·07· El día que algo cambió.

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Evelyn

Superar a alguien consiste en que no duela. Consiste en levantarte y no pensar en esa persona, en que te hablen de él y no te derrumbes. Consiste en muchísimas cosas, más de las que crees cuando todavía no has perdido a nadie que realmente te importa. Nadie te habla de lo duro que es reconstruirte ni tampoco de lo hecha polvo que te dejan ciertos días del año.

Supongo que es por esto último que llevo sentada en la playa desde las seis de la mañana, viendo aparecer el sol y comiendo magdalenas de chocolate.

Supongo que es por eso por lo que llevo unas cinco a pesar de que odio el chocolate.

Y supongo que es por eso por lo que hoy la sola idea de coger una tabla de surf ha podido conmigo.

—Feliz cumpleaños, Jack —le digo a la nada, aunque en mi mente lo veo a él sobre una tabla, surfeando las maravillosas olas que hay hoy.

Jayden

Han vuelto a pasar tres días desde lo ocurrido en comisaría. Ella ha vuelto a hacer bomba de humo. Sin embargo, esta vez no estoy enfadado ni dolido. Ella es así. Evelyn no quiere que entre gente nueva a su vida y no es personal conmigo.

No puedo pretender llegar a la vida de alguien y esperar que esa persona quiera las mismas cosas que yo. Para Evelyn esto es solo una actuación. De hecho, ha dejado muy claro que no quiere nada conmigo.

Sin embargo, creo que es la idea de que ella tenga miedo de esto lo que me hace plantarme a las diez de la mañana delante de su puerta, decidido a que salga de su cascaron, de que empiece a vivir. Y bueno, también vengo a darle un anillo, porque que mínimo que eso después de anunciarle a un hombre que no nos quita el ojo de encima que nos vamos a casar.

Llamo un par de veces a su puerta, pero nadie viene a abrirme.

No tardo mucho en llegar a la conclusión de que posiblemente esté en la playa surfeando, y puesto que ya estoy aquí y que el mar solo está a unos cuantos metros de su casa, decido ir a probar suerte.

Aunque, por lo general no suelo mentirme y tampoco lo voy a hacer ahora. La verdad es que, si el mar estuviera a kilómetros de aquí, iría igualmente a verla, porque me apetece hacerlo.

Así que voy andando hasta la orilla, pensando en cómo darle el anillo sin parecer un auténtico lunático.

Evelyn

Noto las pisadas de alguien acercarse hacia mí. Primero pienso que puede que sea Steve, porque sabe que día es hoy y porque sabe dónde voy a pasar todas las horas de este día.

Pero cuando las pisadas son más cercanas descarto completamente la idea de que sea él.

—Y yo que pensaba que tendría la suerte de ver a una rubia bastante guapa surfeando —dice el dueño de las pisadas, que no tardo ni cinco segundos en reconocer como Jayden.

No puedo evitar sonreír al escucharlo, aunque antes de que esté sentado a mi lado vuelvo a mi cara neutral, porque sino sé que lo usará en mi contra.

—Por aquí no surfea ninguna rubia guapa, creo que te has equivocado de playa —le digo, siguiéndole el rollo.

Me giro para mirarlo y veo como tiene su habitual sonrisa.

Maldita sonrisa.

Va vestido con un pantalón negro y con una sudadera roja. Lleva el pelo hecho un desastre y por lo llenos de arena que están sus pies, supongo que hace un buen rato que se ha quitado las zapatillas.

La caída de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora