CAPÍTULO 7

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Alex había estado nerviosa por la cena a penas notó que ya era lunes. 
Eso significaba que tenía que preparar todo y organizarse si es que quería que la comida y la casa estuvieran perfectas al día siguiente para su visita especial que le hacía sentir nervios incluso sin haberla visto en días, solo pensando en cómo sería verla sentada a la mesa con ella y Robbie en la privacidad de su cabaña donde por supuesto, no habían compartido con nadie además de Nicky o Red en años.

Cuando le preguntó a su hijo sobre qué le parecía mejor para el menú de la cena con Piper, Robbie dijo emocionado que quería que su amiga probara los increíbles ravioles con queso que su madre preparaba, y aunque Alex no estaba demasiado segura de que eso fuera exactamente lo más adecuado para la cena con la rubia, quiso darle gusto a su hijo y le prometió que los prepararía de forma muy especial para que su amiga quedara encantada y los disfrutara tanto como el pequeño lo hacía.
Revisó su presupuesto una y otra vez, y aunque quería que todos los ingredientes fueran frescos y de la mejor calidad, sabía que no podía permitírselo, pues los mercados orgánicos eran un poco más caros que los normales, y en el pueblo no había ni siquiera uno solo.
Anotó en una lista los ingredientes que necesitaba comprar y entre ellos, destacó la mezcla de quesos, que era probablemente lo más especial de los ingredientes y se dijo que podía comprarlos de mejor calidad en el mercado orgánico del pueblo vecino, aunque tuviera que utilizar el resto del dinero para gasolina y comprar los demás elementos en la tienda de comestibles de siempre en el pueblo.

Robbie observaba el ceño fruncido de su madre sentada en la mesa de la cocina, mientras sostenía esa hoja de papel frente a su rostro y supo de inmediato que había algo que la preocupaba, pues esa vena justo en medio de su frente solo se remarcaba cuando algo le perturbaba la mente a la pelinegra.
Se acercó con cautela sin que Alex despegara los ojos de la lista de ingredientes y luego tecleara en la calculadora intentando hacer funcionar el hecho de agregar una botella de vino tinto para agregar a la salsa que le ofrecería a Piper y también para ella, además de poder darle también una copa que acompañara a la perfección su cena, pero estaba contrariada con lo caro que resultaría hacer pasar esa cena casera como una de verdad elegante en la que pudieran honrar la presencia de la rubia en su cabaña.

— ¿Qué sucede ma? — preguntó observando la lista de los ingredientes — ¿Hay escasez de harina de nuevo en la tienda?

— No, amor, — le sonrió con dulzura — solo estaba tratando de acomodar las cosas para poder ir al mercado orgánico y comprar quesos frescos para los ravioles...

— Oh... — sonrió el con una mueca de picardía — Quieres impresionar a Pipes.

— No, — dijo de inmediato la pelinegra — solo quiero que tu amiga la pase bien, cuando hay invitados es muy importante ofrecerles lo mejor, ¿que no lo sabes?

— A decir verdad no... — negó con la cabeza. — Nosotros jamás tenemos invitados.

— Muy cierto, — Alex le despeinó el cabello — pero bueno, ya te lo he dicho y ahora lo sabes.

— Puedo abrir mi caja de ahorros para comprar los ingredientes solo si me dejas acompañarte de compras.

— No dejaré que gastes tu dinero, — repuso Alex — suficiente es ya que guardes tu dinero para nuestros pasteles de cumpleaños.

— Tú lo dijiste, Pipes es mi amiga y no me molestaría quedarme sin pastel de cumpleaños por darle una buena cena. — dijo el niño con sinceridad.

— Eres un buen niño. — la pelinegra le besó la frente — El mejor de todos.

Y así fue como luego de sumar cincuenta y dos dólares a los fondos para la cena, provenientes de la caja de cartón que Robbie guardaba debajo de su cama, subieron al auto y se encaminaron hacia el pueblo vecino que quedaba aproximadamente a casi una hora de Lake Marveille, con el sol dando justamente en sus caras que disfrutaban entonando canciones de The Rolling Stones con el rústico estéreo del auto a todo volumen.
Hacía tiempo que no salían juntos del pueblo, la mayoría de las veces Alex quería evitarle la fatiga al niño, sin contar las veces que ella salía por asuntos de trabajo y lo dejaba en el pueblo, pero ese día ambos disfrutaban de su compañía y la emoción anticipada de tener una visita especial para la cena al día siguiente.

MORE BEAUTIFUL FOR HAVING BEEN BROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora