El Erick manejó a toda velocidad, por suerte ningún auto nos siguió debido a que los colombianos estaban dentro de la disco. En unos minutos estuvimos en mi casa. Cuando el portón eléctrico de mi casa se cerró detrás de nosotros al fin pude respirar tranquila.
—¡Mierda! —exclamó el Erick pegándole al manubrio—Pensé que había dejado todo esto atrás—lo miré. Recuerdo la primera vez que estuve en un tiroteo y fue en la casa del Erick, ahí yo era una pobre inocente que no sabía lo que tenía a su alrededor.
—Estamos en Antofa, ¿qué esperas? —puse mi mano sobre su brazo para que me mirara. Él lo hizo—De alguna manera siempre terminamos en una balacera—me encogí de hombros. Él sonrió.
—En eso tienes razón...—luego suspiró—¿Iban tras de ti Lu?—preguntó.
—Puede ser—respondí. Él me miró preocupado, tomó mi mano entre la suya. Entrelazó nuestros dedos, me quedé mirando el contraste entre su piel morena y mi piel blanca como la leche, me faltaba sol.
—Lu ¡por la chucha! Tienes que cuidarte—con su otra mano tomó mi mentón—Prométeme que te vas a cuidar.
—Erick, tranquilo, no me va a pasar nada, te lo prometo—acercó su rostro al mío, juntó nuestras frentes, nuestras narices chocaron, sus ojos conectaron con los míos.
—Me da tanto miedo que te pase algo mi Luci...
—No soy tu Luci—le respondí.
—Claro que lo eres—no alcancé a responder nada porque juntó sus labios con los míos. Mi cuerpo entero comenzó a vibrar con su beso, en especial cuando su lengua se juntó con la mía. Maldición, un maldito escalofrío me recorrió el cuerpo, mi estómago estaba hecho un nudo, odiaba y amaba las sensaciones que el Erick provocaba en mí. Su mano se enredó con mis cabellos, profundizando más el beso. Hasta que nos quedamos sin aire y tuvimos que separarnos. Lo miré jadeante.
—A la mierda todo—le respondí—me encantas y no puedo negarlo—él me dio una media sonrisa. Me desabroché el cinturón y me pasé a su lado, me senté a horcajadas de él. Rodeé su cuello con mis brazos.
—Tú también me encantas Luci—deslizó suavemente la palma de su mano por mi pierna haciéndome estremecer—Te he extrañado tanto.
—Y yo a ti—volví a juntar nuestros labios. Las cosas se calentaron bastante rápido la verdad. Las manos del Erick se encontraron con mi trasero apretándolo. Dios. Necesitaba más. Los labios del Erick se alejaron de los míos, para deslizarse por mi cuello mientras mordisqueaba ahí, mierda, ese era mi maldito punto sensible y él lo sabía, él lo había descubierto hace años. Corrientes eléctricas viajaban hacia mi entrepierna, además por la posición en la que estaba el roce con el Erick me tenía loca. Dios—Erick—jadeé.
—¿Qué?—preguntó separando un poco sus labios de mi cuello—¿Te gusta esto?—dijo volviendo a besar mi cuello.
—Sabes que sí, maldita sea—La verdad lo deseaba y no quería esperar mucho más. Así que llevé mis manos a su pantalón.
—Estás ansiosa eh.
—Calla y ayuda—le dije. No teníamos mucho espacio la verdad, y el manubrio se clavaba en mi espalda, pero nada me importaba. El Erick sonrió. Y me ayudó a liberar a su miembro. Dios.
—¿Cuánto te gustan estas medias?—preguntó con una sonrisa malévola.
—Puedo comprar otras—respondí. Dicho esto, agarró mis medias y las rompió de un tirón. Segundos después entró en mí de una embestida. Joder. Me aferré a su espalda. Así me sentía completa, maldición. Comenzó a embestir de manera rápida y dura contra mí. Dios, esto era perfecto. Los gemidos escapaban involuntariamente de mi boca, al igual que su nombre. Nadie me podía hacer sentir como lo hacía él... Unas luces iluminaron la oscuridad.
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Bad Blood || Erick Pulgar
FanfictionSoy Lucía Falcone y esta es la historia de cómo mi loco amor se transformó en mala sangre