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Heal









¿NO CAMBIARÁS DE OPINIÓN? —Rosalie escuchó decir a Alice, ambas estaban mirando por la ventana de la habitación de la rubia.

—Ella tomó su decisión, va a irse de Forks. —respondió con sus ojos dorados sobre las sombras de los árboles— ¿Qué se supone que debería hacer? ¿Privarla de aquello que tanto he anhelado? Ella eligió bien.

—No te eligió a ti. —dijo la vidente, pero la rubia simplemente se dio la media vuelta—.

—Hace un año yo te rogué para regresar a Forks. Respeté tu decisión al final, ¿podrías respetar la mía? —la Hale dio un suave suspiro antes de acercarse a la puerta de su habitación.

—Al menos sólo se sincera... —la de corte pixie se acercó a su hermana— Lo he visto, si lo haces puede cambiar todo... —la rubia miró a la duendecilla de vuelta, esta asintió antes de que Rosalie tomara las llaves de su automóvil y saliera de la habitación.

Por supuesto que Rosalie no era tan impulsiva, pero su fe en las visiones de su hermana era la única esperanza que había dentro de todos los finales felices que todos a su al rededor parecían obtener, cada uno, excepto ella. No dudó en subir a su auto y conducir hasta la casa de Madison, sólo tenía una última esperanza, una sola que en caso de fallar, sabría que lo perdería casi todo.

[...]

—Al parecer ya no soy el tío favorito. —escuchó decir a Alec, quien estaba recargado en el barandal del pórtico de la casa.

—Nunca lo fuiste —respondió Ares mientras dejaba las maletas de Madison en el maletero de su Camaro, ambos hermanos rieron suavemente, la pelirroja observó de reojo a Alec, que todavía parecía un poco atontado ante los efectos de la morfina— La escuela de música en Canadá te va a encantar, Mad. —aseguró el licántropo de ojos azules—.

—Yo creo que serás buena —escuchó a Laurence decir mientras le cubría los hombros con un abrazo— Además, tienes que venir a visitarnos en Navidad, ya que Alec se queda un poco más...

—¿No trabajas o algo así? —preguntó la pelirroja ligeramente confundida.

—Trabajo desde casa, sí. —ambos rieron suavemente, entonces Madison volteó a ver a Kat, la niña castaña estaba inusualmente callada.

—Kat, no me iré para siempre —dijo la sifón antes de acercarse para darle un abrazo— Además, está a menos de tres horas de Seattle. —mencionó con una suave sonrisa.

—¿Entonces puedo quedarme con tu cuarto? —preguntó antes de encoger los hombros.

—No, no lo creo. —ambas hermanas rieron suavemente, entonces la pelirroja tuvo una idea, tomó de su cuello el collar que Claudine le había regalado, su fuente de poder, y entonces se lo quitó para dejarlo en el cuello de su hermana— Toma, ahora es tuyo, así tendrás un pedacito de mí todo el tiempo.

La de ojos negros miró la gema de color ámbar en el centro del relicario, entonces sonrió y posteriormente le regaló otro abrazo a la pelirroja.

—Aún así me quedaré con tu cuarto... —murmuró, Madison sonrió divertida antes de separarse, sus ojos azules se dirigieron a su madre.

—Ven aquí, cielo. —la mujer rodeó en un cálido abrazo a su primogénita— Te voy a extrañar muchísimo.

MIDNIGHT LOVE - ROSALIE HALE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora