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DIECISIETE


—¿Ya me tienes la información que te pedí, Lee? —preguntó el azabache

—Sí, al parecer Jay no fue por su cuenta con Min, señor Jeon —respondió.

—¿Cómo?

—Min mantiene a su lado a Jay a la fuerza —respondió.

—¡Vaya! Supongo que aún lo sigue amando —dijo para comenzar a reír.

—Señor Jeon, los videos siguen en poder de Jay —acotó aquel tipo de gran estatura frente al azabache.

—El idiota de Min lo debe estar presionando para que se los regrese. ¿Qué hay de lo otro que les pedí?

—Aún no hemos encontrado nada referente a ese niño, la lista de orfanatos con las características dadas son numerosas.

—Busquen bien, si lo encuentro antes que Jay lo podré usar de carnada —mencionó frustrado.

Durante el último año Jeon Jungkook no había salido del país como pensó Yoongi solo se escondió lo suficientemente bien para no ser encontrado por Min y sus hombres. Se sentía realmente furioso y estresado porque sus planes no lograron salir como los planeó.

Le había tomado meses envolver a Jay con palabras bonitas además de envenenar sus pensamientos en contra de Yoongi quien en ese entonces era su jefe.

Cuando finalmente convenció al castaño de que tomar lo que había en aquella caja fuerte sería como una garantía de que sus vidas estarían a salvo cuando huyeran pasó algo inesperado tiempo después.

Jay logró tomar lo que le ordenó Jungkook y cuando escaparon de la mansión fueron a una casa bastante alejada de la cuidad pero Jay le dijo que lo único que traía consigo era el dinero pues los tres cd's que consiguió de la caja fuerte de Yoongi los había mandado por correo a un amigo del extranjero para que este se los enviara de vuelta dentro de una semana.

Apenas pasaron tres días cuando una mañana al despertar no encontró a Jay por ningún lado, no dejó alguna nota o pista de su desaparición. Se había llevado parte del dinero y los videos que le servirían para chantajear a Min.

—Tengo que separar a Jay nuevamente de Min —sentenció riendo pues aquello lo veía como un juego.

—Señor Jeon, dentro de unos meses habrá otra reunión a la que seguramente asistirá Min junto a Jay —informó su hombre de confianza.

—Bien, esa será un gran oportunidad. Prepara todo porque ese día Jay yo saldaremos cuentas.

—Sí, señor. —Hizo una leve reverencia para después retirarse del despacho del azabache.

Por otra parte, el pequeño rubio comenzaba abrir sus ojos sintiendo un leve mareo, dolor de cabeza, un fuerte pitido era lo único que lograba escuchar haciéndolo sentir aún más desorientado. Agitó su cabeza para recobrar todos sus sentidos y al hacerlo vio que se encontraba en una pequeña habitación bastante lujosa.

—¿Señor Min? —preguntó sin obtener respuesta, se levantó con intenciones de salir pero al mover la perilla de la puerta notó que esta estaba cerrada por fuera.

—¿Señor Min? —repitió con temor pues justo en esos momentos deseaba que estuviera con él, sus lágrimas comenzaban acumularse en sus ojos en señal de desesperación y miedo.

La puerta de pronto se abrió dejando ver a un hombre bastante mayor que ya era conocido por él junto a dos hombres más.

—Jay ¿cómo estás? —preguntó con evidente falsedad.

—¿Dónde está el señor Min? —respondió con otra pregunta pues lo único que quería era volver con el pelinegro.

—Se fue porque tenía asuntos que resolver pero me dijo que tú y yo podemos divertirnos mientras llega —dijo mostrando una enorme sonrisa.

—¿Podría llamarlo, por favor? —pidió con notable tristeza.

—¿Para qué?

—Dígale que venga por mí, señor Ministro —volvió a pedir a punto de romper en llanto.

—No lo haré, te tengo ganas desde que te vi llegar por primera vez con Yoongi hace varios años y hoy por fin podré probarte —confesó al acercándose al rubio hasta arrinconarlo en una de las esquinas de la habitación.

—Por favor, deje que me vaya —suplicó con lágrimas descendiendo por sus mejillas.

—Primero, vamos a quitarte esta ropa porque no la vas a necesitar —dijo y fue entonces que el rubio corrió en dirección a la puerta pero fue detenido por los otros dos hombres que se encontraban en la habitación.

—Quítenle la ropa —ordenó el Ministro Kang a sus hombres, estos arrastraron al chico de sus cabellos para tirarlo a la cama y así comenzar a desgarrar las prendas de su cuerpo.

—SEÑOR MIN, SEÑOR MIN —gritaba lo más alto que podía guardando la esperanza de que el pelinegro este esperando afuera de la habitación.

—CÁLLATE —gritó el Ministro a la vez que lanzaba un gran golpe en el rostro del menor causando que de la esquina de su labio brotara sangre.

—Tengo una mejor idea, primero observaré y después disfrutaré —indicó apoyando su espalda en la pared frente a la cama y dio la orden a sus hombres de continuar.

—NO, NO, DÉJENME, NO QUIERO. —Su garganta se estaba prácticamente desgarrando del dolor debido a sus gritos y llanto.

—SEÑOR MIN, SEÑOR MIN, POR FAVOR —suplicó en medio de gritos al sentir las manos de aquellos hombres en su desnudo cuerpo.

Todo empeoró al momento de ver como las prendas de aquellos tipos iban desapareciendo para después comenzar a besar, morder y chupar todo su cuerpo causándole asco y dolor.

No iba soportar aquello, no iba a poder seguir con su vida si aquellos hombres lograban su cometido.

—YOONGIII —gritó lo más alto que pudo y esa simple palabra fue expulsada con tanta desesperación y sufrimiento pues era la única persona que podía ser capaz de detener lo que le estaban haciendo.









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¿Quién eres? (YM) EDITANDO-CAP. FINALES 🔓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora