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-Callados ¿Sí? Mami se va a encargar de esto -de manera agitada la mujer escondía a los pequeños entre los arbustos del patio trasero, su mirada no era tranquila esta vez- Mako, cuida de Hiro -al ver como su madre se alejaba dispuesta a entrar a la casa de nuevo las pequeñas manitos de la castaña taparon los oídos de su hermano-

Estaban asustados y perturbados ¿Qué era lo que había visto? ¿Por qué su padre le hacía cosas de mamá y papá a su hermanito? No entendían nada, sus mentes infantiles no daban para explicar la violencia intrafamiliar de la que comenzaron a ser víctimas desde ese día.

No estaba borracho o bajo el efecto de alguna droga, solo llegó de la oficina y vio al niño de apenas cuatro años jugando solo en la sala mientras su hermanita de siete estaba en el baño, todo ocurrió en un parpadeo, alarmada por los gritos y recordando las películas que solían ver en familia salvó a su hermano apuñalando la pierna de su padre dos veces logrando que así alejara sus manos de la entrada del niño, corrió asustada a la puerta principal cuando escuchó las llaves siendo señal de que su madre había llegado del trabajo, nunca se había percatado, pero esta vez prestó principal atención a la blusa sin mangas de la mayor, era un día de calor así que casi de manera obligada dejó a la luz los enormes manchones violetas en sus brazos, imagen que duró solo unos segundos antes de que la mujer corriera con gran rapidez a la habitación matrimonial.

- ¿Mamá? -dijo entre sollozos el pequeño mientras que con cuidado sobaba sus piernas desnudas dejando ver las marcas de dos grandes manos en sus muslos, cubiertos de la sangre proveniente de la ropa de su hermana-

Mako no respondió, estaba muy oculta en el fondo de sus pensamientos, su inocente mente trataba con esfuerzo de unir todos los puntos e información que había recogido en los treinta minutos que habían transcurrido desde el inicio de todo, llegando a la conclusión que su padre era un hombre malo. Podía ver como sus progenitores peleaban a puño limpio en la habitación cuyas ventanas daban al patio, no lloraba ni sentía miedo, su instinto de supervivencia estaba siendo más fuerte que todo y estaba dispuesta a cumplir la misión que su madre le había encomendado.

-Papá -volvió a decir Hiro sacando a su hermana de sus pensamientos, el robusto hombre salía de la habitación rumbo a los arbustos, cojeaba y sus manos estaban cubiertas de sangre-

-Quédate quieto -dijo la niña mientras que lentamente se paraba frente al menor- ¡Sal de aquí! ¡Eres malo! -decía Mako con seguridad mientras tiraba a muy corta distancia pequeñas piedras que estaban cerca de las plantas-

El hombre solo sonrió, una sonrisa perversa que ella nunca había visto y que calentó todo el cuerpo de la pequeña Hyakuzawa haciendo que la adrenalina fluyera libremente por su cuerpo. Los pasos de Korai se detuvieron cuando su esposa saltó sobre sus hombros, subiéndose a ellos haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas, siendo ahorcado en el suelo por los delgados, pero fuertes brazos de Inuoka.

Fue lo último que vio antes de que sus ojos se cerraran por la impresión.

Al despertar estaba en una cama de hospital y en la camilla del lado estaba su hermanito comiendo gelatina, fuera de la habitación estaba su madre con las manos vendadas, hablaba con la policía, no se le veía triste o enojada, solo estaba ahí, mostrando sus brazos y explicando cosas. En la radio sonaba el primer single de KOJI1200, apenas salió el año anterior Mako y Hiro lo bailaron hasta aburrirse, el nuevo cantante Imada era la primera hiperfijación de la pequeña niña en desarrollo, ahora no quería escucharlo más, la estridente y animada música no le dejaba escuchar la conversación ajena, con suerte podía concentrarse en sus propios pensamientos, por el contrario, Hiro se aferraba al feliz recuerdo que esa canción le traía, se aferraba al exagerado color fucsia de la gelatina, la suave sábana de la cama y el catéter venoso en el dorso de su mano, su inmadura cabeza iba bloqueando rápidamente lo ocurrido, lo único que quería era un abrazo de su hermana que no tenía fuerzas para levantarse o hablar, su ropa ensangrentada había sido cambiada por su pijama al igual que el menor a su lado, ambos estaban curados y limpios, pero no a salvo, ¿Qué pasaría ahora? ¿Qué debían hacer? ¿Su madre habría matado a su padre? Ojalá.

La mente blanca de la niña de siete años se vio manchada permanentemente, tenía un montón de preguntas para su madre, no la culpaba de nada, la forma más fácil que se permitió explicar a sí misma lo sucedido fue decir que todo era como en las películas de acción, así que sí pasa en las películas es porque es algo genial ¿No? Y si es genial, no puede ser malo.

-Su padre es un señor muy malo -la pelinegra acariciaba suavemente los cabellos de los pequeños- no quedaremos aquí esta noche

-En la televisión siempre aparecen los abuelos en cosas así -mencionó Mako con verdadero interés- ¿Y los nuestros?

-No tienen mi amor -explicaba la mujer mientras acostaba a sus hijos en un sofá, dormirían en una oficina de la estación policial- él los alejó de nosotros, estamos solitos los tres ahora

- ¿Te golpeó igual que a mi hermano? -preguntó la menor mientras tomaba las dañadas manos de la joven madre, sus ojos verdosos penetraban fuertemente los de Inuoka haciendo que la culpa saliera de lo más profundo de su ser-

- No... -titubeó tratando de formar una sonrisa que calmara los infantiles ojos que la observaban en busca de refugio, pero no sacaba nada mintiendo a los niños que lo vieron todo, su ser se agrietó y rompió por completo al ver el ojito magullado del pequeño pelinegro- ¡Perdón! -lloró con fuerza arrodillándose en el piso- ¡No los pude proteger como debía! ¡No debí dejar que esto pasara! ¡Por favor perdónenme! -tocó con su frente la fría cerámica blanca implorando a sus confusos hijos, realmente no sabía a lo que los exponía, el abuso de su esposo era resiente y aumentaba con el pasar de los días, pero nunca se imaginó que podía atacar a los pequeños que tanto se suponía que amaba, había bajado la guardia confiando que mientras se dejara hacer y deshacer por él, no tocaría a los niños-

-Eres tan genial como en las películas -dijo Mako tocando suavemente el cabello de la mujer-

-Mamá la más fuerte -Hiro bajó con dificultad de su cojín y con cuidado caminó para abrazar suavemente el brazo de su madre-

Los tres estabandesprotegidos, entre sí eran lo único que tenían, pero lo peor estaba porvenir, la señora Hyakuzawa sabía que llevar a su marido Korai a la cárcel seríalo más peligroso de todo, se había casado con un estudiante de derecho por elestatus de su familia, pero este en su retorcida mente se aseguró de alejar atodo el mundo condenando a Inuoka, una hermosa jovencita casi diez años menor,a una vida de sumisión e incertidumbre, viviendo de las apariencias y dichos como si setratara de los años 50's, forzándola a darle lo que quería a punta de amenazas, total ¿Dónde iría si Korai puso a ambasfamilias en contra de ellos?. Los niños no tenían ninguna culpa, no eligieronnacer en un seno familiar de alto riesgo, las atenciones y amor eran cambiados por lujoscarentes de valor, los abrazos y besos por parte del hombre de la casa poco ynada pesaban, pero cumplían con lavar la psiquis de los menores para que no hablaran mal de él.Vivían en una burbuja que finalmente se rompió y así, tuvieron que afrontar lacruel realidad de ser parte de aquella familia.

PERRITA DE TOMAN [ᵗᵒᵏʸᵒ ʳᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢ] PAUSADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora