocido.
Si estuviera en la ciudad, pensó, los edificios la harían ubicarse de inmediato, y en caso de no conocer el lugar, el GPS siempre estaba a la orden del día para indicarle el camino más adecuado con la ruta más rápida para que llegara a su destino sin contratiempos, pero no ahí.
No tenía más opción que seguir observando a su alrededor, pero es que, aunque estaba sucumbiendo ante su idea de querer bajar un poco la guardia y consultar, tampoco había personas a quienes pudiera preguntarles por su destino.
Así que sin más, presionó el botón del radio satelital que tenía en su camioneta y de inmediato hubo respuesta a cientos de kilómetros de donde rayos fuera que ella se encontrara.

— FBI, Los Ángeles 224. El agente Bloom al habla, código 6GTM.

— Sí, habla Chapman, 31522NG. Voy a necesitar una coartada, en Lake Merveille. Está ubicado en el norte de California. No sé cuánto tiempo me voy a quedar, solo envíalo a mi celular. — suspiró aliviada de saber que su compañero había recibido la llamada del radio, confiaba bastante en él, lo cual le daba un poco de calma.

— 10-4, Chapman. Lo haré.

Apagó de nuevo el radio y continuó mirando los árboles y enormes pinos que parecían formar una pared inmensa a ambos lados de la pequeña e intransitada carretera.
Sabía lo que tenía que hacer en ese lugar, pero no estaba tan segura de haber tomado la mejor decisión yendo hasta ahí.
El aire puro era mucho más fresco que en la ciudad, y aunque se permitió darse un buen respiro, comenzaba a fastidiarla incluso tanta pureza en algo tan simple, y justo cuando estaba por darse por vencida con todo eso, vislumbró a uno de los costados del camino, justo frente a un enorme pino, un pequeño y descolorido anuncio con el nombre del sitio al cual estaba yendo: Lake Merveille.

A su mente de inmediato llegó Carol, cuyas palabras de aliento siempre la habían animado sin importar cual fuera la situación que surgiera en su vida.
Su madre siempre había sido su otra mitad, la mejor amiga que no había elegido pero que la vida se había empeñado en darle, y recordó precisamente una de esas tardes en las que conversaban de mujer a mujer, o más bien, de mujer a niña, que Piper atesoraba con bastante cariño y claridad incluso después de haber pasado años de eso.

MORE BEAUTIFUL FOR HAVING BEEN BROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora