MORE BEAUTIFUL FOR HAVING BEEN BROKEN

CAPÍTULO 12

El amor nos lleva a experimentar sensaciones nunca antes presentes en nosotros y la bruma es tal, que sentimos que podemos tocar el cielo con tan solo sentir a la otra persona junto a nosotros y poder besarle hasta que nuestros labios se sientan adormilados de tanto amor.

Alex y Piper llegaron a la habitación de la pelinegra entre besos, y sus manos se aferraban a la otra con tanta fuerza, que parecía que iban a fundirse hasta lograr convertirse en un solo ser, así como estaban ambas a mitad del mismo sentimiento y euforia.
Fue la rubia quien se aventuró a tomar las manos de Alex y encaminarlas hasta su trasero, haciéndola que pudiera tocarla, que tuviera el acceso a ella y se diera cuenta de que estaba siendo suya, que estaba más que dispuesta a que Alex navegara por su piel sin ninguna limitación.
La pelinegra estaba sumamente nerviosa, sentía como sus sienes golpeteaban fijando un ritmo acelerado que le causaba una prisa inminente por sentir más, y al mismo tiempo, estaba asustada de haber llevado aquello a ese nivel después de años de ni siquiera besar a nadie de la forma en que lo había hecho con ella.

Las manos de Piper se deslizaron desde las mejillas de Alex por su cuello y luego apretaron ambos pechos de la pelinegra con calma y sumo cariño, queriendo que sintiera lo mucho que la deseaba y lo bien que quería hacerla sentir.
Amasó ambos pechos sin dejar de besarla en la boca, y luego sus manos descendieron para meterse en su blusa y acariciar la tersa piel que se ponía alerta segundo a segundo mientras era tocada con suavidad.
Piper se deleitaba con cada centímetro nuevo que iba descubriendo en el cuerpo de la otra mujer, sintiéndose honrada y llena de nervios por hacerlo suave y bien.
Sus dedos sintieron las costuras del sostén de Alex y su respiración se agitó aún más. Ambas manos se posaron en los pechos mientras su respiración agitada comenzaba a alterarse aún más. Pero de pronto, las manos de Alex solo se quedaron quietas en Piper, parecía como si de un momento a otro se hubiera congelado al sentir cómo era tocada y como la rubia estaba yendo más allá.

— Todo está bien, preciosa... — susurró Piper mirando la forma acelerada en que Alex respiraba, y posó sus manos en las mejillas sonrojadas de la pelinegra.

— ¿Podemos ir despacio? — titubeó Alex acariciándole los rubios cabellos.

— Por supuesto.

Volvieron a besarse lenta y deliciosamente, mientras sus manos acariciaban aún sobre la tela de sus ropas, y hasta después de unos instantes, fue la misma Alex quién se sintió sofocada y se arrancó la blusa en un movimiento rápido, dejando a Piper extasiada por la vista de su abdomen y pechos tan al alcance de ella.
La rubia se inclinó y depositó un pequeño besito en medio de los pechos de Alex y luego volvió a su boca, acariciando su espalda desnuda con suavidad, y repartiendo besos por su mandíbula y cuello, escuchando los sonidos de placer provenientes de la boca de Alex.
Con la lengua trazó un camino hasta la piel de sus pechos de Alex y con sus ojos azules la incendió al repartir besos encima del sostén, mientras lentamente le desabrochaba los jeans sin dejar de mirarla a los ojos con completa atención para notar el cambio más mínimo en sus reacciones y detenerse si era necesario.

Con la misma suavidad que había estado usando, le bajó los jeans poniéndose de rodillas para ayudarle a sacarlos, y con un escalofrío recorriéndole la columna vertebral, Alex le acarició el cabello siendo consciente de que se estaba sofocando de inmediato, y ver a la rubia en esa posición le causaba mucho más calor del que había experimentado en su vida entera.
Los ojos azules le recorrieron el cuerpo despacio, como si quisiera guardar en su mente cada centímetro de piel erizada de Alex y deseando poder acariciarla completa, sin creerse que en verdad estaba ahí, que ella tenía el honor de hacerle el amor a esa maravillosa mujer que tal como había dejado caer su ropa, también lo había hecho con esa máscara de dureza que siempre llevaba puesta.