Dos personas. Dos bandos conflictivos y competitivos. Ella intentará odiarlo, en honor a su padre, a su familia, a su mejor amigo y a toda su comunidad, la cual quiere representar. Sin embargo, cuando se vea dentro del éxtasis en el cual él, el líde...
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Como siempre, debo llevarme una decepción de la persona que menos espero.
Pensaba que en estos cuatro días no iba a suceder nada. Ni una discusión, ni una pelea, ni una diferencia.
Como siempre, me equivoco a gran sobremanera. Y me da impotencia siempre tener que errar a lo que pienso, cuando no lo merezco en lo absoluto.
Estoy desayunando completamente sola, al lado de la ventana que el living de la cabaña dispone, sentada en el sofá de cuero marrón.
Calenté agua y me hice un té. Tomé dos rebanadas de pan que la cocinera del Santuario le preparó a Negan para traer hacia aquí, unté mantequilla de maní sobre ellos junto a rodajas gruesas de banana y lo devoré en menos de diez minutos.
El corazón empieza a latirme con prisa cuando veo como la puerta del coche se abre, y antes que de llegue a alarmarme, me doy cuenta de que Negan no se fue a ningún lado más que a dormir en el auto.
¿Enserio?
¿Enserio por no querer perder su jodido orgullo se atrevió a tener que irse a dormir al auto, cuando si eso era lo que quería, podría haber dormido aquí, en el sofá?
Toda la mañana pensé que me había dejado completamente sola. Incluso, en mis pensamientos, estaba optando por la idea de ir a buscarle, a pesar de ser tan idiota luego de todo lo que me ha dicho.
Él no se da cuenta de que estoy en la ventana.
Veo como la puerta de la cabaña se abre. El líder pasa por ella y al observarme, deja su mirada sobre mi por al menos tres segundos.
Cierra de la puerta, se quita la chaqueta de cuero y la cuelga sobre un perchero.
Le doy un último sorbo a mi té, completamente nerviosa.
— ¿Quieres que vayamos a la playa, o prefieres quedarte aquí?
Su voz suena más calma.
La mirada que lleva en este momento parece llena de incertidumbre, y hasta podría decir que también temor.
Sabe perfectamente bien que toda la situación que montó a la madrugada no fue para nada agradable, al menos no para mi, por supuesto.
— Supongo que dormir en un auto no habrá sido cómodo, así que preferiría que nos quedemos aquí y que tú descanses bien. Además de que también considero que vas a insolarte muchísimo peor, y me temo a que no hemos viajado hasta este lugar para estar en una cama con fiebre, ¿cierto?
Sueno con tranquilidad.
Él parece aliviarse al escuchar como le hablo. Tal vez, de su parte, esperaba que lo contraataque, pero mis energías no están preparadas para lidiar con mal humor.