Jayden
Antes de irme el otro día de casa de Evelyn le pedí que nos hiciéramos una foto con el anillo de compromiso para subirla a nuestras redes sociales y que así la falsa de que somos pareja fuera más creíble.
Debí pensármelo mejor.
Abro la puerta de mi casa sabiendo que lo que me espera al otro lado es una Grace muy, pero que muy, enfadada conmigo.
—¡Te casas y ni siquiera tienes la decencia de llamar a casa! —Me grita mi hermana, sin darme un abrazo ni saludar, a pesar de que llevamos casi medio año sin vernos en persona—. ¡Cuando mamá se entere va a caerse al suelo desmayada!
Pongo una mueca por la imagen de nuestra madre en el suelo.
—¡No le desees el mal a la pobre mujer! —Le grito, porque ella me ha gritado antes.
—He cogido un vuelo de tres horas y ¿eso es lo que vas a decirme? —Me pregunta, manteniendo el tono de enfado.
—¡Eres tú quién ha metido a mamá en esto!
—Jayden...
Le sonrío, con la sonrisa más angelical que puedo, y me acerco a ella con los brazos abiertos.
—Tienes razón. No ha sido un gran recibimiento. Hola, Grace, me alegro muchísimo de que hayas hecho un hueco en tu apretada agenda para venir a gritarme.
—Y a verte —puntualiza.
—Pero sobre todo a gritarme.
—Sí, cierto.
La estrujo entre mis brazos y ella me da varios golpes para que la suelte, aunque en el fondo sé que no es eso lo que quiere.
Grace vive estresada con el trabajo, con sus amores imposibles y con nuestros padres; que no son malas personas ni mucho menos, pero que sí son muy intensos. Creo que tienen hijitis con mi hermana.
—Sigo enfadada.
—Sigues preciosa.
—Idiota.
—Diosa.
—No vas a ablandarme.
—¿Ya te he dicho que eres la mejor hermana del mundo?
Me gano una buena hostia en el brazo, pero al final acepta mi abrazo y también me rodea con sus brazos. Y a pesar de que estamos a miles de kilómetros de casa, tenerla aquí me parece haber vuelto a esa casita del pueblo que siempre huele al fuego de la chimenea, independientemente de si ha sido encendida hace poco o no.
Nos pasamos unos cinco minutos en la puerta de mi casa abrazándonos como si no fuéramos a hacerlo nunca más, y cuando decidimos que de momento hemos tenido suficiente nos separamos y la invito a ponerse cómoda mientras le preparo un café.
—Quiero que me cuentes todo —me exige, cuando le doy la taza bien caliente.
Me siento enfrente de ella y me replanteo sobre si contarle que Evelyn es una chica que conocí hace poco o si contarle la mentira de que llevamos ocho meses juntos. Y no es que no confíe en mi hermana y que no quiera que sepa la verdad. Lo que pasa es que no quiero que se preocupe de los dos asesinatos y del hecho de que yo soy un posible sospechoso.
Así que, muy a mi pesar, elijo la segunda opción.
Total, ¿qué es lo peor que puede pasar por una pequeña mentira?
—¿Te acuerdas la última vez que nos vimos? Cuando mamá estuvo tan mala —le recuerdo.
—Sí, ¿qué pasa con eso?
ESTÁS LEYENDO
La caída de las estrellas
Romance«El asesinato que lo cambió todo.» - Evelyn y Jayden pertenecen al mismo mundo: al de la fama. Sin embargo, no tienen nada que ver el uno con el otro. O por lo menos no lo tenían hasta que estar en la fiesta equivocada, en el momento equivocado y co...