Evelyn
Un día más, un concurso más.
Entrar en el agua, subirme a mi tabla naranja y ganar se ha vuelto una rutina en mi vida. Una de la cual no me despegaría nunca. Porque hay veces que naces estando destinado a algo, que por mucho que intentes que tu vida siga otro camino, es imposible. El surf es mi vida, mi destino.
Así que, a pesar de que vivo en una rutina, cuando mis pies tocan la arena y el sol me da de cara no puedo evitar sonreír. Si algo es estar en casa, desde luego que lo es esto.
Miro a mi alrededor, y veo a muchos surfistas. Muchos muy buenos y otros muchos que solo están aquí para pasárselo bien.
—Nuestra compañía ha contratado a un fotógrafo muy bueno —me dice Steve, dejando su tabla junto a la mía.
Él también se toma unos segundos observando el sol y toda la gente, incluso cierra los ojos para poder sentir mejor el sol en su cara. Es por eso por lo que tardo en contestarle, para que pueda disfrutar de todo antes de que un torbellino de personas y emociones nos arrastre.
—¿Has hablado con él?
—¿Con un chico guapo? Por supuesto que he hablado con él —me dice, como si le doliera la falta de fe.
—¿Y qué tal?
—Mal, tiene novia. Los chicos heteros deberían estar extinguidos.
No puedo evitar que mis labios formen una sonrisa al oír el comentario de mi amigo.
—Tu no me deseas eso a mí, ¿verdad?
Steve me mira como si de verdad no se creyera lo que acabo de decir. Y no lo culpo, porque creo que es la primera vez en mucho tiempo que bromeo sobre hombres.
—¡Tú también reniegas de ellos!
—¡Y tú me pediste que dejara de hacerlo!
Sonríe al recordar nuestra conversación al atardecer.
—Cierto.
Niego, porque es un caso sin remedio.
—Vamos al mar.
—Sí, que ese fotógrafo vea lo que se pierde al lado de una mujer.
—No tengas duda de ello.
Ambos nos dirigimos a la orilla de la playa con la tabla pegada a nuestro costado. Y conforme me voy acercando al mar, la necesidad de echar a correr hasta que no haya ningún tipo de distancia entre nosotras es más y más grande.
Y es que, si algo he aprendido en todo este tiempo, es que este sitio es mi hogar. Que el mar y yo estamos hechos el uno para el otro.
En cuanto mis pies entran en contacto con el agua siento como me invade una gran tranquilidad.
—Hola —le susurro a la infinidad del mar.
Steve se adelanta a mí y antes de que me de cuenta ya está en medio de muchos otros participantes. Así que no me hago de rogar y corro hasta que el agua me viene por encima de las rodillas, que entonces me subo a la tabla y empiezo a remar hasta que llego a ellos.
—Pensaba que tardarías más —me dice Steve.
—Hoy tengo muchas ganas de coger olas.
Y esa es la verdad, o la verdad a medias.
La realidad es que necesito mantenerme distraída para olvidarme de que hace dos días cité a Jayden aquí. ¡En mi santuario! No sé en qué momento me pareció una buena idea, la verdad.
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La caída de las estrellas
Romance«El asesinato que lo cambió todo.» - Evelyn y Jayden pertenecen al mismo mundo: al de la fama. Sin embargo, no tienen nada que ver el uno con el otro. O por lo menos no lo tenían hasta que estar en la fiesta equivocada, en el momento equivocado y co...