4. Quemadura

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Escondió la sonrisa lo más rápido posible, luego me frunció el ceño y me miró feo. Ahí estaba la mirada que recordaba.

—Por fa ten más cuidado casi atropellai a mi hermanito—espetó. Miré al niño pequeño que estaba ahí al lado del Erick. Luego volví a dirigir mi mirada al Erick, los niños no eran lo mío... o bueno ya no lo eran.

—Lo siento, estaba en otra—y era verdad, estaba pensando en toda la mierda que se me iba a venir encima, lo cual era muy complicado si quería lograr lo que quería.

—Lo noté—dijo mirándome fijamente con esos ojos castaños, con esos ojos que solían mirarme con amor—hoy, lo enterraron ¿cierto? —asentí— ¿Y qué va a pasar? ¿Quién va a...

—Yo—dije antes de que terminara la frase, ya sabía lo que quería preguntarme. Él asintió—No te preocupes por tu familia, estarán todos protegidos...

—La otra vez dijiste lo mismo...—hice una mueca.

—La otra vez no era yo la jefa, ahora yo soy la reina y si digo algo es porque así será...—él suspiró.

—Cuídate mucho Lu... te puede pasar algo...—bufé.

—A ti no te importa eso... por ti que termine bajo tierra y no te interesará...

—Sabís que no es así Lu—levantó su mano y la acercó a mi rostro. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué me quería tocar? Me eché hacia atrás. Él bajó su mano mirándome dolido ¿Por qué me miraba así?... Si era obvio que yo nunca le iba a perdonar lo que me hizo, no lo odio ni nada, pero nunca en la vida lo perdonaré—Deberías tener más cuidado Lucía, veníai re fuerte po y más encima sin casco encima de esa moto, podriai haber tenido un accidente—resoplé.

—Por favor Erick no te hagas el preocupado por mí, no seas cínico, los dos sabemos que no te importa ni un poquito lo que me pase—él suspiró ruidosamente—mejor me voy, hoy no estoy de humor para lidiar contigo—fui hacia mi moto. La tenía que levantar del suelo, aún estaba encendida y en el piso. Agarré el manillar para levantarla.

—Déjame ayudarte—dijo el Erick apareciendo a mi lado.

—¡No!—exclamé—no necesito de tu ayuda, puedo hacerlo solita.

—Es muy pesada para que la levantes—dijo quitándome el manillar de las manos.

—Me la puedo, tengo fuerza—dije intentado empujarlo, pero obviamente aunque yo no era una debilucha, él tenía más fuerza. Así que no me dejó tomar el manillar de mi moto, me empujó a un lado y cuando lo hizo pasé a poner mi mano en el motor caliente del vehículo. Sentí un escozor en mi mano y la retiré inmediatamente de la fuente de dolor— ¡Mira lo que hiciste! —exclamé. El Erick soltó la moto y se irguió para mirar donde me había quemado la mano.

—Mierda, mierda, lo siento ángel, yo no quería...—dijo intentando tomar mi mano. Me alejé.

—Ya, no importa—escocía, pero había tenido heridas peores, había aprendido a soportar el dolor, incluso a disfrutarlo...

—No, sí importa Lu, tenís la media quemadura po y por mi culpa, vamos adentro de mi casa a curar esa mano...

—No es necesario Erick, en serio, estoy bien.

—No mientas Lu, no estás bien, ahora vamos adentro o te llevo al hospital, como tú quieras—resoplé. No era una buena idea ir al hospital.

—Está bien, Erick, vamos dentro de tu casa, pero hay que apagar la moto y estacionarla—él se inclinó y apagó el motor de mi moto querida.

—Ya, la apagué, después mando a alguien a estacionarla, ahora vamos dentro—suspiré resignada. Y lo seguí—Oye pequeño—le dije al hermano del Erick mientras íbamos en camino al departamento del Erick—perdón por asustarte y casi atropellarte. ¿Estás bien? —pregunté—él me miró con sus ojos castaños parecidos a los del Erick.

Bad Blood || Erick Pulgar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora