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DIECIOCHO


—¡LARGO! —gritó furioso el pelinegro.

—Min, dijiste que podía...

—Le dije que lo asustara, no recuerdo haberle dicho que lo desnudara y muchos menos que sus hombres podían tocarlo —mencionó lleno de molestia por la escena que había observado al ingresar a la habitación.

El pelinegro entró justo después de haber escuchado su nombre ser gritado por el rubio, supo entonces que las cosas allá adentro no estaban saliendo como lo imaginó ni como lo planeó.

Él no quería que alguien tocara a Jay de esa manera, esa no era su intención, solo quería asustarlo pero sus gritos lo confundieron porque había algo diferente en aquellas súplicas, algo distinto.

Jay no suplicaría así, el se defendería y era exactamente lo que buscaba Yoongi, quería que dejara de fingir en ese momento que no era visto por él y que sacara a flote su verdadera personalidad.

—Vamos Min, no iban hacerle nada —bromeó dando palmadas en la espalda de Yoongi para calmarlo.

—Ministro Kang, debo recordarle que a pesar de su cargo quien tiene el control aquí soy yo —mencionó serio y con su mandíbula apretada en señal de total molestia. Aquello provocó un cambio drástico en el rostro del Ministro pues era consciente de lo que Min tenía en su contra.

—Está bien, vamos a calmarnos. No le pasó nada así que...

—¡LARGO! —interrumpió gritando pues toda la conversación estaba dándose dentro de la habitación escuchándose de fondo el llanto del rubio.

—Vámonos —ordenó aquel canoso hombre a sus guardaespaldas.

Para cuando la habitación quedó totalmente vacía el pelinegro volteó hacia la cama viendo al pequeño rubio en posición fetal con sus manos aferradas a las sábanas que cubrían su cuerpo desnudo, sus ojos hinchados debido al llanto que no había cesado en ningún momento incluso notando ligeros temblores y la sangre seca en la comisura de su labio.

Jamás me verás llorar, Yoongi.

¿Por qué lo dices con tanta seguridad, Jay?

Pase por muchas cosas antes de conocerte que me hicieron ser fuerte.

Si algún día te veo llorar tendrás que darme algo a cambio, amor.

El pelinegro se preguntaba internamente dónde había quedado aquel Jay rebelde, altanero, egocéntrico pero sobretodo fuerte porque el que estaba observando ahora no lo era. Lo único que percibía era a un pequeño niño asustado, frágil y temeroso resultando ser todo lo opuesto a lo que él conocía.

—Vamos a casa —susurró para acto seguido cargar a Jimin sin que este opusiera resistencia, su llanto continuó hasta llegar a la mansión y se dejó volver a cargar por el pelinegro quien lo llevó a su respectiva habitación para que descansara.
Colocó con cuidado el cuerpo del rubio sobre el colchón para después acomodar mejor la almohada debajo de su cabeza.

—No volverán a tocarte, lo prometo —dijo al momento que conectaron sus miradas, el tono usado fue neutro sin rastro de alguna emoción positiva o negativa dejando aún más confundido a Jimin quien detuvo sus sollozos al escuchar aquella promesa.

Yoongi salió de la habitación para dirigirse a su despacho y poder analizar mejor todas las teorías que se habían formado en su mente. Jeon hizo acto de presencia aquella noche dándole a entender a Min que sus encuentros se harían más seguidos hasta que uno de los dos acabe definitivamente con el otro.

—¿Qué sucede contigo, Jay?

—¿Qué es lo que buscas?

—¿Por qué actúas tan diferente?

—¿Por qué me confundes?

Esas y muchas otras interrogantes daban vueltas en su cabeza, de pronto a su mente volvió aquella melodía silbada por el rubio noches atrás pero seguía sin recordar dónde la había escuchado.

—Yo no lo conozco.

No creí que fueras capaz de huir de mí ¿acaso descubriste algo, Jay?

¿Usted es Jeon?

El idiota de Min te aceptó de regreso a su lado a pesar de que lo traicionaste.

Yo no...

Pero yo no perdono y cuando te logre atrapar pagarás el haberte ido.

Jimin recordó la pequeña conversación que mantuvo con Jeon aquella noche y un sinfín de preguntas comenzaron a formularse en su mente.

—No lo entiendo, si Jay abandonó al señor Min para irse con Jeon entonces ¿por qué huyó de él? —pensó y es que en su cabeza no lograba conectar toda la información recolectada.

—¿Dónde está Jay? —susurró para sí mismo pues esa era su principal duda.









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¿Quién eres? (YM) EDITANDO-CAP. FINALES 🔓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora