25. Necesito ayuda

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               El Erick se veía muy confundido. Era demasiada información para procesar probablemente. Se sentó en un sillón que había ahí en la habitación.

Entonces... ¿Me mentiste Lucía?preguntó mirándome, sus ojos escrutándome, ya lo sabía, después de tanto tiempo al fin lo sabía, sentía un peso menos sobre mí, me sentía ligera.

Lo hicerespondí—¿Qué querías que hiciera? Tú me dijiste que no querías saber nada de mí, que no querías saber nada de nuestro bebé, así que ahora no te hagas la víctima, Erick. Nunca más me preguntaste cómo estaba ni nada, solo el Jeans y tu mamá se preocuparon por mí después de lo qué pasó con el Chalo, tú la única vez que te dignaste a hablarme fue cuando necesitabas de mi ayuda. Te enojas conmigo, me haces sentir culpable, y juegas el papel de víctima, siendo que has sido un maldito desgraciado conmigo, solo me utilizas Erick.

—Eso es mentira Lucía, yo te amo—rodé los ojos, era un mentiroso. Estaba tan enojada con él, porque siempre me echaba la culpa, ni siquiera me dejaba explicarle la situación, lo más fácil para él, era culparme siempre.

—Si lo hicieras no me echarías la culpa de toda la mierda qué pasa a mí, además en todos estos malditos años, nunca la única maldita vez que me buscaste y me hablaste fue para pedir ayuda y ni siquiera me preguntaste cómo estaba... ahí me di cuenta que ni siquiera te importé porque no fuiste capaz de interesarte un poquito de cómo estaba...—él suspiró.

—Lo sé, fui un imbécil de mierda, lo sigo siendo—suspiré, recordando la única vez en todos estos años que había visto al Erick, cuando me pidió ayuda y yo tuve que suplicar por él.

2013

El verano se sentía en la ciudad de Antofagasta, el aire estaba cálido, podría estar disfrutando en las aguas frías de la piscina de mi casa, pero aquí iba en mi moto junto al Jeans persiguiendo a unos traidores de baja calaña con los cuales mi padre nos había mandado a lidiar.

Este año y medio había sido muy duro. Finalmente después de mucho convencí a mi padre que podía ser parte del negocio. Me había iniciado en la mafia hace más de un año, y ahora era una mujer totalmente nueva, ya no era la estúpida de antes, la llorona, la débil, ahora era fuerte, aunque aún me faltaba mucho, por eso mi padre nos encargaba trabajos más fáciles, porque bueno me podía defender bien, era decente con las armas, pero aún me faltaba mucho, tenía músculos pero no lo suficiente, tenía mucho que mejorar en la defensa, para poder batir a oponentes en lucha cuerpo a cuerpo. Además de mejorar mis habilidades de lucha este año había entrado a la universidad a estudiar medicina, sí algo nada que ver con lo que quería, pero era necesario para estudiar las debilidades y fortalezas del cuerpo humano, lo necesitaba ya que si no era tan buena luchando, al menos sabría eso, además necesitaba mostrarme normal ante la gente para que no sospecharan de mí. Era mi tapadera. Igual estaba siendo difícil porque tenía que estudiar y además tenía la mafia, no dormía mucho, pero el dormir poco me mantenía alerta.

Finalmente alcanzamos a los traidores. Me bajé de mi moto, los tipos nos observaron. Uno de ellos soltó una risa burlona.

—Mira Juan nos mandaron a la princesita y al gordito—se burló. La furia fue creciendo en mi interior. ¿Qué se creía? ¿Qué porque era mujer no era capaz de hacer lo que tenía que hacer?

—Te vas a comer tus palabras por imbécil—le dije sacando un cuchillo de mi casaca, podría hacerlo fácil, solo sacar la pistola y acabaría en el suelo muerto en unos segundos, pero me había cabreado el imbécil así que no sería tan fácil para él.

—Uy ¿qué vas a hacer con eso princesita? —dijo el muy desgraciado.

—¿Qué te parece cortarte la lengua y dártela de comer? —le dije con una sonrisa maliciosa. Le di una sola mirada al Jeans y los dos atacamos al mismo tiempo.

Me acerqué al imbécil que se llamaba Johnny, que era un traicionero maldito que fue con información confidencial de nuestras rutas de drogas con los malditos colombianos. Levanté y le di una fuerte patada en la garganta con mis botas militares negras que eran excelentes para dar golpes. El tipo, Johnny se desestabilizó con el golpe, perdió el aire unos segundos, pero se recuperó rápidamente, arremetiendo contra mí, lo esquivé. Sacó su cuchillo también. Intentó darme con él, pero yo era rápida y ágil, así que lo esquivé, solo una vez me alcanzó a dar un pequeño corte en el brazo, pero no fue nada, no dolió mucho, además con la adrenalina de la pelea no sentía nada. Después de luchar durante unos minutos que se hicieron eternos, logré derribarlo. Mientras se quejaba en el suelo por el último golpe que le había dado en estómago lo agarré por la espalda y puse mi cuchillo en su cuello.

—Para que te quede bien clarito querido, yo soy la maldita reina de esta mierda, ya no soy más una princesita. Pronto todos se arrodillarán frente a su reina.

—Eso jamás pasará. A los hombres de tu padre no les gusta nada que la sucesora sea una mujer, no aceptaran recibir órdenes de una.

—Lo aceptarán, seré su jefa y su reina, tendrán que acatar mis órdenes, lástima que tú no estarás ahí para verlo—dije mientras jugueteaba con el cuchillo—Ahora dime ¿qué les dijiste exactamente a los colombianos?

—No te diré nada, no me das miedo—la furia creció dentro de mí, no me respetaba solo por el hecho de ser mujer, pero se arrepentiría al final, antes de morir me iba a mostrar respeto.

—Muy bien, si tu quieres que tu muerte sea dolorosa así será. Y yo que te la iba a hacer fácil... No me dejas otra alternativa que hacerte sufrir para que me digas la información que necesito.

—No te atreverías, eres débil princesita...—perdí los nervios y le hice un corte superficial en el cuello, el tipo gritó. Le di una patada por la espalda haciendo que cayera al piso mientras se quejaba, justo en ese momento apareció el Jeans quien ya se había encargado de su contrincante.

—JP, agarra a este imbécil...—le dije. Él obedeció. Y lo hizo levantarse a la fuerza y lo ató a una silla que había en el lugar.

—Ahora querido, le dirás todo lo que sabes a la princesita y al gordito o sino el filo de nuestro cuchillo te hará sufrir, de ti depende que tu muerte sea rápida o lenta...—le dije dándole mi mejor mirada amenazante...

Luego de un rato el tipo nos dijo todo lo que necesitábamos, toda la información que le había dado a los colombianos. Me despedí del Jeans y me fui a mi casa.

Abrí el portón eléctrico de mi casa, entré con mi moto a la casa, pero detrás de mí entró un auto que no conocía, fruncí el ceño. Me puse alerta al instante. Me bajé rápidamente de la moto y puse mi mano sobre mi arma. Miré el auto, estaba un poco averiado en el parachoques, con el vidrio roto. La persona en el lugar del chofer se bajó del auto. Era alguien alto y flaco. Antes de poder apuntarlo con mi pistola vi bien quién era.

—Luci—era el Erick. Lo miré, no se veía nada de bien, tenía los ojos rojos e hinchados como si hubiera estado llorando—necesito tu ayuda por favor mi ángel—al verlo así algo se removió dentro de mí, esa parte de mí que tanto había intentado matar, aquella parte sensible y que sentía cosas, porque para hacer lo que ahora hacía había tenido que apagar todos mis sentimientos.

—¿Qué te pasó Erick? —pregunté con la voz más suave que pude. Después de lo que había estado haciendo aún estaba un poco alterada. Aún me afectaba un poco, aún no era completamente inmune a los gritos de sufrimiento de la gente.

—Yo...—corrió donde mí y me abrazó, me tensé al principio, pero luego puse mi mano sobre su espalda y lo acaricié. Soltó un sollozo. Luego se separó de mí y me miró a los ojos—no sabía donde más ir Lu, yo... la cagué, atropellé a alguien—una lágrima se deslizó por su mejilla—y creo que lo maté... y no supe que hacer y arranqué... me cagué la vida...—me dijo. Lo miré. Por un segundo sentí su dolor como algo propio. Pero luego se disipó, aún estaba entumecida—ayúdame, Luci, por favor...

—Yo te ayudaré—le dije y luego lo abracé fuerte como lo hacía en los viejos tiempos. Me permití relajarme entre sus brazos. Lo había extrañado tanto...

Bad Blood || Erick Pulgar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora