CAPÍTULO 17

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El tiempo pasa y como dicen, no perdona a nada ni nadie.
Los últimos seis meses habían sido un tormento tanto para Alex como para Piper, pero más aún para Robbie, quien definitivamente ya no tenía esa chispa completa que irradiaba de su ser, ni tampoco era tan parlanchín como solía, y eso era algo de lo que más hacía a su madre sentirse culpable, porque le había permitido a la rubia abarcar demasiado, más de lo que seguramente se merecía.

Diane se había encargado hasta el cansancio de intentar remediar todo el dolor que sus errores del pasado le habían causado a Alex, y a sabiendas de que Piper se había marchado, la mujer no había perdido el tiempo y había estado frecuentando a Alex hasta que le permitió entrar a su casa y compartir tiempo tanto con ella como con su hijo.
Pasaron largas semanas para que siquiera la pelinegra le dirigiera la palabra para algo más que pedirle que se marchara de su cabaña, y entre ellos, en una de las primeras ocasiones en que fue a buscarla, se encontró con esa carta que con lágrimas en los ojos la rubia había escrito para Robbie en una de las macetas estropeadas con arbustos secos que Alex aún conservaba en el porche, y en lugar de entregársela a su destinatario, decidió guardarla como mala costumbre de reservar información, como si no hubiera entendido el daño que los secretos causan a las familias.

La relación madre e hija comenzó a florecer despacio, de la misma forma en que las plantas y flores comienzan a surgir a través del hielo después del invierno para darle paso a la primavera, y a pesar de que era una parte importante para Alex el ahora tener a su madre intentando siempre apoyarla y estar tanto para ella como para Robbie, además de que sus dos medias hermanas también le habían dado un increíble recibimiento a la familia, no había día en que no pensara con tristeza en ese par de ojos azules que la habían enamorado desde la primera vez que los vio, mientras intentaba deshacerse de las frustraciones dándose un chapuzón en el agua fría del lago después de una noche en vela por la salud de Robbie.

Piper estaba en cada enfado y en cada estrés, en cada maravilla que notaba en el cambio de estación en el bosque, en el cielo, en la belleza del lago, en cada canción que hacía su cuerpo vibrar y sobre todo en sus sueños, tanto que incluso se había atrevido a bromear con Nicky diciendo que después de todo, la rubia sí era la mujer de sus sueños, aunque en el fondo sentía un inmenso vacío y tristeza de saber que la había tenido y la había dejado marchar por sus errores, que ahora entendía, habían sido solamente aguardar demasiado para decirle la verdad detrás de su vida que parecía incluso bastante monótona.
La echaba mucho de menos y aunque ya era capaz de dormir en su propia cama, seguía abrazando la almohada donde la rubia se recostaba, pero eso jamás sería suficiente.

Por su parte, la rubia había vuelto a trabajar en el campo del FBI, resolviendo crímenes y dedicándose a mantener a salvo la ciudad.
Siempre estaba sumamente ocupada, yendo de escenas del crimen a la oficina a dirigir su papeleo, o a encontrarse con alguno de sus superiores para darles los informes detallados de los casos, incluso ahora era partícipe de los interrogatorios que antes odiaba hacer, todo con tal de mantenerse ocupada el mayor tiempo posible, puesto que cuando llegaba a casa, el vacío se apoderaba de ella y no podía dejar de pensar en lo sola que estaba, y no era únicamente porque ella era la única persona en su departamento, pues eso siempre había sido así, si no que ahora que había conocido lo que era despertar con besos en su rostro pidiéndole que se levantara y saliera de la cama antes de que Robbie se despertara o sintiendo caricias bastante peculiares en su cuerpo mientras escuchaba a Alex ronronear de placer, y sabiendo que al caer la noche sería el momento para ver películas en el sofá de aquella pequeña sala mientras abrazaba a Alex y Robbie la abrazaba a ella, todo lo demás le parecía demasiado solitario.

Había estado debatiéndose contra la idea de volver al pueblo, de buscarlos y saber cómo estaban, pero tras no recibir ni siquiera una llamada, mensaje o al menos una carta en todo el tiempo desde que se había ido, pensó que seguramente todos en Lake Marveille la estarían odiando por lo que había sucedido, y es que seguramente el desastre no había sido secreto, sobre todo en un pueblo tan pequeño como lo era aquel.
Siempre se había sentido osada y bastante valiente, incluso en las situaciones más peligrosas que el FBI disponía para ella con criminales de talla mundial, pero sabía bien que justo ahora no tenía la oportunidad de siquiera pensar que resistiría la mirada dura de Alex una vez más mientras el resto de las personas murmuraban por sus errores del pasado, sin contar que no sería capaz mucho menos de soportar un desprecio por parte de Robbie, eso terminaría de romperla más de lo que estaba desde aquel día.

MORE BEAUTIFUL FOR HAVING BEEN BROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora