23. Promesa

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2011

En el cajón del Maipo se respiraba tranquilidad, la tranquilidad que necesitaba en mi estado, acaricié mi vientre hinchado. Suspiré. Me quedaba una semana para tener a mi bebé. Los meses habían pasado muy lento, no podía dejar de pensar en el Erick y en todo lo que había pasado, después del hospital no lo vi más, porque apenas me dieron de alta me mandaron para acá, el único que sabía que estaba acá era mi amigo Pablo, el único que me había venido a visitar. Ahora estaba ahí mirando su celular mientras yo miraba por la ventana, mirar la naturaleza que nos rodeaba me calmaba. Gotas de lluvia caían, me relajaba el sonido de la lluvia, en Antofagasta no se veía mucha lluvia.

Cerré mis ojos imaginando que el Erick estaba a mi lado, mis ojos se llenaron de lágrimas. Sus palabras aún resonaban en mi cabeza, cuando me dijo que no quería a nuestro hijo y que lo abortara. Acaricié mi panza con mi mano. Una lágrima se deslizó por mi mejilla y cayó sobre mi mano. Sentí un cosquilleo dentro de mí. Una patadita. Mi bebé haciéndose notar. Sonreí a pesar de la tristeza que sentía en mi corazón. Tenía que dejar de pensar en él, pero no podía, maldita sea. Me sequé la lágrima que había caído por mi rostro y me giré hacia mi amigo que estaba echado en la cama.

—Pablo—dije.

—¿Por qué me miras tan seria? —preguntó dejando su celular de lado.

—Llegaste aquí hoy en la mañana y no me has contado mucho. ¿Cómo está Antofa? —pregunté.

—Pero si ya te dije. Está todo bien, el único cambio es que la Ro terminó el Gabo, como siempre—dijo rodando los ojos. Luego volvió la vista a su celular. Me acerqué a la cama lentamente porque me costaba caminar con esta guata gigante, y le quité el celular a mi amigo.

—Dime Pablo, ¿Qué pasó? —pregunté. Sabía que algo no me estaba diciendo, lo conocía demasiado para saber cuando me estaba ocultando cosas.

—Nada Lu—respondió. Fruncí el ceño.

—¿Es algo relacionado con el Erick? Dime, quiero saber qué onda—él suspiró. Era obvio que se trataba del Erick—¿Está bien?

—Sí, está bien, si no le pasa nada—lo miré intensamente.

—No me mires así—suspiró—Ay ya no debería decirte esto, pero bueno igual te enterarás. Lo vi en el mall—dijo mirándome y quedándose en silencio.

—¿Ya y? —¿por qué no me decía que había pasado? —¿Te preguntó por mí? —él me miró con pena. Era obvio que no le había preguntado por mí.

—No, él no me vio. Pero Lu, no sé si deba decirte esto.

—Habla de una vez Pablo.

—Ya, estaba con otra mina.

—Ya ¿una amiga? —pregunté.

—Lu—dijo tomando mis manos entre las suyas—se estaba comiendo con otra mina—mi corazón se detuvo en ese momento. Un nudo en la garganta apareció. Quería llorar, pero no, no tenía que llorar más por él, es obvio que nunca le importé, que nunca me amó. Solo tenía que concentrarme en mi bebé. En nada más. Solo faltaba un mes para que naciera y tenía que estar tranquila.

—Ah—dije. Me alejé de mi amigo y volví a mi lugar en la ventana.

—¿Estás bien Lu? —preguntó el Pablo poniendo su mano sobre mi hombro. Le di una mirada de reojo.

—Estoy perfectamente. Nada de lo que él haga me interesa Pablo.

—Pero...

—Ningún pero, no debí preguntar por él. Solo olvídalo.

Bad Blood || Erick Pulgar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora