CAPÍTULO 11

463 70 42
                                    

Piper llegó puntual a la cena, como había prometido, y con un poco de nerviosismo le entregó la botella de vino que había llevado a Alex, quien sonrió con las mejillas sonrojadas por aquel increíble gesto de su parte.
Había pasado la tarde entera intentando disimular ante Robbie que no estaba emocionada por la visita de la rubia, y trató de no vestirse tan llamativa como la última vez para evitar los juicios apresurados por parte de su hijo, pero a decir verdad, quería lucir perfecta para ella como nunca había deseado estarlo para nadie más.
Todo fueron halagos por cada bocado de comida que la rubia probó, pues era verdad que hacía tiempo que no comía comidas tan caseras y sin duda, las manos de Alex eran bastante prodigiosas con los alimentos, pues los transformaba en un verdadero espectáculo para los sentidos, desde lo increíble que lucían los platos, el aroma delicioso que le hacía gruñir el estómago y salivar, y luego el magnífico sabor tan balanceado que causaba una explosión de placer en su boca mordisco tras mordisco.

Piper sin duda podría comer comida preparada por Alex toda su vida.

Luego de que Robbie insistiera en ver una película y que le permitieran dormir un poco después de su hora habitual, Piper se descubrió recostada en el sofá con él acurrucado a su lado y profundamente dormido.
Ambos estaban cubiertos con una sola manta, y la rubia estaba tan cómoda que incluso se había quitado los zapatos y la chaqueta, permitiéndose así más comodidad, casi como si estuviera en su misma casa, y de verdad lo sentía así.
Con suavidad acarició el cabello negro del niño, jugueteando con los lacios mechones mientras Alex la observaba con tanta ternura que su corazón se estrujaba con cada latido por lo bien que ambos lucían estando juntos.
Era para ella un sueño que alguien tratara de esa forma a su hijo, y desde luego alguien además de ella que se desvivía por Robbie, que incluso le parecía un poco irreal que esa hermosa mujer estuviera recostada haciéndole cariños a su cabello negro y despeinado en vez de quizás estar haciendo algo más interesante en el bar o incluso en la ciudad de donde ella era.
Una sonrisa se dibujó en los labios de la pelinegra y se dijo a sí misma que ella y Robbie eran bastante afortunados de tener una mujer tan linda queriendo pasar tiempo con ellos cuando podría estar haciendo cualquier otra cosa mejor en su vida.

— Su pequeño mechón de cabello levantado justo aquí — dijo la rubia al saberse observada — me vuelve francamente loca, porque siempre está despeinado.

— En algo se parece a ti... — bromeó Alex haciéndola reír porque era verdad y las mejillas de ambas se encendieron, aunque gracias a la poca iluminación que habían preparado para ver la película, ninguna de las dos pudo notar en la otra.

— Cielos... — dijo evidentemente alarmada mientras le peinaba el cabello de la frente al pequeño niño recostado junto a ella — Él está ardiendo...

— Temía que pronto se viniera abajo con algo de enfermedad, llevaba ya días estando demasiado bien... — dijo Alex inclinándose para comprobar su temperatura que era cierto que ahora estaba un poco alta como la rubia había dicho — Iré a buscar un poco de Tylenol...

— Está bien... — la rubia asintió.

Mientras Alex se alejaba de la sala en busca del medicamento, Piper acarició su mejilla en el suave cabello de Robbie, sintiéndose preocupada y al mismo tiempo confiada en que las cosas iban a estar bajo control y se recuperaría.
Jamás lo había visto enfermo, y aunque no sabía muy bien lo que debía hacer, decidió que no se iría de ahí, o no al menos hasta saberlo recuperado.
Le susurró que debía estar bien para no preocupar de más a su mamá, y que debía ser fuerte para poder verlos al día siguiente también y hacer cosas divertidas con ellos y no solamente mantenerlo en cama como la pelinegra le había dicho que hacía después de que él se ponía muy mal.
Incluso Piper le prometió un helado al niño si se recuperaba pronto, sabía que quizás él ni siquiera la estaba escuchando, pero mantuvo la ilusión de que esa promesa podía ayudar al menos un poco.
Para cuando Alex volvió con el pequeño botecito del analgésico, sintió la ternura embargarla al verlos tan juntos, pero la rubia de inmediato separó su rostro de la cabeza del niño y lo descobijó un poco.

MORE BEAUTIFUL FOR HAVING BEEN BROKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora