·26· Dos corazones rotos y una botella de tequila.

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Evelyn

Empiezo a andar sin rumbo por la calle. Solo memorizando el camino para poder volver a la casa cuando haya conseguido calmarme.

No puedo parar de pensar que ha sido una mala idea. Que todo esto, desde el principio, fue una mala idea. Una risa histérica se me escapa cuando recuerdo cómo me dio un bajonazo por Jack en la comisaría y dejé que Jayden tomara la decisión de algo que a mí también me concernía.

Maldito Jack.

Al final, sin pretenderlo, todo ha dado vueltas a su alrededor. Siempre ha sido así. Creo que si me paro a pensar en cómo fue nuestra relación no debería sorprenderme mucho el hecho de que me dejará porque ya no que quería.

Dios, como iba a quererme.

Por aquel entonces ni siquiera yo me quería. En aquel momento estar en mi cabeza era una carga continua. Ni siquiera yo me caía bien a mí misma. Joder, pero si todos los días pensaba: «¿Hoy va a ser el día que se canse de mí?»

Supongo que, en el fondo no me sorprendió cuando fui a verlo y me dijo que lo nuestro se había terminado. Supongo que, muy en el fondo me alegré de ello. No porque me dejara, que conste, porque estaba muy enamorada de él. Me alegré de que lo nuestro se terminara porque la voz interna que no me permitía ser feliz también iba a irse.

Ya no seríamos Jack, la vocecita que estaba en contra de nuestra relación, todos los problemas externos que soportaba y con los que indirectamente obligaba a Jack a cargar, mi odio creciente a mí misma y yo.

Simplemente sería yo.

Solo un vacío.

En parte, ahora que he vuelto a empezar a sentir. Que por fin he decidido que era hora de rellenar el agujero, puedo ver porqué me dejó. Puedo ver cómo me convertí en la sombra de la chica en la que se enamoró.

Me seco las lágrimas que no dejan de caer por el recuerdo de lo que tuve, por el recuerdo de lo que nunca más quiero tener.

Y luego está Jayden...

Él no se merece nada de esto. Siendo completamente sincera él no se merece que le haga daño. Lo que sí se merece es ser feliz. Conocer a una chica que no tenga un continuo miedo a sentir, una que sepa quererle como se merece.

Y esa no soy yo.

Por lo menos no lo soy ahora.

Tal vez es como eso que suelen decir de que es la persona correcta en el momento equivocado. Tal vez yo no he conocido a Jayden cuando toca.

No lo sé...

Sigo andando unos minutos más hasta que noto como me calmo y las lágrimas poco a poco dejan de salir. Me paro en el mirador al que he llegado y me apoyo en la barandilla verde musgo que hay. Dejo que todo el aire salga y me obligo a pensar en el presente.

En la Evelyn de ahora.

No soy la mejor versión de lo que puedo ser, pero en comparación a todo lo que fui, estoy muy cerca de serlo.

—La barandilla no va a conseguir darte un poco de paz —escucho que me dice una voz femenina detrás de mí.

Giro un poco la cabeza para darme cuenta de que se trata de Lexie. Está sentada en un banco marrón que hay entre dos grandes árboles y lleva una botella de lo que creo que es tequila en la mano.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, sorprendida.

La verdad es que teniendo en cuenta que conozco a cuatro personas contadas en este pueblo, no tiene ningún tipo de sentido que me haya tenido que encontrar a una de ellas. Mucho menos que haya tenido que ser la mejor amiga de Jayden.

La caída de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora