🌲CAPÍTULO EXTRA🌲

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Para el domingo por la mañana, Piper era más nerviosismo que persona. Contaba las horas que faltaban para que se llegara el día de ir a cenar a casa de Alex y Robbie, pero la ansiedad le hacía estragos impidiéndole pensar en cualquier otra cosa en el mundo entero.
A penas sintió que todo la sobrepasaba, tomó un trago de café y aunque ya había ido a correr esa mañana, se decidió a salir a caminar un poco, para ver si así lograba sacarse todo lo referente a Alex de su cabeza, al menos lo suficiente como para dejar de pensar cuál sería el atuendo adecuado para la cena que habían acordado para el martes por la noche.

El bosque lucía tranquilo y apacible igual que cualquier otro día.
Los pájaros hacían su canto habitual que había descubierto hacía poco que ya no le resultaba molesto, y aunque el viento otoñal era fresco, ella ya no se sentía tan fuera de lugar como lo había hecho cuando llegó a ese lugar, de hecho, ahora cada uno de los estímulos que le llegaban la hacían sentir más despierta o quizás más viva.
Prestó atención a todo, a lo hermoso que lucía el bosque ya en tonos naranjas y cafés amarillentos que desprendían hojas con cada ráfaga de aire. También al crujido de esas hojas bajo sus tenis y la forma en que sentía que casi pisaba sobre almohadones de hojas por dónde quiera que caminaba.
El canto de los pájaros y el sonido de uno que otro bicho que se alejaba de ella conforme caminaba fue como un poco de música de fondo que la animó a caminar con más entusiasmo mientras observaba esas pequeñas formas de luz que los rayos del sol dejaban entrever por las copas de los árboles.

Caminó por la vereda marcada en donde las personas solían caminar y más pronto de lo que creyó salió del otro lado del pequeño tramo de bosque que llevaba hasta la tienda de comestibles, y aunque inicialmente pensó en adentrarse de nuevo por los árboles, observó a Robbie solo sentado ahí, como si estuviera tomando el sol.
Estaba usando su silla de ruedas por lo que ella pudo deducir fácilmente que estaba saliendo de una de esas noches complicadas en las que su enfermedad causaba estragos en su tiempo de descanso, y de pronto sintió un poco de pena por él, y a su vez también por Alex, quién seguramente tampoco había dormido ni siquiera un poco.

El niño cerró los ojos y recargó su cabeza en el respaldo de la silla, como necesitando un pequeño respiro de todo mientras dejaba a su cuerpo sanar con el descanso.
Quería hacer más por él, pero en ese momento entendió que lo único que podía hacer era quizás alegrarle un poco más el día con su compañía, como él había hecho con ella cuando ni siquiera se lo había pedido.
Así que caminó saliendo de las sombras para acercarse a ese espacio soleado donde el niño se encontraba en perfecto silencio, como no solía estar normalmente, y con suavidad, intentando no despertarlo si es que estaba dormido, trató de hablarle con la mayor suavidad que le fue posible.

— ¿Sabías que en seis horas, los desiertos del mundo reciben del sol más energía de la que los seres humanos consumen en un año? — preguntó Piper utilizando ese mismo tono de curiosidad llamativa que Robbie utilizaba cada que se aparecía cerca de ella.

— Sí, y probablemente yo te lo dije. — suspiró el niño sin abrir los ojos.

— Sí, seguramente sé eso por tí. — asintió sonriendo — ¿Cómo estás amiguito? ¿Noche difícil?

— Así es. — su voz se escuchaba un poco agotada — Mi temperatura corporal era alta y aún siento mi cabeza tan inflada como un globo.

— Lamento oír eso, ¿Cómo está tu mamá? Seguro también está cansada.

— No durmió en toda la noche y aunque le insistí que se quedara en cama, dijo que tenía que ir al estudio. Ella es muy comprometida con su trabajo, ¿sabes?

— Me lo imagino... — la rubia se sentó en las escaleras de madera cerca del niño — Ojalá pudiera hacer algo para ayudarlos y hacerte sentir mejor.

MORE BEAUTIFUL FOR HAVING BEEN BROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora