PERRITA DE TOMAN [ᵗᵒᵏʸᵒ ʳᵉᵛᵉⁿᵍᵉʳˢ] PAUSADA.

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Fue una larga noche cuestionándose la vida mientras hacía el informe ¿Qué ejemplo de buena conducta le daría a su hermano menor si los dos tenían las mismas ideas? Ni siquiera podía decirles a sus amigos más tranquilos que le ayudaran con alguna charla de hombres porque Hiro siempre saldría con su "Los pandilleros solo saben pelear", pero claro, creció viendo a Baji ¿Qué esperaba?

-Es tan terco como tú y yo -se dijo a sí misma tocando el collar de su difunto amigo-

Mirarse al espejo con la pulsera se había convertido en una rutina, leer sus mensajes de texto antiguos hacía que todo se sintiera tan irreal, le resultaba difícil aún pensar en que su niño no volvería, ya no la haría reír, ni la golpearía por jugar, deseaba con todo su corazón crecer a su lado para presumirle sus logros y criar juntos los animalitos de su futura tienda de mascotas, ella le haría un interrogatorio a las chicas interesadas en él mientras que Kei amenazaría a sus pretendientes. En ese mes y medio había aprendido a no culparse por no actuar antes, por no darse cuenta, pero esa espina nunca se iría, debía mantener su frente en alto, aún tenía a un pequeño que cuidar en su lugar.

La vida debía continuar y la escuela no la esperaría para siempre, solo faltaba un maldito trabajo para acabar, una semana más y adiós segundo semestre, hola tercer semestre y próximamente segundo año, ya casi podía verse en la cima de su instituto como una venerada senpai capitana de una de las mejores pandillas de Shibuya, al menos a su parecer, y así se pasó disociando una clase entera como lo hacía el último mes.

- ¡Himiko! -gritó alegremente al ver a su amiga en el receso- por fin te encuentro -la abrazó sin pensar, riendo como si de una niña se tratara- ¿Me veo muy demacrada? Estuve con el informe de economía toda la noche

-No -eso era diferente, ni siquiera la había mirado, estaba ahí parada tomando jugo mirando el piso- debo ir con el club -simplemente le dio la espalda y comenzó a alejarse-

-Está bien... -sus ánimos decayeron estrepitosamente, se sentía como un perrito abandonado viendo como sus dueños se marchan sin el-

No entendía bien que pasaba, hablaban a diario por mensaje y la iba a buscar a su club para charlar un poco, puede que por su actual nula concentración no se dio cuenta de que algo le pasaba o tal vez era su imaginación y su club si debía hacer algo por el cierre de semestre, esperaba que así fuera. Himiko Kana había sido su amiga desde primero de escuela media, ella y otras tres chicas fueron su mundo entero hasta que pasó lo de Inuoka, sabían todo lo de la otra y le gustaba pensar que aún la quería sabiendo que pertenecía a una pandilla, pero ahora comenzaba a dudar de todo eso.

Tuvo un pesar en el pecho hasta que acabó la siguiente hora, buscó por todos los pasillos, hasta por los de tercer año y no la encontró, excepto cuando miró por la ventana inspeccionando el patio, ahí estaba ella y las chicas de arte riendo mientras observaban un lienzo dentro de su exposición, no notaba disgusto o incomodidad, solo estaba siendo como era normalmente, como ella la conocía. Aquello dejó una bala pasada en la mente de la ojiverde, seguía sin querer pensar algo malo, ese sentimiento en su pecho se agrandó por todo su cuerpo hasta que tocó para salir, ni siquiera arregló sus cosas, salió disparada al curso del lado.

-Kana -llamó desde la puerta, le había tocado el aseo del salón- ¿Podemos hablar?

- Estoy ocupada -respondió con un poco de molestia, no fue hasta que Mako entró y jaló de su chaleco para salir que accedió, pero de mala gana- ¿De qué quieres hablar?

- ¿Por qué tan distante? -hizo un puchero demostrando aún comodidad frente a ella que estaba de brazos cruzados- ¿Qué pasa?

- ¿Me dices a mi distante? -su ceño se frunció de tal manera que heló a la chica frente a ella- Mako, te puedo querer mucho, pero me cansé -una pausa incomoda se formó entre ambas- casi ni estas aquí, mental y físicamente