40

386 24 6
                                    



Colette














MADISON DETUVO SU MIRADA EN SU COMPAÑERA DE CUARTO, la de ojos negros tenía la vista sobre sus partituras, apenas y habían hablado desde que se habían conocido. Colette Dubois era un enigma entero para la pelirroja, aunque eso en realidad no era el mayor de los problemas, se sentía muy lejos de casa.

—Oye, Colette —mencionó llamando su atención— Iré a la cafetería por algo de café, ¿quieres que te traiga algo? —la castaña sonrió suavemente y luego asintió—.

—Un latte, por favor, Madison. —era demasiado "cuadrada", demasiado seria también para su gusto, pero había aprendido a llevarse bien con ella, a pesar de ser tan diferente a sus amigos de Forks, sin embargo, de repente ella llamó su atención— ¿sabes? Creo que iré contigo. —mencionó dejando su cuaderno a un lado, la vio bajarse de la cama y ponerse sus botas rápidamente.

Ambas caminaron lejos de su habitación un par de segundos más tarde, la pelirroja trató de mantener el ambiente silencioso, casi no recordaba lo que era tener que hacer nuevos amigos.

—Este lugar es demasiado grande, siento que voy a perderme. —murmuró, pero en cambio Colette dejó escapar una pequeña risa—.

—Creo que a veces te acostumbras. —la escuchó decir con una suave sonrisa en el rostro.

—La verdad yo siempre viví en el mismo lugar, así que es un poco difícil adaptarme... —explicó ligeramente apenada—-

—Lo sé, eso de adaptarse es complicado... —la castaña la miró de reojo— Al principio es raro vivir lejos, sientes... 

—Culpa. 

—Exacto —amabas sonrieron suavemente— Mi familia es un desastre, así que yo me fui de casa a los catorce, desde hace un par de años vivo sola —Madison miró a Colette atentamente— ¿Y sabes qué fue lo más difícil? Sentir culpa por ser la primera que se fue y creer que merecía ser feliz. —entonces la castaña entrelazó su brazo con el de la pelirroja— Ya llegarás a eso, sólo debes dar un paso a la vez.

Madison se sintió a gusto ante aquella pequeña charla, Colette tenía la impresión de que la Kurt estaba angustiada por ese nuevo estilo de vida, e inexplicablemente se vio a ella misma a sus catorce años, asustada por el enorme mundo que había frente a ella, aunque quizá sus historias fueran más diferentes de lo que podía parecer a primera vista.

[...]

Rosalie observó a Alice y a Bella desde el marco de la puerta, todavía tenía bastante tiempo para arreglarse, pero no podía evitar en lo mucho que deseaba estar en el lugar de la Swan, dio un suspiro silencioso y luego habló.

—¿Necesitas ayuda? Puedo arreglarle el pelo. —la humana miró ligeramente sorprendida a la Hale, pero la vampira sonrió suavemente.

—Claro —respondió la duendecilla con tanta despreocupación, quizá lo habría anticipado, o quizá conocía tan bien a Rosalie que sabía que por un momento sería capaz de dejar a un lado las diferencias entre ella y su nueva cuñada— Puedes empezar con las trenzas, quiero que estén muy bien entretejidas. El velo va aquí, justo abajo —mencionó señalando con delicadeza una parte del cabello de la Swan.

Rosalie no tardó en acercarse y comenzar a deslizar sus manos por la cabellera de la castaña, sus movimientos eran suaves y delicados, tan dedicada a aquella labor que su hermana le había encomendado. La Hale no podía dejar de pensar en lo mucho que le hubiera gustado poder llegar a ese punto de su antigua relación con Madison, y tan solo de imaginarla en un vestido blanco un escalofrío y un sentimiento de dolor la abrumó; todo estuvo tan callado mientras le tejía el cabello a Bella, hasta que terminó y Alice la envió a por el vestido y en la búsqueda de Jasper en la residencia.

MIDNIGHT LOVE - ROSALIE HALE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora