17. Trato

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No me gustaban los hospitales, sí, había estudiado medicina pero con otro propósito, no con el de curar, sino con el de saber cómo infligir dolor. Además este hospital en específico me traía pésimos recuerdos.

—No me quieren decir nada—dijo el Erick sentándose a mi lado mientras se pasaba las manos por el cabello. Puse una de mis manos sobre su espalda. Intentando darle apoyo.

—Va a estar bien, el Jeans es fuerte, va a estar bien—dije intentado darle ánimos. Pero la verdad es que ni yo tenía ánimos, esto de la maldita mafia y las drogas iba a terminar por explotar algún día e iba a morir otra persona que quería o quizás yo, era hora de acabar con toda esta mierda.

—Lu, yo no sé qué haría sin mi hermano—levanté mi mano y acaricié su rostro, luego llevé mi mano a su cabello, tan suave igual que hace años. Me enfoqué en eso, en jugar con su pelo, no quería pensar en el Jeans, porque dolería mucho si le pasaba algo, el Erick no lo sabía pero su hermano había estado apoyándome durante años, y a pesar de que trabajaba para mí, yo siempre lo he considerado como un hermano menor, yo nunca querría que le pasara algo. Estaba enojada, necesitaba hacer algo. Me puse de pie— ¿A dónde vas rusia? —preguntó el Erick mirándome con sus ojitos brillosos.

—Tengo que hacer una llamada—respondí—espérame aquí—me fui a una esquina, donde el Erick no pudiera escucharme. Marqué el único número que podía marcar en este momento.

—Cari me pillas en un mal momento—escuché la voz de mi amigo Pablo, luego escuché una risa femenina. Diug. Quizás con qué mujerzuela andaba este hueón, pero no me importaba.

—No me importa. Pon en marcha el plan, ahora mismo—mi amigo hizo callar a quien sea que estuviera con él.

—¿Qué? Lucía si es por lo que dijo mi hermana de que era tu culpa la muerte del Chalo, no es así, no es tu culpa.

—No es por eso churri, el Jeans recibió una bala durante el tiroteo, esto ya no da para más, es hora de detenerlo.

—¿Estás segura cari? Aquí va a correr sangre, tienes que salir ahora mismo de la ciudad.

—No, no lo haré, no dejaré al Erick solo, tú solo entrega esos papeles a los tira, hazlo ahora mismo, no me importa a quién chucha te estés tirando, ve ahora a la policía.

—Lu, nadie podrá protegerte si te quedas en Antofa y menos si el Jeans está incapacitado, tienes que salir de aquí, podemos pedir ayuda a tu primo en Santiago...

—Pablo por la chucha no, me voy a quedar no me importa nada, pero este imperio cae esta noche—él suspiró al otro lado del teléfono.

—Bien, cuídate cari—corté la llamada y me fui a sentar al lado del Erick. Hoy se acababa todo, solo esperaba sobrevivir para estar junto a él como siempre soñamos. Apoyé mi cabeza en su hombro, él me dio un beso en la frente, le sonreí. Él me devolvió la sonrisa.

2010

               Ya llevaba unas semanas en la casa del Erick, a pesar de que la casa era pequeña y que no habían lujos como en mi casa me sentía mejor, la mamá del Erick me trataba súper bien, además yo la ayudaba porque estaba embarazada. Así que ayudaba en la casa y además ayudaba a los hermanos del Erick en sus tareas.

               Igual sabía que no tenían dinero por lo que el Pablo me pasaba plata ya que obviamente que mi papá me bloqueó la tarjeta, era un maldito. El Pablo también me pasó su moto para que pudiera transportarme. Era todo perfecto, además que con el Erick estábamos mejor que nunca. Nuestra relación era perfecta. Lo amaba tanto.

—Hoy no tengo nah entrenamiento yusia—dijo el Erick apenas llegó del liceo. Tiró su mochila en el sillón. Lo miré feo. Era un desordenado. Tomé su mochila y comencé a revisar sus cuadernos, donde no escribía muchas cosas.

Bad Blood || Erick Pulgar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora