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the witch's betrayal









La música estaba a todo volumen, la gente bailaba al ritmo de la música en la arena de la playa y las fogatas con otro par hablando al rededor fueron de la especial atención de la sifón. Leah y Madison estaban cerca de la orilla del mar, el sol comenzaba a ponerse, y por suerte, no habían muchas caras de la reservación allí. Al menos algo bueno de Bella había salido en la ocasión.

—¿La verdad? Intento no pensar en eso. —dijo la mujer lobo antes de darle un sorbo a su cerveza.

—Ignóralos, son unos idiotas... 

—Los hombres son unos idiotas...

Ambas rieron suavemente mientras brindaban con sus botellas de cerveza. Madison había extrañado sentirse así, entonces suspiró después de sonreír. Sus ojos azules se clavaron en la marea, iba y venía tan tranquila, y con el sol del atardecer, como pocas veces se veía, sintió un augurio de buena suerte.

—¿Sabes? Estando contigo no me siento tan mal... —admitió la mayor.

—Creo que estamos en las mismas... No nos habíamos visto en meses... ¿Qué nos pasó? —preguntó después de darle un sorbo a su bebida.

—Sam... —la pelirroja miró a su amiga— El otro Sam... Jamás volvió... Sólo... Desapareció.

—Se siente el vacío aún... Aunque trato de no pensar en eso. —murmuró la sifón— ¿Crees que de verdad se fue?

—No lo creo. —respondió sincera, ambas se miraron con resignación— Pero sé que tal vez lo quería, todos los problemas que tenía en casa... Tal vez fue lo mejor.

Madison asintió, sus ojos azules recorrieron el rostro ligeramente cansado de su amiga, sus ojos negros como el carbón estaban puestos en la arena, y sus cabellos negros alcanzaban a cubrir una parte de su rostro.

—¿Recuerdas cuando tenías quince? —preguntó la pelirroja con una sonrisa— Te gustaba un niño... ¿Cómo se llamaba? Jer...

—Jeremiah. —dijo la Clearwater mientras recordaba— Era pelirrojo de hecho, y era agradable... Pero sólo estuvo unos meses aquí... Creo que su apellido era... Argent.

—¿Sabes lo que significa Argent en francés? —Leah negó— Plata, y qué mata a los hombres lobo... —la contraria negó con una sonrisa divertida.

—Extrañaba esto, siempre nos divertíamos mucho cuando venías a visitarme... 

—Yo también lo extrañaba, la verdad... A veces... Todo ese tema de brujas, vampiros, y demás... Preferiría momentos como estos, sólo siendo... Dos personas normales.

La mujer lobo asintió, entonces ambas se sonrieron, los pensamientos rondaron por la mente de la Kurt, no podía mentirse, la idea de la inmortalidad le aterraba, no lo admitiría frente a Rosalie. Pero ella anhelaba una vida más tranquila como la de su madre, o la que seguramente viviría su hermana, quería crecer, envejecer, vivir... Morir sabiendo que había disfrutado el tiempo prestado. Y quizá, en un futuro, vivir una vida más como había hecho desde hacía décadas.

—Deberíamos huir de América y volvernos hippies motociclistas mientras recorremos el mundo. —sugirió Leah con un toque de diversión, Madison amaba esa faceta de Leah, tan libre, tan despreocupada, tan brillante y hermosa como una perla.

—Tomaré en cuenta tu oferta. —Madison sonrió mostrando su dentadura, brindó una vez más y luego tomó un sorbo de su cerveza.

Definitivamente estaba segura de una cosa.

Leah Clearwater era la brisa fresca que necesitaba en su vida.

[...]

—Y es que la verdad... Sí me gusta mucho. —Madison abrazó sus rodillas mientras observaba el reflejo de la luna en la marea, Leah asintió lentamente mientras le daba otro sorbo a su cerveza.

—¿La barbie sanguijuela te gusta mucho? —preguntó con las palabras arrastradas, ambas habían bebido demasiado, cada una con tal de olvidarse de lo suyo.

—Pero es que últimamente ya no la siento cercana... Ya no la siento mía. —murmuró mientras dejaba la botella vacía de cerveza sobre la arena— ¿Así te sentiste con Sam?

Leah asintió una vez más, sus ojos negros repararon en su mejor amiga, ambas tenían los ojos llenos de lágrimas, cada una con su propio peso en la espalda, cada una con su propia penitencia.

—Y es que yo la amo muchísimo... —la pelirroja murmuró con la voz hecha un hilo— Pero no puedo perdonarle que me haya dejado de la noche a la mañana... No puedo perdonarle que no me haya escrito ni una sola palabra en meses... Y no creo que ella quiera perdonarme si le digo que yo no quiero vivir para siempre congelada en esta forma.

La pelirroja sintió los brazos de la loba brindarle un cálido abrazo, aunque era capaz de percibir el aliento a alcohol de su contraria, ninguna se contuvo de llorar a su propio compás, ¿por qué de repente Madison se sentía así? Se separaron cuando se cansaron de llorar y se limpiaron las lágrimas con sus propias manos, y fue casi un impulso, un efecto que ella iba a odiar, una conexión más allá del tiempo que llevaban de conocerse. 

Leah la besó.

Y Madison le correspondió.









"Este lugar se siente como una persona familiar"

—The Land Of 1000 Fires; Lana Del Rey.







MIDNIGHT LOVE - ROSALIE HALE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora