Capítulo 10

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-PRIMERAS LÁGRIMAS-
Don't let it break your heart-Louis Tomlinson

—Adeline—dice ella y reconozco su voz, ¿cómo no hacerlo?, es mi mejor amiga, o al menos eso creí que era.

Me lastimó pero yo no puedo hacerlo, no puedo lastimarla, solo quiero que deje de doler, quiero que se vaya, que complete sus planes con él y que el karma se encargue de ellos.

¿Qué diría mi abuelo?, tal vez me diría que hay dolores más grandes que la traición de una amiga.

—¿Qué pasó?—contesto apretando mis puños para no llorar ahí mismo.

—Yo te amo, lo siento—dice y sé que piensa que no se nada.

Se refiere a que ese mismo día mi abuelo murió y que me iré de la ciudad también.

—No te preocupes—digo mirando a la ventana, un torrencial de agua azota la ciudad, un día triste y lluvioso es todo lo que tengo.

—Te voy a extrañar—contesta ella y yo callo.

—Adiós Valeria—digo y siento que aún sigue detrás mío, no soy capaz de verla a la cara, no quiero pelear, estoy cansada.

Estoy exhausta de esconder mis emociones y de fingir que estoy bien, solo estoy cansada, no quiero pelear, y puede que sea un poco cobarde, pero estoy cansada.

Solo quiero un lugar donde me sienta como en casa.

Solo quiero ir a casa.

Cuando noto que ya no está, una lágrima sale sin permiso, rueda por mi mejilla y mi labio tiembla.

¿Cómo pudo hacerlo?

¿Por qué ella?

Las personas no fueron hechas para decepcionarte, fueron hechas para estar ahí, pero esas personas que te lastiman de hecho son cuerpos desalmados que vagan tratando de encontrar felicidad en el dolor de otros, lastiman porque creen que si son ellos los que hacen daño nadie podrá lastimarlos, pero lo que no saben es que se lastiman a ellos mismos tratando de huír.

Un torrencial de agua azota al campus, y yo estoy sentada en el salón mientras el profe explica algo aunque sinceramente no presto atención, pero es que este tipo de lluvia me recuerda a esa tarde, lo recuerdo aún, sin darme cuenta una lágrima recorre mi mejilla justo como aquel día, la limpio para que nadie se de cuenta y aprieto mis puños.

No ahora, no aquí.

Cuando el timbre suena salgo disparada del salón, siento que me ahogo por retenerme tanto y corro con la mochila en manos.

Entro al baño y me encierro en un cubículo, me tiro al suelo y me tapo la boca para que nadie oiga nada.

Las lágrimas salen solas y mojan mi suéter en el proceso, cierro los ojos con fuerza.

Se siente asfixiante.

Miro el techo y respiro.

Me duele.

Aún me duele.

Y no es él, es ella, desde ese día no he tenido mejores amigas, ¿para qué?, ¿por qué?, ¿de qué sirve llamar a alguien "mejor amiga", si de todos modos será la primera en apuñalarte por la espalda?, ¿vale la pena?.

No, no lo vale.

—¿Adeline?, ¿estás ahí?—preguntan y me limpio con el suéter.

—Si,si—respondo y sé que es Dani, se agacha y me mira desde abajo.

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